77. Sin Perdón

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Después de haber estado vomitando tanto, a Luna Woodward aquel desayuno le había sentado de maravilla y aunque aún tenía algunas molestias se había despedido de Lexa dispuesta a presentarse en su trabajo como cada día.

El hospital estaba separado del Primes tan solo por unos cuantos kilómetros y a Luna le sorprendió mucho el haber llegado tan pronto al trabajo, cosa que iba a tener que tener en cuenta ahora que empezaba a pensar seriamente en buscar otra casa o un apartamento algo más cercano en la ciudad y abandonar la serena tranquilidad de las afueras.

Mientras se colocaba el uniforme hospitalario compuesto con un cómodo pijama premamá blanco lleno de puntitos azules, le daba algo de pena el tener que quitarse aquel bonito conjunto que Costia le había regalado con lo mullidito y calentito que se encontraba.

Luego pasaría por la tienda y le compraría algo en nombre de ella y de Lexa para agradecerle no solo el detalle que había tenido con ellas si no que les hubiese ofrecido asilo y refugio la noche pasada.

Tenía claro que hoy no haría falta porque contaba con que Lincoln hubiese recogido ya sus cosas y se hubiese marchado de su casa.

Quizás su actitud estuviese resultando algo caprichosa, intransigente y fría pero él había cruzado la única raya que ella le había pedido que no cruzase y de paso había provocado un distanciamiento y un conflicto entre ellas que no debía. Luna no podía pasar eso por alto, es más, no quería.

Quería a Lincoln, por supuesto, le amaba pero no por ello iba a permitirle cualquier cosa, si eso lo tenía claro ella, él debía a estas alturas tenerlo mucho más claro aún porque no era la primera vez que Luna le debía poner un alto en el camino.

¿Egoísta de su parte? Puede que si, pero si algo bueno le había enseñado su padre era que por amor no se debe perdonar absolutamente todo porque para empezar no tendría porque haber nada que perdonar.

Y Luna llevaba aquella norma como la más constante ley en su vida y por eso siempre que alguna relación le había ido mal, la había zanjado antes de pasar a males mayores.

No quería que su bebé aprendiese el tipo de cosas que Lexa había tenido que aprender por las malas y no permitiría esa clase de conductas delante de él o de ella. No soportaba las mentiras, las vilezas y las traiciones. No eran justas y no iba a tolerar ninguna de ellas de ningún modo, mucho menos si era Lexa quien se encontraba de por medio.

Cuando se dirigió a la puerta para salir fuera se cruzó con Abby, parecía preocupada.

—Oh, Luna, te estaban buscando abajo —le comentó ella mientras pasaba de largo hacia las habitaciones.

—Gracias Abby —le agradeció ella con un tibio gesto mientras se dirigía a los ascensores.

Luna que llegó al ascensor y pulso en él espero hasta oír como este subía y en cuanto las puertas se abrieron el rostro aprensivo y algo triste de Lincoln se encontró de frente con el de ella.

Lincoln que la había estado buscando desde primera hora salió del ascensor acercándose a ella con preocupación.

—Menos mal que estás aquí, no sabría si vendrías hoy, ¿estás bien? ¿ dónde has pasado la noche?

Luna que le vio acercarse a ella se mostró bastante condescendiente con él y tan solo elevó una ceja.

—No es asunto tuyo —respondió Luna antes de atreverse a mirarle a los ojos—. ¿Tienes todo lo que necesitas? ¿lo has cogido todo?

Lincoln que la miro desencajado supo que no había ningún tipo de vacilación en la mirada y que tampoco le temblaban el pulso o la voz.

—Luna, por favor, hablemos, ¿vale? —intentó suplicarle él acercándose más a ella.

Luna que ni se inmutó tan solo enfrentó su mirada con indiferencia.

—¿Hablar de qué? Te pedí expresamente que no le comentases a Lexa nada acerca de la idea de internarla y tú me aseguraste que no lo harías, y en cuanto me di la vuelta fue lo primero que hiciste así que dime Lincoln, dime exactamente de qué tenemos que hablar tú y yo.

—Las cosas no son así, malinterpretaste mis palabras Luna, yo... yo ayudé a Lexa la otra noche y solamente sugerí que tal vez debiese recibir ayuda algo más especializada, nada más, ella... no sé si sabes que Roan y ella discutieron y...

—Me lo ha contado —le cortó ella de lo más serena—. Lexa me lo ha contado todo, es más insiste en que debería darte otra oportunidad.

A Lincoln de primeras aquella confesión le tomo por sorpresa tras todo lo ocurrido pero después la miro suplicante.

—¿Y no vas a hacerle caso en eso?

—Creía que lo que ella dijese no importaba, no debía tenerse en cuenta, ¿recuerdas? —ironizó ella ya que Lincoln tan solo pretendía tener la opinión de Lexa en cuenta cuando le favorecía a él.

—Luna, por favor, lo siento —volvió a disculparse él con ojos afligidos intentando llevar las manos a su cara para besarla.

Luna que tan solo apartó el rostro retrocediendo se fijo en como a lo lejos paseaban algunos pacientes y había gente del personal.

—Evítate estos numeritos en público por el bien de los dos, ahora tengo que ir a trabajar y espero que si coincidimos en el turno actúes como el profesional que se supone que eres y nada más —repuso Luna mientras pasaba por su lado para ir al office de enfermería dispuesta a comenzar su ronda.

Lincoln que se volvió a verla supo en ese momento de que había jodido por completo las cosas con ella, y que no iba a ser nada fácil volver a ganarse si perdón por mucho que lo sintiese.

Luna había tomado una decisión firme y contra eso no había nada que hacer.

Continuara...

La Fugitiva. Nuevos Comienzos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora