Raven Reyes que apenas había podido pegar ojo desde que llevo a Octavia Blake a casa y esta insistió en que se fuese, se llevó la humeante taza de tila a los labios y agradeció sentir aquel reconfortante calor entre sus dedos al sujetar aquella taza.
Llevaba más de una hora y medía bajo la clara luz del día que se colaba por la ventana de la cocina contemplando la puerta de madera del mueble donde sabía que detrás se encontraba el sobre con los resultados de las pruebas y los análisis forenses a los que la habían sometido nada más salir de Fortress Kirk Bay y los cuales aún no se había atrevido a abrir y los cuales tal vez jamás abriría.
Escuchaba como Pompón dormitaba junto a sus pies acurrucado totalmente mientras que Estrella mordisqueaba un huesito de tela rosa y marrón que hacía pocos días le había comprado.
No podía quitarse de la cabeza todo lo que había ocurrido la noche anterior. La manera en la que había sido capaz de comportarse con Octavia, en lo cruel de sus palabras aunque luego lo hubiesen arreglado.
Porque de un modo u otro lo habían arreglado, ¿no?
En realidad no estaba nada segura, puede que Octavia necesitase mucho más tiempo para asimilar ciertas cosas que quizás Raven hubiese sabido afrontar y gestionar de otra manera. Puede incluso que más que ella.
Octavia había sido apenas una niña cuando esa clase de dolor, de hiriente vivencia había ocurrido, y no había recibido ninguna clase de ayuda entonces ni tampoco mucho más adelante mientras crecía con una madre rota y un hermano exigente que se lo reprochaba injustamente.
Raven podía llegar a entender hasta cierto punto por lo que ella y su madre habían pasado porque ella había vivido esa clase de dolor en sus propias carnes ya de adulta y si algo había comprendido con el paso del tiempo es que ese dolor lo puede llegar a cambiar absolutamente todo sin tú quererlo.
La madurez emocional, la forma de gestionar y de enfrentar las cosas podía variar comprensiblemente de una persona a otra por su trayectoria de vida, por la forma en la que habías tenido que crecer, por la forma en la que habías aprendido a adaptarte y a desenvolverte en tu entorno, por las circunstancias personales que te habían rodeado y las cuales habían logrado condicionar tu conducta y tu forma de pensar para siempre.
Era algo extraño y bastante curioso pero Raven se sentía bien, serena en lo referente a la noche pasada. Había sido sanador y curativo para ella el haber podido compartir con Octavia el como se sentía y el poder haberse disculpado con ella por la manera en la que se había comportado y en las cosas tan horribles que le había dicho.
Después de aquella dolorosa y difícil conversación, de llorar hasta quedarse casi sin lágrimas, Raven había conseguido arrancarle de las manos la botella a Octavia y conducirla hasta su coche para llevarla después a casa.
Habría querido quedarse con ella pero Octavia se encontraba tan afectada y tan mal que no se lo había permitido y tan solo la había despedido cerrándole la puerta tras arrastrarse dentro.
Mientras se iba, Raven la escuchó llorar, sollozar, más bien y ya no pudo pegar ojo al llegar a casa.
Sabía que compartir algo tan intimo con alguien te dejaba vacía y desquebrajada por dentro, tanto que puede que tardases días en volver a sentirte como tú misma pero le preocupaba y mucho que se encontrase sola mientras todo eso ocurría.
Raven lo había pasado bastante mal no pudiendo compartir esa clase de cosas con nadie durante algún tiempo así que no imaginaba el como Octavia se podía sentir tras veintiún años guardando ese dolor en su interior, y enfrentando en el día a día las secuelas de ello.
Todo lo que ocurrió, todo ese dolor, el haber sido testigo y mucho después el haber visto morir a su madre era algo que la tenía devastada. Completamente rota, desolada.
Raven quería ayudarla tal y como ella en su momento fue capaz de hacer pero no tenía ni idea de como hacerlo, suficientemente difícil lo tenía ya para ir poco a poco en su día a día sobrellevando lo suyo como para hacerse cargo de algo así sin perspectiva alguna.
Quizás si hablase con Monty o... o con ella de nuevo para que aceptase alguna clase de ayuda de su parte puede que tal vez Octavia la aceptase y quizás con el tiempo pudiesen convertirse en parte de su vida.
Si es que tenía una vida por delante, claro.
El mayor de sus miedos respecto a aquel sobre no era tener ese tipo de realidad plasmada en un papel delante, no. El mayor de sus miedos era descubrir que quizás su cuerpo sufriese consecuencias mucho más perjudiciales y permanentes por el daño sufrido de la que podía ser ya de por si un embarazo. Era tanto el daño que había sufrido que temía que pudiesen haberle transmitido alguna enfermedad incurable o que le hubiesen arrancado toda posibilidad de elección de ser madre llegado el momento, por eso no quería abrirlo.
Le daba miedo lo que las analíticas y los resultados le pudiesen decir.
Muchas de las chicas en prisión se encontraban enfermas en el momento en que aquellos monstruos sin alma habían decidido cometer tales atrocidades y quizás... no, no quería pensar así, no podía pensar así. Lexa había tenido suerte en eso, ella se encontraba bien dentro de lo posible, ¿así que por qué ella no iba a poder tener la misma suerte que ella?
¿Pero y si no?
¿Y si el destino le tenía preparada otra cosa? ¿y si esos repugnantes despojos humanos le habían provocado secuelas realmente irreversibles a pesar de que Jackson y Becca hubiesen puesto remedios para prevenir tales efectos duraderos en el tiempo?
No lo sabría hasta que no lo abriese, y si no lo abría jamás lo sabría hasta que ya fuese demasiado tarde para hacer algo al respecto.
Pero siempre podía esperar un día más. Solo un día, y tal vez el día siguiente, y el siguiente, quizás aplazarlo le haría sentir de algún modo aquella falsa sensación de control que sentía ahora y quizás, esa valentía, ese coraje que la acompañaba se hiciese aún más presente antes de conocer la posible trascendencia que aquel fatídico suceso habría tenido en su vida.
Tal vez, y solo tal vez...
Continuara...
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La Fugitiva. Nuevos Comienzos.
FanfictionII Parte de La Fugitiva. Cuando la vida te golpea tanto y tan fuerte ya solo queda una cosa por hacer, una única cosa. Levantarse. Y a veces por muy difícil que te parezca no te queda otra que poder. Sufrimos, reímos, lloramos y sentimos con ellos...