98. Chantajes

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A Lexa Woodward no le había temblado el pulso a la hora de presentarse en comisaría a pesar de la hora de la noche que era. No había querido decir nada a Luna porque sabía que de aceptar reunirse con el teniente Kane ella querría estar allí pero había cosas de las que no quería hablar delante de ella, no en el estado en el que se encontraba.

La había visto mal por la situación con Lincoln, y había hecho de tripas corazón al llamarle para pedirle que fuese a verla y que lo arreglasen a pesar de no merecérselo pero la felicidad de Luna para ella era lo primero.

Estar allí no era agradable.

Estar en un espacio tan grande y tan iluminado rodeada de gente uniformada que le recordaba al peor de los infiernos que había vivido hacia que el estomago se le encogiese. Es más sentía nauseas siempre que veía pasar a alguien esposado junto al agente o los agentes que le custodiaban por delante de ella que permanecía de pie en uno de los pasillos a la espera de que Kane la atendiese.

Finalmente habían acordado reunirse allí porque Lexa no confiaba para nada en reunirse con él en un lugar apartado o del que nadie supiese nada tal y como él pretendía que hiciesen en un principio.

Cuando la puerta se abrió, Lexa se volvió clavando directamente su mirada en los ojos de él que no tardó en sentir un gélido escalofrío.

Al fin se encontraba con ella cara a cara, sin intermediarios de por medio, sin papeles, tan solo él, ella y sus palabras.

—Adelante, señorita Woodward —la invitó él a pasar con un gesto de mano haciéndose a un lado.

Nada más entrar Lexa al despacho lo primero que hizo fue dirigir su vista hacia la persiana entreabierta y a la mesa donde reposaban un abre cartas y varias plumas cuidadosamente colocadas cerca de un lateral.

En cuanto Kane cerro tras ella, Lexa mentalmente calculo cuantos segundos tardaría en poder hacerse con una de ellas y clavársela en el cuello de ser absolutamente necesario.

El teniente Kane movido por la inercia y como si pudiese advertir sus intenciones bordeo la mesa y se sentó posando la mano directamente sobre el abre cartas antes de deslizarlo bajo aquellas carpetas de informes sobre la mesa disimuladamente antes de dirigir hacia ella su mirada poniendo buena cara.

—Me alegra encontrarla bien a pesar de las circunstancias y me alegro de que finalmente haya decidido reunirse conmigo hoy aquí —inclinó la cabeza él con aprecio hacia aquel gesto suyo—. Sé que nada de esto ha debido de ser fácil para usted y supongo que querrá terminar con todo esto cuanto antes.

Lexa que se le quedo mirando duramente movió ligeramente la cabeza dándole la respuesta que Kane menos se esperaba.

—Pues supone mal.

Kane que la miro sin comprender del todo frunció ligeramente el ceño.

—No comprendo.

—Oh, pues permítame que se lo explique —ironizó Lexa justo antes de inclinar su cuerpo ligeramente hacia delante sin apartar sus ojos de él—. Ustedes me han jodido la vida, usted han intentado matarme, ustedes han abusado de mi, me han torturado, violado y coaccionado, ustedes me han maltratado y vejado hasta más no poder y ustedes lo han hecho todo con el beneplácito de las autoridades que han sabido mirar a otra parte así que ahora ustedes me van a resarcir.

La expresión de Kane vaciló un poco ante aquella seguridad suya, tanto así que tuvo que carraspear un poco justo antes de bajar la mirada a los informes.

—Como... como comprenderá sentimos mucho todo lo que ha estado ocurriendo y le prometemos que no teníamos ni idea de que la situación en Fortress Kirk Bay hubiese alcanzado esa clase de punto trágico —se quiso disculpar una vez más él con ella.

La Fugitiva. Nuevos Comienzos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora