97. Lo Solucionaremos

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Sentada a solas con Monty en su coche a Niylah le temblaban las manos posada una sobre otra sobre su muslo incapaz de hacerle frente tal y como le gustaría poder hacer.

Aún se encontraban en el estacionamiento del Nightbloods pero Monty había llevado su coche al extremo más alejado del aparcamiento donde nadie quería aparcar porque una de las farolas se encontraba fundida y tan solo se colaba la luz de la otra más cercana muy tenuemente.

Niylah le había pedido que no la encendiese. Tenía miedo de estar allí con él ahora que Kane había descubierto la verdad sobre ellos, y no estaba segura de estar haciendo lo correcto.

Haberle podido contar la verdad a Monty la había liberado de un extraño modo pero también la había hecho sentir muy vulnerable, expuesta. Ni siquiera en sus peores pesadillas se hubiese imaginado que Monty descubriría aquella parte de su vida, y mucho menos así.

Estaba esperando a que él reaccionase de alguna manera, por muy mala o reprobable que esta fuese pero no sucedió así.

Monty tan solo guardo silencio con los ojos puestos en ella como si no acabase de creer del todo la historia que Niylah había acabado relatándole, como si no creyese en la genuina maldad de las personas y que alguien tan retorcido como el tal Richard pudiese utilizar de una manera tan condenadamente frívola y pueril a sus hijos con tal de causarle todo tipo de daño a ella por negarse a seguir con él a pesar de ya no quererle.

Niylah que se abrazó un poco intentando dejar de temblar tan solo dirigió su baja vista hacia el lado contrario a Monty donde se encontraba la ventanilla mientras aquel desconocido silencio entre ellos se hacía más y más patente.

Cuando aquellos pensamientos se materializaron en Monty como si asimilar la idea le hubiese costado mucho más tiempo del que era necesario, Monty alargó la mano colocándola sobre su muslo y el tono que salió de sus labios fue el que Niylah no quería ni esperaba.

Uno de compasión.

—Niylah...

Niylah sintió aquel nudo en su garganta y tan solo volvió la cabeza para mirarle con ojos suplicantes antes de sacudir lentamente la cabeza.

—No, eso no.

Cualquier cosa menos compasión.

Monty que no quería meter más la pata con ella llevó la otra mano a su rostro acariciando su mejilla muy dulcemente.

—¿Por qué no me lo dijiste? —le preguntó él incapaz de entender como es que se lo había ocultado durante tanto tiempo desde que iniciaron aquel otro tipo de contacto entre ellos—. Yo... yo podría haber hecho algo, podría haber...

—Porque ese no es tu problema, es el mío —admitió ella sincera antes de bajar nuevamente la mirada arrepentida—. Es por eso que... que no deberíamos volver a vernos de esta manera. No está bien, no ahora que... que sé que... —Monty la miro expectante pero ella tan solo cerro sus ojos negando omitiendo lo que verdaderamente le apetecía decir.

Que ya no solo era sexo para ella, que había dejado de ser un excitante juego para convertirse en algo más por parte de los dos.

No, no podía ser así de injusta con Monty. No después de como le había estado tratando siempre.

—Si quieres pedir un cambio de compañera, lo entenderé, y no me enfadaré, lo prometo —le aseguro ella entrecortadamente doliéndole en el corazón tener que recurrir a aquellas palabras suyas.

No, no tenía lágrimas.

No había reproche en su voz, no había burla, ni sutileza.

No había gracia.

La Fugitiva. Nuevos Comienzos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora