21. Misterios

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Para cuando Ontari entró en el Spectral Drip Tattoo lo hizo pasada la media mañana y echando un detenido vistazo al local. Estaba tal y como lo recordaba, los mismos espejos, las mismas sillas, las mismas estanterías, los mismos carros de tatuar. El mismo color de paredes.

Encontró a Roan cobrando a un par de críos que se acababan de estrenar la piel con una estrella ninja que posiblemente habrían escogido por parecer más dura que por tener algún sentido para ellos, y Ontari vio aquel entusiasmo aún adolescente en sus caras mientras se despedían de él, y la miraban al pasar por su lado como si fuesen lo suficientemente mayores.

—Les habrás pedido el carnet, ¿verdad? —dijo Ontari al escuchar la campanilla de la tienda cuando las puertas se cerraron tras ellos—. Porque creo que uno de ellos aún llevaba el pañal puesto.

Roan tuvo que medio sonreír al escucharla golpeando con sus dedos el mostrador.

—¿Ahora eres policía?

Ontari que se humedeció los labios al oír aquello se sonrió irremediablemente apoyándose en el mostrador de una forma innatamente sugerente.

—No, pero aún sigo conservando un par de esposas como bien recordarás —le murmuró ella jugando con la cadenita que llevaba al cuello.

Roan que la conocía demasiado bien tan solo sonrió y sacudió la cabeza ignorando aquellas insinuaciones suyas.

—¿A qué has venido, Ontari?

—Necesito algo de tinta —le sonrió ella sin dejar de clavar sus ojos en él que se movía por el estudio recogiendo los materiales que había estado utilizando para desecharlos—. Y también necesito repasarme este —le dijo deslizando la yema de su dedo por la cintura de su ajustado pantalón dejando ver la tatuada piel de su cadera que hizo que Roan contuviese el aliento—. ¿Crees que podríamos hacerlo hoy?

Roan que escuchó aquello último levantó la mirada de inmediato casi escandalizado.

—¿Hacer qué?

—Repasarme el tatuaje, Roan —le repitió ella lenta y deliberadamente al ver aquella expresión de su cara.

—Oh, si... si claro, no tengo ningún cliente más hasta las seis y media —dijo él yendo a lavarse las manos antes de coger un par de guantes para preparar todo y ponerse manos a la obra.

Ontari que sonrió para si al ver que aún conseguía ponerle de lo más nervioso se dirigió al asiento de cuero sentándose en él justo antes de recostar su cuerpo cómodamente hacia atrás.

—¿Cómo sigue Lexa? —quiso saber ella escuchándole cerrar el grifo y trastear con uno de los carros detrás—. ¿Está bien?

—Si, bueno. Tiene sus días pero en general se encuentra bien, mucho mejor ahora que está fuera del hospital —respondió Roan sacando algunas agujas nuevas, y preparando la maquina de tatuar antes de empujar el carro llevándolo junto al asiento de cuero acercando con la mano la butaca antes de sentarse a la altura de su cadera—. ¿Y Murphy? ¿está bien?

—Muy bien, ya le conoces —respondió Ontari fijándose en como dejaba la maquina sobre el carro y acercaba las manos a su cintura deslizando ligeramente la tela hacia abajo para poder trabajar mucho más cómodamente.

—Eso es genial.

—¿No vas a preguntar cómo estoy yo? —inquirió ella sin dejar de mirarle sintiendo sus dedos rozar trémulamente su piel bajo el látex.

Roan simplemente ignoró aquel tono suyo, y sonrió.

—No me hace falta. A ti te veo bien.

Ontari acabó teniendo que sonreírse dejando escapar una baja risita.

—Punto para el chico de los tatuajes.

—No, ahora en serio. Te veo bien —apreció él sincero mirándola a aquellos ojos suyos—. Sé que no me porte de la mejor forma contigo la última vez que nos vimos antes de todo esto pero quiero darte las gracias por como nos ayudaste, especialmente a Lexa y a esa chica, Raven. Estuviste fantástica y sin tu ayuda muy posiblemente las cosas habrían resultado ser muy distintas así que gracias, Ontari, de verdad.

—No hay de que —respondió ella algo más sincera devolviéndole aquella mirada suya prefiriendo no hablar demasiado de ese tema.

—Imagino que no ha debido de ser fácil para ti y para Murphy profundizar en todo esto, tan solo espero que no os haya metido en muchos problemas.

Ontari se encogió de hombros de lo más indiferente.

—Sabes que nos encantan los problemas, es por lo que vivimos, Murphy y yo —intentó bromear ella para restarle del todo cualquier clase de importancia.

—Ya —murmuró Roan fijándose en el contorno que rodeaba aquellas extrañas y simbólicas letras que Ontari llevaba tatuadas justo en la línea de la cadera. Ahora que se fijaba en ellas bien nunca antes le había preguntado el qué significaban—. Por cierto, ahora que lo pienso, este de aquí no fue cosa mía, ¿qué significa?

Ontari que bajo la mirada fugazmente al tatuaje sonrió para si justo antes de elevar sus ojos hacia los de Roan quedándosele viendo.

—¿Este tatuaje, dices?

Roan que deslizó la yema del dedo por encima de aquellas letras asintió con verdadero interés por ello.

—Si, parece hecho hace mucho tiempo.

Ontari que se llevó la mano a la cara apartándose ligeramente un mechón de pelo tan solo sacudió la cabeza.

—Es solo algo mío.

A Roan aquello le intrigó aún más porque normalmente Ontari era muy abierta con prácticamente todo y que no quisiese hablar de un simple grabado en su piel le extrañaba un poco.

—¿Tan tuyo que no puedes decirme qué significa? —insistió él con cierto desconcierto.

—Así es —respondió Ontari con indiferencia pasándose los dedos por encima del tatuaje antes de volver a fijarse en como estaba el lugar.

Roan que tan solo se inclino trató de descifrarlo por si mismo nuevamente pero aquellas pocas palabras no tenían ningún sentido para él, y Ontari que volvió la cabeza para mirarle tan solo sonrió.

—Ni te molestes, no vas a entender lo que dice ahí. Tan solo repásalo.

—Lo que tú digas, pero sé que tarde o temprano lo averiguaré —le aseguró Roan disponiéndose a ponerse manos a la obra un poco picado e intrigado.

Ontari algunas veces podía resultar todo un misterio para él y otras podía resultar un autentico libro abierto y aunque él creyese que le faltaban algunas páginas para hilar su historia, le intrigaba el poder descubrirla alguna vez.

Los tatuajes no solo eran simples garabatos sobre la piel. Contaban historias, suponían experiencias y otras veces encerraban secretos buenos y malos. Eran un recordatorio de algo significativo para la persona aunque otras muchas veces simplemente eran un derroche de dinero y poca imaginación como en aquellos dos chicos que acababan de irse del estudio.

Ontari no parecía ser de esas y si guardaba un misterio, el que fuese, Roan sabía que querría descubrirlo.

Continuara...

La Fugitiva. Nuevos Comienzos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora