17. Posibilidades

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Veinticinco minutos después de llegar al hospital vestida con el pijama azul del uniforme y tras colgarse la acreditación como miembro del personal de enfermería, Luna Woodward había vomitado el café y los dos tostadas con mermelada de frambuesa que había tomado a modo de desayuno como había hecho casi cada mañana desde hacía más o menos dos o tres meses.

Esperaba que la fase de las nauseas y los vómitos llegase a su fin ahora que iba a comenzar con el tercer trimestre del embarazo aunque suponía que aquello se debía mucho más a sus descontrolados nervios que al embarazo en si.

Después de salir del baño se había dirigido a la zona de los lavabos y había abierto el grifo para enjuagarse la boca y para lavarse las manos.

Abigail Griffin que permanecía sentada en uno de los bancos mientras luchaba con colocar bien una de las plantillas dentro de su zapato la había estado escuchando y en cuando se fijo en ella no pudo evitar recordar su embarazo con Clarke.

—Tranquila, al principio crees que esa sensación no se acabara nunca pero luego te prometo que mejora —le sonrió indulgente Abby al verla enjuagarse la boca.

Luna que cerro los ojos intentando reprimir aquellas nauseas sonrió hastiadamente al escuchar aquello.

—Eso he oído.

—A mi las galletitas saladas por la mañana, me ayudaban mucho con eso, quizás deberías probarlas —le aconsejó Abby mientras metía la mano en el zapato tratando de situar en una mejor posición la plantilla.

—Estoy dispuesta a todo con tal de no tener que repetir otro de estos viajes al baño así que gracias por el consejo, sin duda lo probaré —dijo Luna mirándola a través del espejo mientras cerraba el grifo—. Tú eres la nueva doctora de medicina general, ¿no?

Abby que se sintió aliviada cuando al fin pudo colocarla bien se inclinó dejando el zapato en el suelo disponiéndose a meter el pie.

—Si, soy yo. Me llamo Abby —le tendió la mano ella justo mientras se levantaba moviendo el pie nada más meterlo para acomodarse el zapato.

—Yo Luna, es un placer —le tendió la mano Luna tras habérsela secado con un pedazo de papel que tiró a la papelera situada bajo el lavabo.

Abby que le sonrió de vuelta bajo la mirada a aquel pijama azul de enfermera y sonrió fijándose mejor en su redondeada barriga.

—¿De cuanto tiempo estás? —quiso saber ella ya que parecía muy avanzada y le sorprendía que siguiese trabajando y no se hubiese tomado un descanso.

—Solo de veinticinco semanas y once días —le aclaró Luna bajando la mirada antes de acariciarse dulcemente la barriga—. Estoy enorme para tener solo seis meses, ya lo sé no hace falta que nadie me lo diga —medio bromeó Luna sonriéndose cansadamente al imaginar lo que Abby estaría a punto de decirle.

A Abby aquello le extraño y se echo a reír compadeciéndose tiernamente de ella.

—¿Es uno o son dos?

A Luna que hasta aquel momento no se le había pasado por la cabeza aquella idea bajo la mirada de nuevo como sopesando si aquello podía ser una posibilidad real.

—Pues sinceramente no lo sé, ahora que lo dices.

—¿No lo sabes? —preguntó Abby con preocupación acercándose al lavabo para comenzar a lavarse las manos antes de volver a pasar consulta ya que había tenido que interrumpir su ronda por culpa de aquel dichoso zapato—. ¿No te estás haciendo controles, Luna? Porque eso es peligroso.

—No, no es eso es que mi novio y yo queremos que todo esto sea una sorpresa —le sonrió Luna un tanto melancólica mientras posaba las manos justo sobre su vientre—. No es la primera vez que lo intentamos y algo sale mal así que no queremos hacernos aún demasiadas ilusiones, ¿sabes?

—Te entiendo pero llegados a este punto creo que podría casi asegurarte que el mayor de los peligros ya ha pasado —intentó consolarla Abby para que no se preocupase ya por el peligro de sufrir un aborto espontaneo o alguna otra mala consecuencia—. ¿Qué te dicen los médicos?

—Que todo va bien y que estoy estupendamente —recordó Luna de lo más contenta por ello sentándose en el banco donde Abby antes se encontraba—. Les he pedido que me guarden las ecografías y todos los videos para cuando nazca, lo único que queremos que nos aseguren es que está bien.

Abby comprendió aquella reticencia suya después de saber lo de sus intentos fallidos y se compadeció un poco de ella.

—Seguro que todo va a ir bien, confía en ello.

—Eso espero, ¿y qué te parece todo esto? ¿te tratan bien aquí?

—Solo llevo unos pocos días, la verdad pero no puedo quejarme del trato, hay mucho mejor ambiente que en mi antiguo hospital —dijo Abby cerrando el grifo tras lavarse las manos cogiendo un par de toallitas desechables del dispensador de papel—. Aunque sigo sintiéndome rara al ser la nueva.

—Esa sensación desaparecerá en unos días y podrás sentirte una más de nosotros, nos ha pasado a todos, descuida —quiso tranquilizarla Luna con una sonrisa—. Bueno, yo tengo que seguir, cualquier cosa que necesites búscame, estaré por aquí.

—Gracias, Luna eres muy amable —se despidió Abby de ella disponiéndose ella también a salir—. Yo también he de seguir con mi ronda, nos vemos.

Luna le sonrió con aprecio una ultima vez y salió del baño separándose de ella en cuanto estuvo fuera con la idea que Abby le había implantado sobre su bebé en la mente.

La posibilidad de que fuesen dos bebés en lugar de uno era de lo más factible, la verdad, más aún habiendo estado sometiéndose a tratamientos de fertilidad, ¿cómo ni a ella ni a Lincoln se les había pasado por la mente en ningún momento?

Luna sonrió casi por inercia y sacudió la cabeza pensando por un instante en que aquello sería algo maravilloso y al mismo tiempo creyéndolo casi imposible.

Fuese lo que fuese, se enterarían en el momento del parto por lo que ahora mismo solo debía concentrarse en llegar al séptimo mes y comenzar ese tercer trimestre suyo en las condiciones más optimas para que todo fuese sobre ruedas.

Sería feliz con lo que sea que viniese.

Continuara...

La Fugitiva. Nuevos Comienzos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora