82. Estoy Bien

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Octavia Blake se tambaleo ligeramente por el pasillo de su casa mientras escuchaba sonar el timbre por tercera o cuarta vez. En un principio en aquel duermevela constante que la había aquejado creyó habérselo imaginado pero ahora que se encontraba cerca de la puerta sabia que no era así.

Cuando alcanzó el pomo y la abrió, tuvo que apoyar la mano ligeramente de la pared para no caerse porque verdaderamente no se encontraba nada bien pero cuando vio quien estaba justo de pie frente a aquella puerta se encontró aún peor.

Raven Reyes levantó la mirada en cuanto la puerta se abrió y la imagen que le proyectó Octavia le asustó aún mucho más que la noche anterior.

—¿Qué... qué haces aquí? —escuchó preguntar a Octavia un tanto confusa y avergonzada por haberse sentido tan expuesta frente a ella la noche anterior.

—Solo quería saber si te encontrabas bien y si necesitabas algo —dijo Raven con cautela al verla de aquella manera viendo que estaba hecha un autentico desastre.

Octavia que tan solo se apartó de la puerta necesitando sostenerse del mueble recibidor trató de centrar su atención en mantenerse erguida.

—Estoy bien.

—No, no lo estás —la interrumpió Raven con preocupación entrando de inmediato al verla de aquella manera para ayudarla a llegar al salón y así poder sentarse en algo.

—No, no lo estoy, ¿y qué? —murmuró Octavia sin más sintiendo como la cabeza se le iba un poco mientras se movía por la inercia con ayuda de Raven que la dirigió al sofá moviendo la mesa para apartarla consiguiendo sentar en él a Octavia antes de quitarse el abrigo y dejarlo sobre el brazo del sillón—. ¿Has comido algo? ¿bebido algo desde anoche?

—Agua —murmuró lacónica Octavia algo mareada viendo a Raven moverse frente a ella—. ¿Podrías no moverte tanto?

Raven supuso que los efectos de la resaca de anoche aún le durarían e hizo un gesto.

—Te prepararé un café, ¿vale? —dijo ella buscando con la mirada por donde se iba hacia la cocina—. Tú solo espera aquí.

Octavia que no iba a discutírselo tan solo dejo caer la cabeza contra el mullido respaldo del sofá y cerro por un momento los ojos intentando abrirlos débilmente después.

—No tienes que...

—Quédate ahí —insistió Raven perdiéndose por el pasillo para ir a poner en marcha la cafetera que estaba más que segura que Octavia tendría.

Intentando recoger las piernas bajo ella en el sofá Octavia trastabillo y dejo caer una mientras subía la otra cerrando nuevamente los ojos por unos momentos mientras escuchaba a Raven trastear en la cocina.

—No deberías haber bebido tanto anoche, las resacas son lo peor —escuchó decir a Raven mientras ponía en marcha la cafetera—. Una vez hace un par de años tuve una que me duro tres días, prometí que nunca más que saliese de fiesta iba a beber así. Créeme, no fue nada divertido.

Octavia que abrió de nuevo los ojos mientras sus parpados se cerraban de forma casi inconsciente trató de centrar su atención en sus palabras apoyada de aquella forma en el sofá muy confortablemente.

—Además, el alcohol nunca soluciona nada, al contrario —comentó Raven viendo como la lucecita roja se encendía y el café iba descargándose en la cafetera calentándose.

Octavia estaba totalmente de acuerdo con eso aunque en esos momentos no pudiese siquiera decírselo.

—Sé que lo sabes pero hay otras formas de afrontar las cosas, siempre puedes buscar a alguien con quien hablar del tema, no tiene porque ser un profesional si no quieres, una amiga o un amigo también sirve —siguió diciendo Raven dirigiéndose al mueble a por dos tazas—. Aunque acudir a un profesional seguro que también podría ayudarte mucho, a mi me ha servido y... y la verdad es que me ha ayudado a gestionar todo esto.

Raven vio la luz roja apagarse tras un minuto y medio y cogió la caliente jarra sirviendo el café en las tazas, no quiso echarles azúcar ya que para la resaca era mejor que no llevase nada y después cogió las tazas y se dirigió al salón de vuelta con ella—. Solo tienes que aceptar su ayuda y proponértelo —le aconsejo Raven con cierto cariño acercándose al sofá para sentarse junto a ella.

Octavia que asintió como dándole la razón mientras mantenía los ojos cerrados intentó abrirlos de nuevo pero estos se le volvieron a cerrar y la voz le falló.

—Claro.

Raven que dejo las tazas sobre la mesa para que se enfriasen un poco con cuidado volvió la cabeza fijándose ahora bien en ella.

—¿Octavia?

Al no recibir respuesta pero verla hacer el intento inconsciente de responderle, cambió ligeramente su expresión antes de acercar la mano a su rostro y después la otra.

Aquello no era resaca.

—Octavia... Octavia, mírame —la forzó ella tratando de sacudir ligeramente su cara al acunar su rostro viendola abrir los ojos por un momento antes de que estos se cerrasen nuevamente algo ida—. ¿Qué has tomado, eh?

Octavia intentó apartar el rostro pero Raven insistió muerta de preocupación.

— Mírame, ¿qué te has tomado? —preguntó de nuevo ella algo más angustiada y exigente.

—Ag... agu...a.

No, aquello no lo hacía solamente el agua.

—¿Agua con qué?

Octavia que trató de hilar las silabas intentando formar las palabras en su mente movió quedamente la cabeza como queriendo volver a apoyar la cabeza del sofá y dormirse.

—Pasti... pastillas.

Los ojos de Raven se abrieron de golpe dándose cuenta de lo que Octavia había hecho y todas sus alarmas saltaron a la vez haciéndola ponerse en pie.

—No, no, no Octavia. Octavia mírame. Abre los ojos y mírame, ¿quieres? —insistió ella angustiada dándole suaves palmaditas en la cara sin soltarla para espabilarla un poco mientras buscaba con la mirada algún frasco y de paso algún teléfono del que poder llamar a emergencias.

—¿Pastillas? ¿Cuántas pastillas?

Octavia que fue capaz de levantar la mano tan solo quiso apartar las suyas de su rostro para poder posar la cabeza de nuevo sobre el sofá, cerrarlos y olvidarse completamente de todo.

—¡Octavia, no te duermas! —elevó un poco la voz Raven mientras la sacudía por el hombro tremendamente acongojada al verla así—. ¡Octavia, abre los ojos, solo mírame! —acabó por gritarle un poco ella insistente viendo como ella intentaba abrir una vez más los ojos pero la cabeza se le iba—. Mierda, mierda —murmuró Raven angustiada llevándose las manos encima hasta dar con el móvil en la parte trasera de su pantalón y marcar a toda prisa.

No dio más de un tono justo antes de que se escuchase la voz de una teleoperadora.

—¿9-1-1 cuál es su emergencia?

Continuara...

La Fugitiva. Nuevos Comienzos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora