117. Perdón

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Niylah cerro la puerta de la nevera tras coger un zumo para Jared y se quedo en silencio escuchando las bajas risas del niño en el salón mientras que Monty sentado en la alfombra junto a él le ayudaba a construir un castillo de legos que le habían regalado en su último cumpleaños.

Resultaba extraño estar en su propia casa sin temor a que Richard pudiese volver y encontrar a alguien más que no fuese ella allí junto a sus hijos, y al mismo tiempo de poder sentir ese alivio, también esa pesada sensación la devastó porque al fin parecía ser consciente de lo que había estado ocurriendo.

De lo que le había estado permitiendo a Richard que le hiciese a ella y a sus hijos, y se sentía enormemente mal y culpable por ello.

Tendría que haber denunciado aquella situación mucho antes y jamás haberle permitido llegar tan lejos pero tenía tanto miedo... tanto... que a veces simplemente resultaba condenadamente invalidante.

Apenas había tenido tiempo a ser consciente de lo que había estado ocurriendo pero en aquel momento de calma, Niylah tan solo se permitió por una vez venirse abajo y que sus ojos se llenasen de lágrimas aunque su orgullo no le permitiese dejar caer ninguna.

Estaba agotada.

Física, mentalmente, espiritualmente agotada.

Y ya no quería ni podía seguir viviendo de aquella forma. No quería aquello para sus hijos y tampoco lo quería para ella. Porque ahora entendía que para que ellos estuviesen bien, ella debía estarlo primero y recibir la ayuda que tanto necesitaba para ello.

Un pequeño ruido tras ella la puso en alerta, la sobresaltó haciendo que Niylah se volviese asustada por un momento pero en cuanto vio a Noah allí de pie tan solo se paso el pulgar por los ojos apartándose las lágrimas rápidamente antes de respirar hondo intentando poner como siempre la mejor de sus caras.

—¿Tú también quieres un zumo? —preguntó ella disponiéndose a ir a por él a la nevera nuevamente—. Creo que tiene que haber de esa cosa azul isotónica que tanto te gusta en algún lado por aquí —dijo Niylah apartando las cosas de la nevera en busca de la bebida favorita de Noah.

—Niylah... —pronunció Noah entrecortadamente viendola allí.

—Estoy segura de que compre unas cuantas hace un par de días, no creo que hayas tenido tiempo de tomártelas todas... —dijo ella dejando ahora el zumo de Jared sobre la encimera para seguir buscando entre los estantes.

—Niylah... —repitió el chico de pie junto a la puerta al verla tan afanada buscando.

—Aunque conociéndote es posible que lo hayas hecho y yo no me haya dado ni cuenta porque...

—Mamá —pronunció Noah mucho más firmemente captando inmediatamente la atención de Niylah que se volvió de inmediato al oírle.

Eran pocas las veces desde hacía ya mucho tiempo que Noah apelaba a ella con ese termino, solía llamarla Niylah o cosas aún peores que prefería no recordar en aquellos momentos y tan solo la llamaba "mamá" cuando quería o necesitaba algo aunque esta vez ese "mamá" había sonado algo distinto.

Mientras más miraba su cara, Noah más consciente era de lo que le había ocurrido. De lo que su padre le había hecho, y más entendía todo cuanto estaba ocurriendo. Noah ya no era un niño. Era un adolescente, y ya podía cuestionarse ciertas cosas que quizás por miedo o por desconocimiento, jamás se había atrevido a plantearse hasta ahora.

Niylah frunció el ceño y su rostro cambió súbitamente a preocupación cuando vio como Noah bajaba la mirada incapaz del todo de enfrentarla.

Ella se acercó a él y llevo la mano a su cara acunándole la mejilla para buscar después sus ojos un tanto angustiada.

—¿Qué ocurre? ¿te... te quieres ir? ¿no quieres estar aquí conmigo? ¿es eso?

Cuando a Niylah la voz le tembló, Noah sintió que algo se revolvía dentro de él y tan solo dio un paso hacia ella abrazándola inesperadamente para Niylah que se sobrecogió al devolverle aquel abrazo tan sentido suyo.

—Cariño, háblame. Me... me estás asustando.

—Lo siento, mamá, lo siento —se disculpó Noah rompiendo a llorar afectado al ocultar su cara sobre su hombro.

La cara de Niylah cambió en el instante en que comprendió lo que estaba sucediendo y su corazón se encogió dentro de su pecho, abrazando a Noah contra este aún más con fuerza.

—No pasa nada, ya está, no pasa nada —murmuro ella besando su mejilla y después su pelo mientras sus ojos se llenaban de lagrimas lentamente—. A partir de ahora todo estará bien, todo ira bien, lo prometo.

—Yo... yo debí...

—No, soy yo quien debió protegeros, Noah, yo soy la madre y vosotros sois lo más importante que existe en mi vida, yo debí... debí darme cuenta de lo mucho que todo esto os estaba haciendo sufrir, lo siento yo también, no fui justa con vosotros pero... pero no podía... yo no... no podía reaccionar de otra manera, tenía miedo, miedo de perderos a los dos —se disculpó Niylah con vehemencia entre lágrimas tomándole de la cara para verle a los ojos—. Sé que llevas mucho tiempo enfadado conmigo por dejaros pero yo no os he dejado nunca, siempre he intentado estar con vosotros, llevo años intentando estar presente en vuestras vidas a pesar de todo, tienes que entender que lo he intentando, Noah. Siempre lo he intentado.

—Lo sé, lo siento —sollozó él cubriéndose la cara con la mano muy afectado—. He estado tan enfadado contigo que... que no he visto en todo este tiempo el daño que te estábamos haciendo.

Niylah que tan solo le abrazó temblando volvió a besar su pelo cerrando los ojos ya que jamás creyó que llegaría ese momento.

—Todo va a estar bien, él ya nunca volverá a hacernos daño. Te prometo que a partir de ahora todo será diferente. Ya jamás tendrás que vivir con él, jamás tendrás que obedecerle.

Monty que se había levantado a ver por que tardaba tanto ese zumo que el niño había pedido a Niylah cuando se asomó y les vio así, escuchó al niño tras él y tan solo se volvió sonriéndole haciéndole un pequeño gesto para ir a jugar nuevamente y que siguiese enseñándole nuevas palabras mientras estaban allí consciente ahora mismo de cuanto Niylah y Noah necesitaban de aquel momento.

Poco a poco todo iría colocándose en su sitio y la valentía de Niylah sería premiada con el amor absolutamente incondicional y el apoyo de sus hijos que solo la fortalecerían para seguir saliendo adelante.

Continuara...

La Fugitiva. Nuevos Comienzos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora