Existían un par de cosas en el mundo que para Monty Green resultaban absolutamente inexplicables. La formación del universo, la existencia de vida extraterrestre, que hubiesen ciertas evidencias de un mundo sobrenatural y que Niylah se hubiese enamorado de él.
Aún no podía creerlo.
Su suerte en la vida había sido algo limitada siempre pero que alguien como ella hubiese puesto sus ojos en él le hacía sentir como si hubiese sido el ganador de la mayor de las loterías, y esa sensación parecía no tener fin.
Después de haber pasado la gran mayoría del día trabajando, y luego con ella y con sus hijos Monty era extremadamente consciente de lo que le esperaría al llegar a casa. Reproches, pullas y cierta sátira por parte de Hannah, su madre y una vez más era consciente de que tendría que aguantar.
No es que Hannah no conociese su relación con Niylah es que a pesar de las sonrisas y el despliegue de amabilidad cuando la tenía frente a ella, Monty sabía que Hannah no la soportaba.
La creía responsable de aquel cambio de actitud en él. De que hubiese estado dando señales de un carácter que nada tenía que ver con el que ella conocía, y de que Monty ahora tuviese una voz propia y bastante más decisión.
En definitiva, que no hiciese ya todo lo que ella quería y se opusiese a pasar todo su tiempo libre con ella.
Monty adoraba a Hannah y durante mucho tiempo ocupó el lugar que ella había escogido para él, pero ahora debía entender que las cosas eran distintas, que él debía hacer su vida y que no podía seguir demandándole y exigiéndole sumisión continua.
No era justo.
Ni para él, ni para su hermano pequeño, ni para sus vidas.
Por suerte para él cuando entró encontró a Hannah dormida en el sofá con la televisión encendida de fondo, y sin hacer demasiado ruido cerro la puerta tras de si y se dirigió escaleras arriba en silencio hacia su habitación. Al pasar por delante del cuarto de su hermano vio la puerta abierta y la cama hecha así que supuso que él también habría salido con sus amigos.
Cuanto entró a su habitación cerro la puerta sin hacer demasiado ruido, y dejo las llaves sobre la cómoda quitándose después la chaqueta y los zapatos disponiéndose a dirigirse a la cama sacando su móvil. No hacía ni un cuarto de hora que había hablado con Niylah por ultima vez pero se moría de ganas de volver a oír su voz por lo que acomodándose sobre la cama le marcó.
Dio un tono, dio dos y a la tercera ella al otro lado descolgó.
—¿Has llegado a casa bien? —preguntó Niylah antes siquiera de que él pudiese decir una sola palabra.
—La verdad es que he tenido que desviarme un poco —respondió Monty acomodando una almohada debajo de su cabeza para poder estar más cómodo.
—¿Y eso? ¿qué ha pasado? —se preocupó un poco Niylah cerrando la puerta de su habitación al otro lado.
—He tenido que ir al hospital.
—¿Qué dices? ¿al hospital? —se asustó Niylah al otro lado del teléfono sentándose en la cama—. ¿Por qué?
—Porque no sabía si era normal que el corazón se me parase, nada más recibir un beso tuyo, estaba terriblemente preocupado por eso —contestó él muy serio en broma.
Niylah que quiso matarle en aquellos momentos tan solo se llevo la mano a la cara teniendo que romper a reir en bajito por sus ocurrencias.
—Eres un crío.
Monty que tuvo que reírse al escuchar su risa hizo un gesto sin más apoyando un pie sobre el colchón haciendo que una de sus rodillas apuntase al techo con la otra pierna estirada.
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La Fugitiva. Nuevos Comienzos.
FanfictionII Parte de La Fugitiva. Cuando la vida te golpea tanto y tan fuerte ya solo queda una cosa por hacer, una única cosa. Levantarse. Y a veces por muy difícil que te parezca no te queda otra que poder. Sufrimos, reímos, lloramos y sentimos con ellos...