44. Todo

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Casi una hora y media después, Raven Reyes acababa de terminar de reunirse con un cliente con el que había sellado un acuerdo para dentro de un par de meses durante una comida en la avenida principal y tras acabar había decidido ir de compras.

A Raven siempre le había gustado mucho todo aquello pero por las razones menos imaginadas. Le hacía gracia ver como en cuanto pisaba una tienda y se fijaban en lo que llevaba puesto las dependientas prácticamente se pisaban entre ellas por lamerle el culo a pesar de que ella no requería atenciones nada especiales. Le gustaba ir a su aire.

Moverse entre las hileras de faldas, blusas y vestidos con total libertad e ignorar los estrafalarios carteles de gente perfecta vestidas con las ultimas extravagancias del lugar colgando por cada puto sitio de aquellas tiendas.

Consideraba su forma de vestir algo importante porque aún seguía siendo muy jóven como para que algunos la tomasen en serio, y porque Norma desde niña le había metido a la fuerza la idea de que la gente te trataba como te veía. Y lo había comprobado tristemente en aquel mundillo una y otra vez.

No buscaba nada en especial pero poco después de entrar en aquella tienda ya le había echado el ojo a un par de botas negras y a un precioso vestido blanco lleno de tiras cruzadas que lucía perfecto sobre el maniquí que coronaba el lugar.

Era bonito, era precioso pero era demasiado sexy y ahora mismo no sabía si se vería capaz de ponerse algo que pudiese llamar tanto la atención sobre su persona.

La otra noche en el club ya se había sentido extraña vestida extinguiendo algunas miradas que habían recaído en ella al dirigirse al despacho donde se reuniría con la Jefa de Seguridad para comenzar a trabajar en los protocolos y bastante discreta se había vestido ya así que no sabía lo que haría si alguien se le acercaba viéndose vestida así.

Le ruborizó la idea de tener que sentirse mal y avergonzada por ello porque antes sencillamente se preocupaba de esas cosas y llevaba todo cuanto le apetecía pero ahora sentía que no estaba nada bien que lo hiciese. Cosa extraña porque no había sido ella quien había cometido allí la falta y aún así, era la que estaba pagando en todo momento por ello.

Le dio rabia pensar que hasta en eso la habían cambiado. Que habían conseguido que la percepción que tenía antes de entrar a Fortress Kirk Bay de ella misma fuese tan distinta a como había sido al salir de esta. Y lo sintió injusto y ruin también.

—¿Te lo quieres probar? —escuchó decir a una dependienta que llevaba un par de segundos viéndola frente al maniquí de pie.

Cuando Raven se volvió al oírla, la chica vestida con un pantalón negro y una camiseta a juego con el nombre de la tienda grabado con hilo dorado en medio de la camiseta le sonrió con amabilidad.

—Creo si lo hicieses te quedaría muy bien —la animó la chica acercándose a la parte baja del maniquí donde se encontraban todos los vestidos con distintas tallas colgando para sacar uno de ellos y ofrecérselo.

Raven que la vio hacer eso enseguida extendió la mano comenzando a negar algo sonrojada.

—No, no, descuida solo... solo estaba mirándolo.

La chica que rio al escucharla ya que era evidente la forma en la que se había desconsolado al ver aquel pedacito de tela bonito, le sonrió acercándose a ella y dejando el vestido en sus manos.

—Vamos, pruébatelo. No querrás quedarte con las ganas de saber como te sentaría después, ¿verdad que no?

—Es que... no... no creo que sea algo para mi.

Aquello a la chica pareció hacerle mucha gracia porque bajo los ojos por el cuerpo de Raven como si le estuviese haciendo una autentica radiografía y no entendió que era lo que Raven podía ver mal en si misma que ella no viese.

—Pues yo creo que más bien todo lo contrario. Tiene que lucirte increíble con la figura que tienes. Vamos, anímate. Es solo tela, no muerde.

Raven que bajo la mirada al vestido pareció detenerse a pensar muchas cosas pero la sonrisa de la chica volvió a la carga al igual que lo hizo aquel tono alentador suyo.

—Venga, si lo estás deseando.

"Lo estás deseando", aquellas palabras llegaron a oídos de Raven en un tono completamente distinto y con el recuerdo de una voz masculina en su oído que le helo la sangre e hizo que las manos le temblasen y se le cayese la percha con el vestido dando un paso hacia atrás.

La chica que sonreía aún se agachó rápidamente para recogerlo y cuando levantó la vista y la vio totalmente pálida se apresuro a ponerse en pie para colocarle la mano en la espalda.

—Hey, ¿estás bien? ¿quieres un poco de agua? —preguntó ella al verla así de indispuesta repentinamente.

Raven tan solo negó imperceptiblemente sintiendo sus manos temblar y trato de volverse algo torpe para salir de allí.

—No, yo... yo... tengo que irme, perdona, lo siento.

La chica que la vio alejarse precipitadamente entre la ropa como si necesitase encontrar la salida desesperadamente se quedo un poco preocupada por ella, pero tan solo se volvió para devolver aquel vestido a su lugar. Su intención no había sido molestarla y tan solo esperaba no haberlo conseguido con sus insistentes gestos.

Raven que logró alcanzar la calle tomando aire como si todo el del mundo pudiese de algún extraño modo acabarse, tan solo se inclinó hacia delante necesitando apoyar las manos de sus rodillas mientras aquella frase, aquella imagen se repetía en su mente haciendo que le temblasen las piernas.

Lo habían jodido todo.

Completamente todo, en su mente.

Continuara...

La Fugitiva. Nuevos Comienzos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora