88. Líos

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Monty miro su reloj por enésima vez en menos de media hora no hacía mucho que había dejado a Harper en comisaria y en lugar de ir a comer como se suponía que debía hacer se había quedado en el estacionamiento dentro de su coche esperando a que Niylah saliese ya que a pesar de estar relegada al trabajo de oficina compartían el mismo horario de turno.

No estaba nada arrepentido de lo que le había dicho en comisaria y la verdad es que se sentía bastante dolido con ella por como le había acabado tratando. No entendía aquel cambio de actitud suyo de un momento para otro pero sospechaba que algo más debía estar pasándole para que su actitud fuese completamente otra al abandonar el despacho de Kane.

Nunca antes la había notado tan fría y distante con nadie incluido él y es que Niylah por todos era conocido que era cualquier cosa menos fría. Era extrovertida, divertida y pícara, muy vivaracha y despierta. Traía a todos de cabeza con sus ocurrencias y era muy directa.

Sus compañeras la apreciaban aunque despertase cierto recelo en algunas de ellas y sus compañeros aunque la consideraban muy buena policía no se fijaban en ella precisamente por sus dotes de liderazgo.

Niylah era preciosa, y su actitud la convertía en alguien atrayente e innatamente seductora. Era natural y no tenía filtros a la hora de soltar lo primero que se le pasase por la mente. Era inteligente y genuinamente cautivadora a su manera a pesar de no siempre pretenderlo.

Pero también era ecléctica y muy hermética. Quizás Monty no se hubiese percatado precisamente de cuanto hasta ahora.

Aunque era bastante popular allí y se hacía notar siempre con su presencia no tenía amigas o amigos en el cuerpo, solo compañeros y compañera. Acudía de cuando en cuando a las reuniones y las cenas que se celebraban en ocasiones especiales pero ahí terminaba la cercanía con el resto del cuerpo.

No era que no estuviese integrada, no pero no permitía ningún tipo de acercamiento demasiado cercano. Incluso Harper a la que había considerado una amiga para ella había puesto de manifiesto su nulo conocimiento sobre su vida fuera de aquellas paredes y hasta ahora Monty jamás se había preguntado el porque.

Quizás fuese porque no había sentido tal necesidad o porque su cercanía era mucho más próxima a Octavia que a Niylah. Realmente no fue hasta que Kane les instó a trabajar juntos que Monty había intentado conocerla un poco más. Y poco a poco el trabajo les había ido uniendo en la misma dirección.

Ni siquiera recordaba bien como habían llegado al punto en el que se encontraban ahora pero habían saltado chispas entre ellos una de aquellas mañanas patrullando en la que como siempre habían acabado discutiendo por tonterías y sin saber como habían acabado enrollándose en el coche.

Había sido muy incomodo el encontrarse con ella después de aquello pero Niylah se había limitado a comportarse como siempre y a dejarle claro que aquello no iba a volver a pasar en la vida.

Dos días después la recordaba de espaldas contra él con las manos apoyadas en los húmedos azulejos del baño del gimnasio en comisaria en el que se habían duchado y el vapor llenaba completamente todo el lugar.

Un par de compañeros habían irrumpido tras terminar sus rutinas charlando amistosamente entre ellos antes de dejar la bolsa de entrenamiento sobre uno de los bancos para dirigirse a las duchas individuales, pero en lugar de asustarles y hacer que parasen, la cosa se había vuelto aún más candente y habían subido a otro nivel con el atractivo de que pudiesen pillarles.

Hasta ese momento de su vida, Monty jamás se había considerado a si mismo una persona excesivamente sexual pero Niylah había conseguido despertar en él a un Monty de lo más desconocido y al que también le atraía la idea de poner a prueba sus límites y experimentar con ellos.

La Fugitiva. Nuevos Comienzos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora