Luna Woodward había estado tan afectada por lo ocurrido aquella tarde que en cuanto Lincoln había llegado a casa se había derrumbado en sus brazos totalmente desconsolada. Lincoln se había asustado un poco al verla así y había intentado comprender que la había llevado hasta ese estado pero cuando Luna le contó el incidente del supermercado él comprendió al instante que Lexa seguiría necesitando mucha más ayuda y mucha más terapia de la que hasta ahora había estado recibiendo.
Sentando a Luna en el dormitorio y sentándose a su lado intento hacerla entender que aún era pronto para Lexa, que aún llevaba fuera muy pocos días y que por muy bien que se mostrase algunas veces en el fondo siempre iban a existir algunos desencadenantes que la harían perder los nervios. Debían darle algo más de tiempo, y ser pacientes con ella.
Le había prometido que hablaría del incidente con ella mucho más adelante porque probablemente ahora mismo hacerlo sería contraproducente. Luna se había enjugado las lágrimas y respirado muy hondo un par de veces intentando recomponerse en aquellos momentos por ella. Esa vorágine de emociones constantes no le hacía ningún bien ni a ella ni a su embarazo que ya de por si era de bastante riesgo.
Lincoln la había besado y la había reconfortado de la mejor manera posible abrazándola y conteniéndola. Entendía la impotencia que Luna podría estar sintiendo pero también le preocupaba el bienestar de ella y de su propio bebé. Egoístamente, quería que ambos estuviesen bien porque la sola idea de poder perder a alguno de los dos nuevamente resultaría absolutamente devastadora, en especial ahora que Luna estaba a punto de alcanzar el tercer trimestre.
No quería decir que Lexa supusiese un problema pero si era un desafío para ellos, uno para el que no se habían preparado y que había llegado de pronto a sus vidas poniéndolas patas arriba. Lincoln jamás y nunca se lo reprocharía pero en el fondo de su ser algunas veces no podía evitar pensar que resultaría mucho más fácil todo para ellos si Lexa no estuviese.
Cuando eso ocurría, se sentía una mala persona por ser capaz de pensar algo así pero también tenía mucho miedo. Ya habían perdido dos bebés antes de que este llegase y le aterraba la sola idea de tener que pasar de nuevo por ella. Posiblemente su relación con Luna se desquebrajaría.
Era algo extraño para él, cuando Lexa estaba bien, Luna parecía estar mucho más exultante que nunca, la relación entre ellas era tan estrecha que juraría que hubiesen estado juntas toda su vida pero cuando Lexa estaba mal, Luna caía en picado sin que pudiese evitarlo y era inevitable verla tan hundida.
Claro que las hormonas también influían un poco pero la sola idea de ver a Luna llorar devastada por ella le corrompía el alma, y en el fondo no podía evitar culpar a Lexa por su estado de ánimo.
Por supuesto, Lincoln nunca lo admitiría en voz alta y mucho menos a Luna o estaba convencido de que ella no se lo perdonaría y por eso, solo por eso aceptaba que la presencia de Lexa allí no siempre conllevaría grandes alegrías. Era natural con todo lo que había pasado que hubiese cosas que desencadenasen en ella dolorosos recuerdos y que ralentizasen su proceso pero él también era humano y quería a Luna. Quería lo mejor para ella, y a veces dudaba que recuperar a Lexa lo fuese.
Si, le resultaba horrible y frustrante pensar de aquella manera y se castigaba mentalmente por ello.
Con todo lo que había ocurrido a Luna no se había acordado de lo de la cena y por tanto no la había cancelado. No había llamado ni a Jackson ni a Roan y ellos supusieron que seguiría adelante.
Luna había caído en ello muy tarde y aquello la había hecho reaccionar y centrarse en otra cosa que no fuese aquel sufrimiento suyo. Se había puesto manos a la obra y con ayuda de Lincoln que acababa de terminar su guardia en el hospital se habían puesto juntos a cocinar.
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La Fugitiva. Nuevos Comienzos.
FanfictionII Parte de La Fugitiva. Cuando la vida te golpea tanto y tan fuerte ya solo queda una cosa por hacer, una única cosa. Levantarse. Y a veces por muy difícil que te parezca no te queda otra que poder. Sufrimos, reímos, lloramos y sentimos con ellos...