63. ¿A Mi Qué?

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Octavia Blake había salido algo preocupada de los baños de la primera planta del Nightbloods en busca de Monty Green, su mejor amigo y antiguo compañero de trabajo. El pobre tenía tan mala suerte que para una vez que venía acompañado de alguien, esta se ponía enferma.

Dudaba y mucho que le apeteciese que esa persona fuese Niylah pero conociéndola se habría apuntado a un bombardeo si con ello consiguiese fastidiar un poquito a Monty.

Alguna que otra vez mientras se cambiaban en los vestuarios de la comisaria habían hablado de él y sabía que Niylah no le toleraba mucho. Le consideraba infantil, mimado y protegido más allá de la razón y eso la ponía de los nervios. De ahí que se viese obligada a darle tanta caña cuando estaban cerca a fin de motivar ese pequeño cambio de carácter que esperaba de él.

Niylah quería que Monty espabilase porque no le veía nada preparado no solo para las calles, si no para la vida en si misma. Y ese trabajo suyo era verdaderamente peligroso, sus vidas no podían depender de un niñito de mamá inmaduro que pudiese meter la pata y ponerlas en riesgo.

En ese sentido Niylah se parecía mucho a ella solo que con un carácter mucho más dicharachero, directo y extrovertido. Niylah actuaba impulsivamente sin importarle nada o nadie en el momento pero era buena policía. Las veces que había coincidido trabajando en un caso con ella, le había sorprendido ver que lo tomaba en serio y que ponía todo su empeño en resolverlo sin descanso.

No la conocía demasiado bien, la verdad.

Más allá de comisaría, de las bromas entre compañeros, de los piques, las burlas y las risas, Niylah jamás hablaba de su vida. La mantenía separada totalmente del trabajo como se separaban el agua y el aceite en un estrecho vaso.

Alguna que otra vez, no Octavia claro, algún compañero se había visto tentado a preguntarle sobre porque después de tantos tiempo trabajando apenas se sabía nada de ella y la respuesta de Niylah había sido tan directa y tan buena que hasta a la propia Octavia la había sorprendido.

Que nadie sepa dónde te duele así no sabrán dónde darte.

Y joder, menuda razón llevaba la tía. Entendía perfectamente aquel razonamiento suyo, aquella regla tácita en su vida que tan bien le había funcionado hasta ahora. Niylah llevaba al menos seis o siete años en el cuerpo que Octavia supiese, había sido trasladada un par de veces y había ido a parar allí bajo el ala y la guía del teniente Kane.

Aunque era más que evidente que a él ella le desesperaba. Kane era un hombre sereno y tranquilo la mayor parte del tiempo, serio y metódico en su trabajo el cual le gustaba hilar con manos firmes y aguja fina.

Le había pasado muchas por alto a Niylah porque la consideraba ante todo una muy buena agente pero ahí acababa su condescendencia. Algunas veces no aprobaba sus métodos y se lo hacía saber cosa que solía generar un conflicto o dos entre ellos.

Octavia dirigió la mirada entre la multitud a hacia la mesa en que les había visto sentados en la zona de los reservados pero no vio a Monty. Quizás había demasiada gente y por eso no le divisaba bien así que se acerco a la zona de las mesas y el rostro se le cambió ligeramente porque no encontró a Monty, pero si a Raven sentada a la mesa tomando una copa con una de las chicas del club.

Estaba absolutamente preciosa, radiante como nunca la había visto.

Llevaba un mono ajustado y blanco que hacía resaltar su cuerpo y su castaña melena que caía suelta como una cascada por su espalda y sus hombros, y en el momento en que sonreía no lo hacía con los ojos pero podía ver mucho más animo en ella. ¿Pero qué hacía Raven con una de las chicas de compañía de Sonya en el club? ¿y por qué parecía estar charlando distendidamente tan cerca de ella?

Octavia trago lentamente y en el momento en que vio a Gina reír mientras parecía estar comentándole algo y llevar la mano al rostro de Raven para apartarle hacia atrás el pelo y llevar la mano a uno de sus brillantes pendientes, Octavia simplemente tuvo que retroceder y apartar la mirada de ellas tropezando con un chico que bailaba con sus amigos en la pista, antes de disculparse y alejarse torpemente de allí.

Aquel gesto de Gina había conseguido molestarla mucho aunque no entendía bien porque al igual que no entendía el porque necesitaría saber el motivo que había llevado a Raven a estar sentada tan cerca de alguien como ella y mucho menos a compartir una charla así.

De todas formas, ¿quién era ella para prohibirle nada en su vida o para sentirse ofendida por la presencia de alguien más allí? ¿si ni siquiera podían estar en la misma habitación sin tirarse los trastos a la cabeza?

No tenía sentido.

Aún así, Gina era... bueno, ella era... y Raven era... quizás Raven no supiese aún a lo que se dedicaba Gina o tal vez lo supiese y por ello habría acabado allí con ella.

Fuese como fuese le hacía poca gracia o más bien ninguna.

Raven merecía algo mejor, y después de todo lo que sabía que había pasado con ella más todavía.

Aún así allá ella si quería acabar enrollándose con una niñata cualquiera que le hacía ojitos y batía las pestañas postizas como si se tratase de un puto anuncio de perfume.

¿A ella eso qué? ¿qué podía importarle?

Que les diesen.

Un segundo.

A todas estas, ¿a qué había ido ella a la zona de los reservados?

Continuara...

La Fugitiva. Nuevos Comienzos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora