49. Mentiras

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Si había algo que a Luna Woodward le sacase completamente de quicio es que la tomasen por una autentica idiota. Más aún, que lo hiciese una de las personas que más quería en la vida y de una manera casi tan descarada como era evidente que Lincoln lo estaba haciendo.

Cuando Luna dejo caer la puerta de la casa que compartía con él a las afueras de la ciudad y se adentro torpemente en el salón, no tuvo más que buscarle con la mirada para encontrarle sentado y mortificado al borde del sillón, con la cabeza gacha y los hombros hundidos sosteniéndole.

En cuanto Lincoln levantó lentamente aquella herida mirada suya y Luna vio toda aquella consternación reunida en él, creyó saber de inmediato lo que había pasado y cuanto lo lamentaba él.

—¿Dónde está? —fue todo lo que preguntó Luna fríamente con las llaves de la casa aún en la mano.

Lincoln que nada más escuchar aquel tono suyo se levantó del sofá mirándola con cautela compungido quiso dar un paso hacia ella.

—Déjame explicártelo, Luna —le pidió él con voz suplicante intentando que no perdiese los nervios sobretodo por lo que aquello podría afectar al bebé.

—No quiero ni necesito que me expliques nada, Lincoln —le interrumpió ella de forma cortante armándose de la poca paciencia que aún quedaba dentro de ella—. Solo quiero que me digas donde está ella.

Lincoln que cerro los ojos ante su duro tono bajo la cabeza arrepentido.

—Lexa se ha ido. He... he tratado de buscarla por los alrededores pero no he podido. No la he encontrado por ninguna parte, Luna, te juro que lo he intentado.

—Me mentiste —sentenció deliberadamente Luna contemplándole desde el mismo sitio en el que se encontraba desde que llegó—. Sabías que pasaba algo con ella y me mentiste.

—Roan... él... él no quiso asustarla, solo...

Vaya eso era mucho más nuevo.

—¿Roan?

Lincoln que la vio elevar una de sus cejas fríamente intentó explicarse mucho mejor de lo que lo había hecho ya suponiendo que ella ya habría hablado con él y que por eso se habría destapado todo eso.

—Lo de anoche fue un error por su parte, y sé que está muy arrepentido siento no habértelo dicho antes pero...

La expresión en la cara de Luna cambió y su rostro se endureció aún mucho más intuyendo lo que habría podido pasar entre ellos, y que Lincoln no solo le había mentido a expensas de como se encontraba Lexa si no que también lo había hecho por cubrirlo a él, y simplemente se dio la vuelta para ir a buscar a su hermana.

—Luna, por favor —imploró Lincoln queriendo seguirla al cruzar el salón—. Luna, escucha...

Luna que tan solo se dirigió a la puerta la abrió en silencio cerrando después de un portazo nada más cruzar el umbral, y dejándole allí de pie desolado y en silencio.

Lincoln supo de inmediato que esta vez si que lo había estropeado todo con ella y para siempre, porque se lo advirtió. Luna le advirtió lo que pasaría si él cruzaba esa línea que sabía que a ella tanto podría dolerle y aún así lo hizo sin pensar, sin calcular lo que sería mejor o no para ella, para Lexa, para todos.

Luna no le perdonaría jamás aquello y si tenía una posibilidad de que eso ocurriese alguna vez, le enviaría bien lejos de ella y de su bebé.

Lexa era una parte importante de Luna, como si alguien le hubiese sacado el corazón y le hubiese dado vida propia y dos piernas para andar por el mundo fuera de su pecho.

Eso suponía Lexa para ella, su corazón, su hermana, su familia, su amiga. Lo más importante en su vida y él no había sabido encajarlo aunque el verse desplazado le había dolido mucho más que todo aquello.

Las cosas entre él y Luna habían terminado y no por culpa de Lexa precisamente si no por culpa suya, por no ser capaz de confiar lo suficientemente en aquella fuerza de Luna para sobreponerse a los problemas. Había sido un arisco, un torpe y un déspota y la jugada le había salido poco redonda. Ahora tan solo tendría que apechugar con las consecuencias.

Enfrentarlas como un verdadero hombre y tirar hacia delante con todo aquello a cuestas.

Continuara...

La Fugitiva. Nuevos Comienzos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora