103. Necesidad

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Luna Woodward sentía aún como sus muslos temblaban por aquel último orgasmo tan demoledor para ella. Su piel ardía en lo más profundo y los ecos de placer aún la azoraban en rememorables oleadas desnuda sobre las sabanas acariciándose como si necesitase recordar las manos de Lincoln recorriéndola como lo habían hecho.

Sentía algo de presión en el vientre como si todo el peso de su barriga se hubiese concentrado en el mismo punto céntrico, y una pesada tensión la atenazase por dentro.

Lincoln estaba tendido aún junto a ella desprovisto de la misma ropa mientras con su mano la acariciaba haciendo rozar las yemas de sus dedos sobre su erizada piel recreandose en aquellas sensaciones mientras que sus labios aún la besaban en la desnuda piel de su cuello y parte de su cuerpo la arropaba.

Aquella había sido una de las mejores veces de toda su existencia, sin embargo aún sentía que no era suficiente.

En su mente algo no cazaba y por más que la besase, la acariciase y la abrazase ese algo seguía ahí, en lo más profundo de su cerebro, importunándola.

Sentía en el fondo de su ser que de alguna manera se estaba fallando a si misma por sucumbir a algo tan banal como el sexo pero al mismo tiempo la necesidad era tan apremiante, tan devastadora que imaginar no volver a ser tocada de aquella manera con Lincoln hacía que le doliese el estomago.

Lo cual resultaba ser un mero recordatorio de lo que sentía por él.

—¿En qué piensas? —quiso saber él en un suave murmullo mientras deslizaba la piel de su nariz por su cuello hasta posar sus labios muy lentamente en el suave espacio bajo su oreja haciéndola estremecer nuevamente por completo cerrando sus ojos mientras su respiración se volvía más profunda y pesada.

—En nada —murmuró ella en voz baja sintiendo como la mano de Lincoln descendía por su muslo para después subir con sus dedos abiertos muy despacio por encima de su centro rozándola.

—¿Seguro? —pronunció él más profundamente al sentirla temblar bajo su mano volviendo a besarla ahora sobre la suave piel de su hombro muy lentamente sin dejar de acariciarla.

La respiración de Luna se entrecortó un poco al sentir como la mano de Lincoln volvía a descender entre sus muslos muy suavemente y tuvo que unirlos necesitando detener aquel avance mientras arqueaba ligeramente su espalda sobre la cama como un gesto instintivo, natural en ella.

—Vamos, solo dímelo —le pidió él notándola relajar sus muslos en cuanto sus labios pasaron por encima de su clavícula comenzando un descenso sublime por su pecho.

—Sigo... sigo enfadada contigo... —recordó Luna muy quedamente necesitando cerrar sus ojos al sentir la mano de Lincoln deslizándose entre sus muslos mientras que sus labios se entreabrían alcanzando con la lengua su excitado pezón. En cuanto sus dedos se internaron en ella, y Lincoln succionó, un nuevo estremecimiento la recorrió haciendo que se le escapase un ahogado gemido.

Música sin duda para los oídos de Lincoln, que lo repitió en busca de un nuevo sonido.

La mano de Luna fue a parar a la suya sobre la unión de sus muslo, y la otra se aferro a la sabana con fuerza a su lado intentando contener aquella sensación, disfrutándolo aún sin pretenderlo.

—¿Muy enfadada, amor? —murmuró él sobre su pecho antes de deslizar la lengua por él haciéndola temblar nuevamente mientras sus dedos se hundían y salían más acompasada y lentamente calentándola.

La respiración de Luna se aceleró más y más al punto que eso fue lo único en escucharse en toda la habitación salvo algún que otro sonido de succión, y sus muslos acabaron abriéndose casi del todo sobre la cama, necesitando hundir sus desnudos talones sobre el colchón.

Dios, la estaba matando por dentro aquella excitante sensación.

Cuando el sonido de su humedad en la mano de Lincoln la sorprendió, Luna volvió a aferrarse a su desnudo hombro y tembló sintiéndose nuevamente muy próxima a ello.

—Ne.. nece... necesito...

Si, Lincoln sabía exactamente lo que ella necesitaba porque era lo mismo que necesitaba él. Solo que esta vez se demoraría un poco. Quería disfrutarla, contemplarla en todo su esplendor, saborearla por entero.

Sus labios abandonaron su pecho para posarse en su costado ligeros, placidos y fueron bajando, dejando un ferviente rastro de humedad en ella, haciéndola anhelar más y más.

Una de las manos de Lincoln se poso muy suavemente bajo su pantorrilla flexionándole la pierna y antes de que Luna siquiera fuese consciente de lo que estaba ocurriendo, su cabeza se interno entre sus muslo y sintió la lengua de Lincoln sustituir lo que antes habían sido sus dedos.

Jesús bendito.

Dios.

La exhalación que escapó de los labios de Luna fue tan genuina y sugerente que hizo al propio Lincoln temblar sintiendo como Luna presionaba sus caderas hacia él, necesitándole, como si el tenerle así de cerca aún no fuese del todo suficiente.

Su mano se alargó deslizándose por su barriga y alcanzó su lleno pecho jugando con su pezón, acariciándoselo, presionándolo mientras este goteaba entre sus dedos la escuchó gemir y jadear mucho más mientras su lengua se abría paso en su interior con un ansia casi impropia sintiéndola abrirse y moverse en busca de su boca.

Luna estaba tan cerca, tanto que de solo pensarlo, en anticiparse él mismo se excitaba aún más teniéndose que acariciar.

Cuando los excitantes sonidos se hicieron casi insoportables en la habitación, Lincoln decidió que había tenido suficiente y dándole un último lametón, la preparo para lo que estaba apunto de suceder mientras se colocaba entre sus piernas.

Luna sintió como su cuerpo le acogía y deslizó las manos hacia delante acariciando su enorme torso mientras sentía a Lincoln meterse en ella, abriéndose paso entre toda aquella humedad, acariciándola por dentro con su sexo.

Las manos de Lincoln se deslizaron por sus muslos y Luna se volvió a arquear sobre el colchón acariciándose, necesitando toda aquella sensación. Notando el poderoso cuerpo de Lincoln moverse liberándola de toda aquella concentrada tensión.

Vale, igual... igual si que ya no estaba tan enfadada o dolida con él.

Igual eran muchas más cosas las que habían estado encubiertas tras todo aquel enfado suyo.

Ahora mismo necesitaba que la tocara, solo eso. Que la acariciara, que... oh dios, que entrase en ella justo como lo estaba haciendo.

Ya después el enfado regresaría, ya más tarde podría echarle en cara todas aquellas cosas pero ahora mismo lo que ella necesitaba era todo ese placer, que toda esa necesidad que nacía en ella quedase del todo saciara.

Que Lincoln y ella volviesen a ser uno nuevamente como antes.

Que la amase.

Continuara...

La Fugitiva. Nuevos Comienzos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora