37. Divertido

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En cuanto Niylah apoyó la cadera en la mesa de Monty Green, su compañero en comisaria y él levantó la vista viendo aquella picara sonrisa suya supo exactamente a que se debía.

Al fin les habían levantado el castigo y al fin iban a poder salir a la calle y dejar a un lado todo aquel pesado trabajo de oficina.

—Ponte tacones nuevos y descorcha el champan que hoy nos vamos de fiesta, princesa —le saludo ella con ese genuino entusiasmo suyo pasando por su lado para ir a por las llaves del coche patrulla a su mesa.

Monty que tan solo le dio una mirada al oír como le hablaba, se la quedo viendo terminando de apilar unas carpetas sobre su mesa y rodo los ojos.

—Nunca he visto a nadie tan desesperado por pisar esas calles de nuevo.

Niylah que estaba exultante por poder volver a hacerlo saco las llaves del cajón y lo cerro de golpe mirándole por encima de la mesa con una sonrisa.

—¿Pero qué dices? Una semana más metida aquí contigo y acabaré colgándome del perchero.

Monty que tan solo dejo las carpetas a un lado se puso en pie y se alisó la camisa del uniforme con la mano, abrochándose bien el cinturón armero antes de salir de la mesa ignorando sus advertencias.

—Entonces mejor hablaré con Kane y que nos deje un par de días más aquí por si de verdad te animas a hacerlo —le replicó él escuchándola reír por la emoción de patrullar de nuevo.

—Oh vamos, no seas carca si en el fondo sé que te mueres por salir conmigo ahí fuera —le vaciló ella pasando entre las mesas para acompañarle hacia los aparcamientos—. Si te portas bien puede que hasta te deje conducir y todo.

Monty que se detuvo al oírla la miro esperanzado ya que ella siempre insistía en llevar el coche.

—¿De verdad?

Niylah que volvió la cabeza le dedico una de sus mejores sonrisas mientras alcanzaban las puertas de cristal para salir fuera.

—No, ni de coña pero también es bonito dejarte soñar algunas veces —volvió a vacilarle entre risas ella viendo la cara que él ponía.

Eran absolutamente incompatibles.

Absolutamente desiguales, y era tan pero tan divertido enredarle que a veces hasta le daba pena el hacerlo pero al mismo tiempo era divertido. Al menos, lo era para ella, un poquito.

Continuara...

La Fugitiva. Nuevos Comienzos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora