Ontari despertó mucho más tarde de lo que habitualmente lo hacía en la mañana. Le sorprendió y mucho el que John Murphy no la hubiese despertado antes pero tampoco escuchaba la música alta con la que Murphy solía trabajar o los videojuegos con los que solía jugar en los tiempos muertos en los que debía esperar a que se descargasen los datos en los ordenadores así que supuso que no estaría en lo que ellos llamaban cariñosamente la Guarida, el lugar donde vivían y trabajaban juntos.
Encontró a Murphy sentado frente a los monitores con los cascos puestos atendiendo varios de los encargos que tenían mientras tecleaba aquí y allá reformulando y transformando algunos documentos en otros.
Ontari que se paso la mano por la cara se restregó los ojos con sueño y se dirigió a la pequeña cocina que tenían. Cuando cruzo la blanca puerta encontró una pequeña bandeja con varios cafés fríos recubiertos de nata y sirope, los favoritos de Ontari y también una cajita rectangular de color blanca y purpura.
Frunciendo el ceño Ontari se acercó a ella un tanto curiosa aunque desconcertada y al abrir la tapa tuvo que sonreír débilmente para si un tanto desconcertada al ver como un pequeño ramo de donuts glaseados de color blanco y morados envueltos con un lazo que la hizo volver la cabeza hacia la sala.
Murphy se había esmerado en procurarle un buen desayuno y cuando bajo la mirada a la tapa para volver a cubrirlo se quedo mirando el mensaje que había escrito justo debajo en bonitas letras cursivas decorando el interior de la tapa.
"Te mereces lo mejor, no te conformes con menos. Eres increíble"
De algún extraño modo aquello derritió el corazón de Ontari que se quedo mirando aquellas letras con cierta indulgencia y aprecio. Murphy solía tener detalles con ellas a menudo, pero nunca de ese tipo. Más bien un teclado nuevo, alguna figura de colección, algún software de última generación recién salido al mercado. Algunas películas en edición coleccionista. Alguna que otra camiseta o algún que otro milkshake, pero nada demasiado personal.
No solía ser ese su estilo por eso que la hubiese visto mal y hubiese hecho algo así por ella la hacía sentirse lo suficientemente importante para él y querida.
Ontari cogió uno de los cafés y le quitó la tapita curva y transparente antes de llevarse un poco a los labios para beber. El sabor dulzón y amargo al mismo tiempo le resultó delicioso y un pequeño rastro de nata y sirope se quedo en sus labios teniendo que retirárselo con la lengua.
Se quedo mirando el vaso y salió de la cocina volviendo a pasar por detrás de Murphy que seguía concentrado en las pantallas moviendo el pie al estridente sonido de la música.
Ontari que se detuvo tras él se inclinó hacia delante besándole en la mejilla antes de pasar la mano por su pelo con cariño.
Murphy que volvió la cabeza en cuanto sintió el inesperado beso y la vio allí simplemente le sonrió, conociéndola demasiado bien como para saber que no querría hablar de ello y menos aún por la mañana.
—Me debes una nueva playlist tenido en cuenta que me has dejado a mi colgado haciendo todo este trabajo —argumentó él en cuanto bajo un poco los cascos para poder oírse y oírla.
—Venga ya, si te deje todo prácticamente hecho, quejica —medio bromeó ella para picarle justo antes de ocupar su silla al otro lado frente a los monitores de su lado de la sala.
—¿Pero eso lo soñaste, dices? —la increpó Murphy frunciendo el ceño con una carita ofendida antes de volver la cara a la pantalla volviendo a teclear.
Ontari que alargó la mano dándole un pequeño empujón puso una cara al oírle un tanto cómplice.
—Pero serás cara dura.
Murphy que se echo a reír en el sitio sacudió la cabeza centrándose en lo que tenía delante viendo como una sonrisa aparecía en el rostro de Ontari por primera vez en muchas horas.
Le escocían y ardían un poco los nudillos pero esa sonrisa suya era sin duda la mejor medicina.
Continuara...
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La Fugitiva. Nuevos Comienzos.
FanfictionII Parte de La Fugitiva. Cuando la vida te golpea tanto y tan fuerte ya solo queda una cosa por hacer, una única cosa. Levantarse. Y a veces por muy difícil que te parezca no te queda otra que poder. Sufrimos, reímos, lloramos y sentimos con ellos...