50. Idiota

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En realidad, Ontari hacía ya un par de horas que había terminado de reasignar y reorganizar las citas en la agenda del Drip Spectral Tattoo pero la verdad es que no quería irse. Poder pasar tiempo con Roan no era algo que pudiese hacer muy a menudo, especialmente, después de los últimos meses pasados.

Ya apenas iba por la guarida desde donde Murphy y ella operaban y se había ido desvinculando poco a poco de la pequeña organización que alguna vez los tres habían formado y que hasta ahora le mantenía unido a ellos.

Por supuesto, las circunstancias habían ido cambiado con el paso del tiempo, mucho más últimamente por lo que comprendía perfectamente la clase de atribulaciones que le mantenían alejados de ellos. Aún así, eso no impedía que echase de menos verle o hablar con él.

Si, el sexo con Roan tampoco había sido nada despreciable y lo extrañaba también pero añoraba principalmente su compañía.

De entre todos los que podían haber sido, Roan era el único que había despertado un interés real en ella y en su libido.

A veces pensar en Roan era tan abrumador que le costaba mucho hacerlo.

Murphy había disfrutado mucho chinchándola y metiéndose con ella constantemente todo aquel tiempo, sabía que el muy capullo solo lo hacía en broma pero había habido algunas veces en las que la mención de lo que podrían estar haciendo Roan y Lexa juntos, le había llegado a doler de verdad a pesar de no querer demostrarlo.

Ontari no tenía nada contra ella. Es más se alegraba de verdad de que hubiese encontrado razones y motivos más que de sobra para seguir adelante y dejar atrás toda esa mierda que había manchado su vida, pero aún estaba acostumbrándose a la idea de poder coincidir con ella alguna vez y verla de la mano de Roan, ver la forma en la que él se inclinaba contra ella para apartarle el pelo de la cara o simplemente para besarla.

Se le hacía un nudo en el estomago solo de pensar en ello.

Y lo peor, lo peor, lo peor de todo es que el infeliz estaba completamente enamorado de ella.

Lo veía en el brillo de sus ojos cuando pronunciaba su nombre por muy trivial que fuese la conversación, lo veía en la expresión torturada de su rostro mortificado cuando recordaba el posible daño que sus palabras o sus acciones pudiesen haberle hecho.

Lo veía ahora mientras le contemplaba trabajar en silencio ordenando aquel estúpido carro que le separaba de ella y del mostrador donde estaba sentada.

Parecía tan desolado, tan perdido...

Durante una fracción de segundo, su corazón se detuvo al fijarse bien en él y le dolió. Ojala pudiese evitarle todo ese dolor. El sufrimiento que estar con ella le podía estar provocando en el fondo de su alma.

Estaba bastante segura de que si pudiese meterse en su mente ahora mismo sería a Lexa a la que encontraría llenando cada pequeña parte de su cavidad craneal y al órgano que permanecía dentro de ella. Cada pequeño latido suyo, cada respiración eran solo por y para ella y joder, como dolía saber eso.

Ontari tuvo que apartar la mirada de él y posarla de nuevo sobre la agenda golpeándola suavemente con el boli que mecía su mano en un ansioso gesto casi de pesar y de disgusto.

Preferiría no tener que detenerse a pensar mucho en ello pero al parecer su mente tenía planes muy diferentes a los de ella.

Cuando Roan termino de reunir algunas cosas más en la pequeña cesta situada en lo alto del carro se acercó a ella y colocó la mano sobre su cintura antes de inclinarse para devolver aquel cesto a lo alto del estante de donde se interponía ella.

La Fugitiva. Nuevos Comienzos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora