No fue hasta que Lexa Woodward llego al apartamento de Roan que se dio cuenta de que no tenía las llaves. Había huido tan deprisa durante las dos pasadas noches que se había dejado en el interior todas sus cosas incluidas las llaves y el móvil, por suerte Roan era super descuidado en ese sentido y siempre guardaba una de repuesto bajo la raída alfombra.
Cuando se agacho a cogerla una intensa punzada le cruzo la cabeza haciendo que tuviese que cerrar los ojos dibujando una pequeña mueca de dolor antes de llevarse la mano a la frente.
Necesitaba tomarse las cosas con mucha más calma y descansar, no se lo había querido decir a Luna tampoco pero llevaba dos días sin poder tomar su medicación que también se encontraba allí dentro y suponía que aquello unido al llanto era lo que habían hecho que esos intermitentes dolores se intensificasen.
Aprovecharía a tomarla una vez se encontrase dentro, y se la llevaría toda consigo junto con el resto de sus cosas. Sería como si nunca hubiese pisado ese lugar maldito.
Metiendo la llave en la cerradura la hizo girar y en cuanto la puerta cedió lo primero que vio fue una pequeña mancha de sangre sobre el suelo.
Lexa se tensó buscando con la mirada la razón de que aquello se encontrase allí y vio a Roan sentado sobre el borde de la cama con una bolsa de hielo colocada sobre la nariz y buena parte de la cara.
Dudaba que aquello se lo hubiese hecho él solito o se lo hubiese hecho Luna la noche anterior aunque tampoco lo descartaba. Luna era muy capaz de hacer eso y más cuando se enfadaba.
Por suerte para ella, Roan se había puesto algo de ropa después de ducharse con agua fría y ahora estaba casi consciente de lo que hacía y decía.
Sus ojos se volvieron pura consternación en cuanto se fijaron en ella y se apartó el hielo de la cara para poder verla bien, poniéndose en pie.
—Sabía que volverías —murmuró Roan de lo más esperanzado dando un par de pasos suplicantes hacia ella.
Lexa que tan solo dejo la llave sobre la mesita de la entrada le esquivo yendo directamente al armario a por la bolsa que había traído del hospital y la cual no se había sentido a gusto deshaciendo del todo.
—Solo he venido a por mis cosas.
Roan que cambió la expresión de su cara la siguió con la mirada viendola sacar la bolsa comenzando a guardar la medicación de la mesilla, y algo de ropa.
—¿Ni siquiera vas a dejar que me explique?
Lexa que estaba de lo más serena mientras abría uno de los botes llevándose un par de pastillas a la boca cogió la botellita de agua que estaba sobre su lado de la mesilla y la abrió bebiendo un poco para pasarlas, segura de que pronto ese dolor se apaciguaría.
—Te tiraste a Ontari encima del mostrador de la tienda y te pille haciéndolo, ¿qué mucha más explicación puede haber a eso?
La cara de Roan cambió al darse cuenta de que no había enfado en ella si no más bien decepción en su mirada y en su voz, indiferencia y eso le dolió porque él se había volcado durante mucho tiempo con ella, haciendo lo posible porque estuviese bien.
—Tengo necesidades.
—Yo también —le contestó Lexa mientras abría el cajón de la cómoda y sacaba un puñado de ropa del interior y lo dejaba dentro del bolso desordenadamente—. De hecho ahora mismo tengo la necesidad de mantenerte alejado de mi.
—Yo sabía que tú no podías hacerlo y no te he presionado para ello, deberías valorar eso también un poco —intentó concienciarla él utilizando aquel débil argumento en su favor.
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La Fugitiva. Nuevos Comienzos.
FanficII Parte de La Fugitiva. Cuando la vida te golpea tanto y tan fuerte ya solo queda una cosa por hacer, una única cosa. Levantarse. Y a veces por muy difícil que te parezca no te queda otra que poder. Sufrimos, reímos, lloramos y sentimos con ellos...