92. Lo Necesito

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En la mente de Niylah rondaban muchas cosas entre ellas un par de disculpas, en el fondo de su ser quería decirle a Monty que sentía la forma en la que le había tratado y que le gustaría poder compensárselo de alguna forma pero también su mente estaba ocupada en por otro tipo de pensamientos que le impedían poder hacer eso.

No es que no hiciese algo de fría brisa en el estacionamiento del Nightbloods donde le había citado al empezar a oscurecer pero ella tiritaba por otra cosa apoyada sobre un lateral del coche intentando pasar desapercibida de miradas indiscretas.

Aquella no había sido su mejor mañana desde luego que no, y la tarde tampoco había sido buena, suponía que la noche que tenía por delante tampoco iría mucho mejor pero por lo menos quería tener la conciencia limpia y dejar claro a Monty que nada de lo que ocurría tenía que ver con que él hubiese hecho nada malo. Que le liberaba de alguna forma de aquella responsabilidad suya que pudiese sentir.

Nada de aquello debía ser problema suyo, ella había sido la del error. Error al creer que podría tener una pequeña parcela de vida propia y privada sin que nada afectase y que la hiciese feliz.

Cuando Monty apareció en el estacionamiento lo hizo andando, su gesto más serio y consternado de lo habitual, sus manos metidas en los bolsillos y su rostro envuelto en una fría mascara de cierta indiferencia, y reproche.

Niylah estaba segura de que él le echaría en cara el haber estado jugando con él, el no decirle que estaba casada, que tenía hijos, el no contarle absolutamente nada de su vida cuando él había sido siempre abierto como un libro que leer y releer, pero ella no tenía ese lujo por más que lo quisiese.

No podía ser abierta según que cosas y aunque su carácter era extrovertido, directo y frontal cuando se trataba de otros asuntos, cuando se trataba de su vida se sentía insignificantemente pequeña. Reducida a la nada. Y eran pocas las veces que sabía encajarlo.

Su situación era complicada desde hacía ya mucho pero en los últimos años las cosas habían empeorado drásticamente. Al principio, todo había sido muy distinto pero en el momento en que quedo embarazada fue como el fin de una bonita era para dar paso a otra mucho peor.

No sabría ni explicar como es que permitió que aquello llegase tan lejos pero siempre que trató de solucionarlo, Richard, su marido logró voltear las tornas y hacerla recular con la peor de las amenazas.

Con el paso de los años ella creyó que se cansaría, que la dejaría en paz, que centraría sus atenciones en otras, cosa que hizo pero que tampoco impidió que siguiese con aquella fijación enfermiza con ella.

El siguiente embarazo fue aún peor que el anterior, Niylah lo tomó muy mal. No deseaba traer otro hijo al mundo para que tuviese que pasar por lo mismo que Noah y ella ya estaban pasando pero él no le permitió abortar. Se volcó con ella en cuidados y atenciones, y por primera vez en mucho tiempo Niylah creyó firmemente que había cambiado pero luego tan solo le demostró que no.

Quería tener otro bebé porque era la forma de asegurarse de que ella no pudiese estar con nadie más durante unos buenos años, al menos ahora que Noah estaba haciéndose mayor y ya no dependía tanto de ella.

Pero las cosas no habían ido nada bien y Niylah al darse cuenta de ello, nada más nacer su hijo se había plantado. La discusión habría subido de tono hasta tal punto que ella había escuchado a Jared llorar y habría ido a buscarle arriba a la habitación, él le habría vuelto a gritar desde abajo y con el calor del momento Niylah se habría dirigido con el bebé en brazos de regreso por el pasillo para pedirle que se callase con tan mala pata que habría pisado un juguete que Noah habría dejado tirado por ahí, habría tropezado y se habría caído con el niño por la escalera.

La Fugitiva. Nuevos Comienzos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora