Hayden llevaba observando a Clarke Griffin tumbada en la litera superior de espaldas a ella desde que llego de la enfermería. La había visto muy alterada cuando el guardia Collins la regreso a la celda e intuía que aquella visita médica no había ido nada bien.
Fox estaba en su cama junto a Roma jugando a las cartas mientras la hora de la cena cada vez estaba más próxima y estaban armando algo de escandalo las dos.
Hayden le había preguntado sobre lo que le habían dicho pero Clarke se había mostrado más irritada que preocupada así que supuso que no sería nada grave. Le habían recetado algunas pastillas y dado analgésicos para la fiebre y el malestar que tendría que seguir tomando en enfermería ya que en las celdas estaba prohibida la tenencia de medicación por si se hacía un uso indebido de ellas o por si se usaba para otros fines para las que no estaban destinadas.
La veía mal desde hacía un par de días pero lo había achacado al dolor de su brazo en proceso de curación o tal vez debido a la forma en la que aún debía adaptarse a ese nuevo sitio y a la compañía distinta y forzada con la que tendría ahí que convivir.
Fuera como fuese estaba muy jodida.
Era más que evidente por su forma de comportarse y de ser que la habían criado entre algodones y que su forma de ver las cosas estaba basada en la idea de que se merecía absolutamente todo lo bueno que el mundo tuviese que ofrecer, no porque lo mereciese en si si no por derecho.
Esa clase de chicas no sobrevivir mucho tiempo allí sin acabar metiéndose en problemas como las niñas pijas y tontas a las que marginaban por esa condición en cualquier instituto.
Le había pasado por alto más de una o dos contestaciones desde que estaba allí porque en el fondo era mayor que ella y porque ella también había sido una cría idiota quince años atrás.
No sabía como Clarke había durado tanto tiempo en comisaria con aquella actitud suya pero sospechaba que no había sido por méritos propios si no por recomendación.
Odiaba a las enchufadas.
Odiaba la forma en la que se paseaban y se permitían el lujo de restregarle a los demás su cargo a pesar de no merecérselo y la forma en la que tenían de no pedir excusas cuando caían en desgracia aún buscándoselo.
Hayden la había acogido bajo su ala protectora porque no siempre había sido la mujer que era ahora pero Clarke no estaba precisamente interesada en hacer amigas allí, más bien en requerir de ellas a su conveniencia y sospechaba que tenía algún problema con ello porque a veces su comportamiento estaba fuera de toda lógica y control.
Fox que lanzó una de las cartas sobre el montón de otras reunidas en medio de la cama sonrió a Roma estallando en carcajadas.
—Y ahí lo tienes, vuelvo a ganar yo.
—No, ni de coña —protestó Roma boquiabierta y ofendida lanzando sus cartas sobre el colchón—. Estás haciendo trampas, Fox.
Fox que rio aún más al ver su estado levanto las manos mostrándole las mangas de su uniforme a medio bajar divertida primero de un lado y luego del otro antes de agarrar el puñado de chocolatinas que ella y Roma se habían apostado y que estaba situado a un lado del colchón.
—Hay que saber perder, Roma. Acéptalo.
Roma que se inclinó sobre el colchón para arrebatarle las chocolatinas nada de acuerdo con aquel juego hizo resonar el colchón y Clarke se volvió a girar algo exasperada al oírlas justo encima.
—Suéltalas, quiero la revancha.
Hayden que paso la hoja de su revista tendida en la cama con la espalda apoyada contra la pared, se fijo en ellas y después en Clarke ocupando la parte superior de la litera y en cuanto la escuchó suspirar por cuarta vez supo que llevaba ya rato cociéndose a fuego lento, irritada por la situación y que no tardaría mucho en saltar de ellas seguir así.
—¿Dónde las tienes guardadas? —preguntó Roma al tiempo que acercaba las manos a la ropa de Fox cacheándola en busca de las posibles cartas escondidas.
Fox que enseguida le apartó las manos frunció el ceño ofendida.
—Pero que he ganado limpiamente, joder.
Roma que no estaba nada convencida intentó volver a sacudirle la chaqueta del uniforme y se inclinó bruscamente haciendo balancear la litera.
—No me lo creo, Fox.
Clarke que sintió como la sacudían con aquel movimiento, se hartó sintiendo ese malestar y esa fiebre que la aquejaba y se incorporó inesperadamente dejando escapar un grito que las sobresaltó a las dos.
—¿Pero os queréis estar quietas las dos de una puta vez? —les gritó Clarke asomándose hacia abajo para encararlas a las dos.
Fox que no se lo esperaba y Roma mucho menos volvieron la mirada hacia arriba y la cara se les cambió a las dos.
—¿De qué coño vais?
—¿Nosotras? —preguntó Roma haciendo por levantarse para encararla—. ¿De qué coño vas tú, Clarke?
Hayden que vio sentarse a Clarke en la cama disponiéndose a bajarse para enfrentarse a ella, apartó rápidamente la revista y se levantó de inmediato a pararlas.
—¡Clarke!
Fox que agarró a Roma del pantalón para que no armasen revuelo ya que de ser así las castigarían a todas también intentó frenarla a ella.
—¡Roma!
—¡Parad ya! —les grito Hayden teniendo que parar también a Roma con la otra mano—. ¡Las dos!
Si ya de por si los ánimos solían estar siempre caldeados desde que eran cuatro allí se notaba todavía más.
Clarke que se encontraba mal intentó controlarse pero de no ser por la mano de Hayden echándola hacia atrás muy posiblemente se hubiese enzarzado en ese momento con ella.
—¡Clarke, acuéstate! —ordenó Hayden mirando a una y después a otra para que parasen ya—. ¡Roma, tú relájate!
Fox que volvió a tirar de Roma hacia abajo vio a Hayden fulminarlas con la mirada.
—¡Y que no tenga que partiros la cara a las dos porque desde ya os digo que me cuesta cero o nada barrer el suelo vosotras!
Y si, tanto Roma como Clarke la creyeron muy capaz de ello porque el carácter de Hayden era más que conocido todas y que podía pasar de cero a cien en menos de medio segundo y sin avisarlo.
Clarke que era consciente ahora mismo de que no podría apenas defenderse por ese intenso malestar tan solo lanzó una dura mirada a Roma que se la devolvió desafiante mientras que volvía a sentarse con Fox.
Hayden que ayudo a Clarke a volver a subir a la litera la vio tumbarse nuevamente y echo un vistazo a ambas antes de volver a a su cama y a su revista de peor humor.
La convivencia podía ser frágil y perturbable, indeseable incluso algunas veces pero si esa energía se perpetuaba y no se atajaba a tiempo, tarde o temprano estallaría sin control.
Continuara...
ESTÁS LEYENDO
La Fugitiva. Nuevos Comienzos.
FanfictionII Parte de La Fugitiva. Cuando la vida te golpea tanto y tan fuerte ya solo queda una cosa por hacer, una única cosa. Levantarse. Y a veces por muy difícil que te parezca no te queda otra que poder. Sufrimos, reímos, lloramos y sentimos con ellos...