La recepción del Primes era grande y algo sofisticada pero no lo suficiente como para que solo gente pudiente pudiese hospedarse allí. De hecho, la mayoría de la clientela habitual pasaba una noche o dos a lo sumo tras salir del Nightbloods en buena compañía aunque también había gente lo bastante acomodada para permitirse pasar allí algunos días o incluso semanas.
El Primes se erigía como el edificio por excelencia de la zona y todo el mundo allí conocía su buena fama. Por fuera era de un color crema sublime pero la iluminación azul que se extendía desde abajo cubriendo aquellas paredes le otorgaba un toque algo más eminente y exquisito que los otros edificios de la manzana.
Tampoco tenía esos típicos carteles horteras con letras luminosas y fosforitas plantado justo en mitad y lo alto de la fachada. Es más, las letras eran elegantes y discretas y estaban situadas justo encima de las dos amplias puertas principales que daban al hall.
Cualquiera que transitase por allí y no conociese bien la zona bien podría haberlo confundido con un distinguido edificio de apartamentos que se extendía más allá del edificio algo más bajo y estrecho que este a su lado, el Nightbloods.
La moqueta que cubría el pasillo era azul y dorada. A Lexa Woodward le llamó mucho más la atención que estuviese completamente limpia que que fuese de aquellos tonos.
Nunca había estado en un sitio así.
Había pasado noches en algunos hoteles antes pero en lo último en lo que había podido fijarse era en su decoración.
Luna si que había estado en sitios así, en lo bastantes como para saber que aquel lugar estaba por encima de lo corriente. Había asistido a numerosos congresos, reuniones y cursos en otras ciudades y se había hospedado en sitios así, también lo había hecho con Lincoln para pasar ocasiones especiales como sus aniversarios, sus cumpleaños o algunas Navidades.
Cuando Costia acercó la tarjeta a la puerta y esta se abrió, Lexa se quedo de piedra cuando miro al interior de la habitación que se expandía por encima de ella. Era demasiado.
La moqueta era completamente azul marina con distintivos dorados, los muebles eran de madera color cerezo y las paredes de un crema acogedor. Era grande y bastante espaciosa para estar destinada solamente a dos personas. Había una cama de matrimonio justo en medio de la estancia. Un par de armarios con espejos a cada lado de la puerta que daba al baño.
Un pequeño espacio con un sofá y dos sillones en los mismos tonos que el resto de la habitación, una pequeña mesa de escritorio con un espejo enorme junto al recibidor. Varias lámparas de pie y en cada una de las mesillas aportando una clara y tenue iluminación. Un pequeño diván, un par de jarrones con flores y otro pequeño par de sillones más frente al plano y enorme televisor.
Muchos cuadros de pintores desconocidos y un pequeño armario de minibar situado en un rincón completaban el resto de la decoración.
—Ya lo veréis, vais a estar muy cómodas aquí —dijo Costia entrando en la habitación para asegurarse de que todo estuviese en su lugar antes de volverse hacia ellas sonriéndoles.
Luna que se llevo la mano a la barriga miro a Costia comenzando a negar con la cabeza.
—No, esto... esto es demasiado —dijo ella volviéndose hacia su bolso para buscar su cartera y su tarjeta.
—Costia, esto es mucho —musito Lexa dándose cuenta el sitio al que las había llevado antes de volverse hacia ella para excusarse y así poder irse.
—Tonterías, vamos, pasad —las animó Costia para no hacer demasiado ruido en el pasillo ya que a esas horas seguro habría muchos huéspedes durmiendo ya que las había alojado en una de las plantas más tranquilas y menos ocupadas.
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La Fugitiva. Nuevos Comienzos.
FanfictionII Parte de La Fugitiva. Cuando la vida te golpea tanto y tan fuerte ya solo queda una cosa por hacer, una única cosa. Levantarse. Y a veces por muy difícil que te parezca no te queda otra que poder. Sufrimos, reímos, lloramos y sentimos con ellos...