La cena en casa de Lincoln y Luna había transcurrido con cierta normalidad hasta bien entrada la madrugada. La comida había estado deliciosa aunque mucho más caliente de lo que todos esperaban, era lo que tenía cocinar a toda prisa a última hora. Aún así la habían disfrutado de verdad. La comida casera siempre era un lujo que muy pocas veces por culpa del trabajo y los apretados horarios podían disfrutar.
La conversación también había estado bien, amena y distendida. Habían podido tocar un montón de temas triviales, charlado acerca del tiempo, el trabajo y de como pensaban organizarse cuando naciese el bebé para continuar con aquel ritmo de vida y también sobre algunos planes de futuro.
Luego habían comenzado a hablar de nombres y habían recordado algunas anécdotas graciosas que Jackson, Luna y Lincoln habían vividos en el hospital y en la clínica. El postre había sido una autentica maravilla. Jackson había traído pastel de frambuesa y Roan algunos pastelitos de frutas.
Luna había preparado una mousse de chocolate con vainilla deliciosa y habían disfrutado mucho de ella.
Todos habían compartido mucho, todos excepto Lexa que había estado muy callada en todo momento y que más que comer se había dedicado a jugar con la comida distraídamente. Salvo algún que otro monosílabo, no se la había escuchado mucho, a decir verdad aunque tampoco es que pareciese estarles prestando demasiada atención.
Realmente había decidido estar allí por Luna porque sabía la ilusión que le había hecho organizar aquella cena pero ahora mismo lo único que le apetecía era meterse en la cama, cubrirse con las sabanas y desaparecer a ojos del mundo.
—No, no os juro que era algo enorme —escuchó decir a Jackson con una sonrisa mientras separaba una mano de la otra como para mostrarles la medida de la que hablaba—. Era algo de unos treinta o cuarenta centímetros y le cogía parte de la espalda y el trasero. Al principio os juro que pensé que era una flor o algo tribal, no os rías —bromeó Jackson al ver las sonrisas cómplices en sus caras—. Pero después me di cuenta de que era una foca, algo así como un león marino o... alguna criatura con cola bajo todas aquellas arrugas.
—Ay, no por favor —se horrorizó Luna divertida llevándose la copa a los labios para beber un poco más de zumo cubriéndose en broma la cara con la mano.
—Tendría como noventa años ese pobre hombre y os juro que solo distinguía manchas, rayas y más manchas ningún dibujo así que Roan amigo mío, digas lo que digas los tatuajes después de envejecer pierden todo su encanto —le vaciló Jackson mientras bebía un poco de su copa teniendo que reírse al ver la cara de Roan.
—De eso nada, los tatuajes a esa edad son una muestra de que has vivido mucho más allá de los límites establecidos y si con noventa o con cien aún los llevas es porque sigues vivo y puedes —opinó Roan llevándose una cucharadita de mousse a la boca—. ¿O tú que opinas, Lexa?
Luna levantó la mirada de su pedazo de pastel mientras que Lincoln cogía una cucharilla y Jackson volvía la cabeza expectante deseando oír su opinión al respecto.
Lexa que removía distraídamente la mousse con la cucharilla viendo como el chocolate iba formando dibujos sobre ella a medida que lo revolvía, tenía la cabeza apoyada en la mano contemplándola en silencio y no parecía percatarse de que le estuviesen hablando a ella hasta que notó que todos la miraban y se dio cuenta de que esperaban una respuesta a algo que ni siquiera había escuchado.
—¿Qué?
—De los tatuajes —intervino Jackson por si se había distraído un momento del tema—. ¿Qué que opinas?
Lexa que advirtió de lo que estaban hablando tan solo bajo la mirada a la copa volviendo a centrarse en ella antes de encogerse de un hombro.
—No me gustan.
Lincoln levantó la vista al escucharla, y Roan creyó que estaba de broma porque le medio sonrió desconcertado.
—¿Pero qué dices? Si tú tienes algunos.
Luna que recordó que era cierto volvió la cabeza para mirarla intrigada por aquella opinión.
—Ya—aceptó Lexa sin mucha expresión antes de dejar la cucharilla para levantarse necesitando un poco de aire—. Por eso no me gustan.
Luna que la vio pasar por detrás de Roan y dirigirse a la puerta de la entrada para salir, fue a levantarse al oír aquella confesión pero Lincoln la paro por el brazo. Tal vez lo mejor en aquellos momentos sería dejar un poco a Lexa a su aire. Roan que no llegó a entenderlo del todo tan solo volvió la cabeza escuchando como la puerta se cerraba y Lexa salía por ello.
Jackson que prefirió no tener que entenderlo tan solo volteó la cabeza a tiempo de ver cerrarse la puerta.
—Está no parece estar siendo su mejor noche, vamos a dejar de atosigarla un ratito, ¿vale? —dijo más por Roan que ya hacía el amago de levantarse hasta que Jackson le paro por el brazo.
—Pero...
—Roan, no —intervino Luna forzándose a si misma a no ir tampoco tras ella, aquel día estaba siendo el más difícil para Lexa desde que dejo el hospital y tal vez necesitase algo de espacio y tiempo a solas—. Tenemos que confiar en ella, en que será capaz de afrontar todo esto aún sin nuestra ayuda.
—Démosle algo de espacio esta noche —intentó persuadirles Lincoln para que Lexa pudiese tener esa privacidad que tanto merecía—. Ya mañana será otro día.
Roan que no parecía muy seguro acabó sentándose y volviendo a mirar la puerta por donde Lexa había salido. Todo su ser le pedía ir tras ella, comprobar y asegurarse de que estuviese bien pero su mente sabía que tenía que escuchar a Luna, a Jackson y a Lincoln, ellos eran quienes mejores sabían lo que Lexa requería para mejorar por momentos aunque nada de eso lograba quitarle aquella sensación de preocupación de encima.
Lexa lo estaba pasando mal y él la quería.
Continuara...
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La Fugitiva. Nuevos Comienzos.
FanfictionII Parte de La Fugitiva. Cuando la vida te golpea tanto y tan fuerte ya solo queda una cosa por hacer, una única cosa. Levantarse. Y a veces por muy difícil que te parezca no te queda otra que poder. Sufrimos, reímos, lloramos y sentimos con ellos...