53. Ahora

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Cuando Lexa Woodward salió del Drip Spectral Tattoo ni siquiera escuchó tintinear la campanilla de la puerta al esta cerrarse tras Costia. Estaba demasiado conmocionada como para percatarse de ello y simplemente echo a andar por la acera alejándose.

Costia echo a andar tras ella pero tampoco pareció advertirlo, al igual que no notó que Ontari salía instantes tras ella haciendo sonar la campanilla por segunda vez alejándose en la dirección contraria muy afectada.

Lexa se encontraba en shock. No por la candente y desagradable escena que se había encontrado al irrumpir en el estudio, no. El shock era porque una vez más había depositado toda su confianza en la persona más equivocada viéndose traicionada nuevamente y de la peor forma por la persona que había dicho amarla.

Costia que apretó el paso para alcanzarla cambió su expresión al no ver rabia o enfado en ella. Indignación. Lexa no montó una escena, no les insultó, ni les gritó, no reaccionó violentamente tal y como podría llegar incluso a entenderse, y ni un solo reproche salió de su voz, no.

La herida expresión de turbación inicial que había visto en sus ojos ahora no era más que una inmensa máscara vacía de dolor.

Sus ojos estaban completamente secos y aún así, Costia sabía que por dentro Lexa estaba aullando de dolor, sencillamente ahora mismo estaba más allá de toda reacción. Y eso era casi peor que verla hecha una furia, que enfrentar una despechada y enérgica reacción.

—Lexa... —intentó hacerla detener ella alargando la mano para pararla suavemente—. Para, espera, por favor.

Lexa que siguió andando sin más se detuvo sorprendentemente cuando las palabras llegaron a ella, y se volvió mirando a Costia como si por primera vez fuese consciente de que ella seguía allí.

—¡Menudo hijo de puta! —despotricó Costia totalmente ofendida por aquella situación—. ¡Pero que pedazo de cabrón!.

Lexa que tan solo se la quedo mirando parpadeó, y enseguida Costia rebajo su tono al darse cuenta del shock que había podido suponer para ella encontrarles así a los dos.

—Lo siento —expresó sincera Costia con preocupación al verla así—. Siento mucho que hayas tenido que presenciar eso y siento la forma en la que he reaccionado ahí dentro. Sé que esto no es de mi incumbencia pero es que no he podido evitarlo, perdona.

Lexa que tan solo se volvió observando a lo lejos la fachada del estudio, viendo como la figura de Ontari se perdía calle abajo a paso rápido no dijo nada. No pudo en ese momento aún en shock pero Costia seguía sumamente indignada por la forma en la que empezaba a descubrir como la gente alrededor de Lexa la trataba y para nada le gustó.

No la conocía apenas de nada pero estaba segura que Lexa merecía algo mucho mejor que una familia que la hiciese pasar por loca y una pareja que la engañase a plena luz del día y en el mismo lugar en el que trabajaba ella.

—Joder, pero menudo cerdo egoísta —no pudo evitar encenderse ella aún indignada.

Lexa que tan solo se volvió para seguir andando no movió una pestaña y tampoco alteró su expresión aunque Costia esta vez si que escuchó una contestación por su parte. Una muy queda y bajita.

—No importa.

Costia que reaccionó medio segundo después de procesar su contestación entendió la difícil situación en la que se encontraba Lexa, esa reformulación de la realidad que podía hacer que te planteases todo, aquel primitivo e insultante sentimiento de traición, esa oleada latente de shock.

La había visto llorar desconsoladamente al borde de aquella carretera en la que la recogió, la había visto deshacerse en lágrimas en su coche mientras se desahogaba con ella acerca de lo que su familia quería hacer con ella, y ahora no había ni siquiera una lágrima, una mala expresión. Era como si Lexa ya estuviese más allá del dolor.

—Espera, ¿a dónde vas? —preguntó Costia con preocupación viéndola muy dispuesta a seguir su camino—. ¿Quieres que llame a alguien o... no sé, qué te lleve a algún otro lugar?

Aunque la sola idea de hacerlo ahora mismo le generaba bastante temor, Costia ya no sabía que podía encontrarse.

—No, yo... —musito Lexa tan solo meneando la cabeza imperceptiblemente sin poder hilar bien sus pensamientos en aquellos instantes—. No importa.

Costia que la miro angustiada mientras la seguía por la calle muy de cerca intentó no dejarla sola tras todo aquello principalmente porque no la veía nada bien.

La había llevado hasta allí para recoger algo de ropa limpia que poder ponerse y de paso Lexa le había dicho que quería disculparse con él por un incidente ocurrido la noche anterior. Uno que la había hecho sentir tremendamente culpable y mal. Querría hacer eso antes de tener que ir a hablar con Luna y con Lincoln sobre el tema de internarla para que recibiese ayuda más especializada, lo que no esperaba al ir a recoger las llaves a la tienda ya que había salido tan precipitadamente la noche anterior que no se las había llevado, que fuese a encontrarse con semejante escena.

Le preocupaba que Lexa con lo susceptible que estaba pudiese tomar alguna drástica y peligrosa decisión, y también se sentía en parte responsable de ella porque de no haberla llevado allí quizás nunca les hubiese pillado juntos. No podía simplemente desentenderse y en el fondo tampoco quería renunciar a la idea de poder ayudarla en todo aquello y hacer que se sintiese mejor.

—¿Te llevo a algún sitio? ¿quieres... quieres hablar de todo esto?

—No, estoy bien —fue todo lo que dijo Lexa sin mirarla alejándose cada vez más de la tienda.

Costia que era capaz de ver que no lo estaba, no podía ignorar tampoco el hecho de saber que clase de circunstancias la rodeaban ahora mismo y no poder hacer nada por ayudarla en todo aquello.

—No, no lo estás. Creo que te vendría bien sentarte y detenerte a pensar en que es lo mejor para ti ahora mismo —le insistió Costia interponiéndose ahora entre ella y el resto de la acera—. Lexa, para por favor. Solo para.

Lexa que detuvo su cuerpo antes de casi chocar contra ella, tan solo levantó la mirada y se la quedo viendo unos momentos como si le costase hilar en el interior de su mente de lo que le estaba hablando.

—Detente, y piensa —le pidió Costia llevando sus manos a ella para que pudiese concentrarse en algo más que en su dolor.

Lexa la miro.

—Tan solo dime —le insistió Costia mirándola con un atisbo de preocupación—. ¿Qué vas a hacer ahora?

Pero no hubo respuesta por parte de Lexa, tan solo expectación. ¿Que qué iba a hacer ahora?

Ahora mismo no tenía ni la más remota idea de lo que iba a hacer, a decidir, a qué opciones recurrir aunque si algo tenía claro es que ya no podía seguir así.

Continuara...

La Fugitiva. Nuevos Comienzos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora