Sin saber exactamente en que momento de la noche aquello había ocurrido, Niylah había perdido las llaves de su coche y estaba por fuera de este con su pequeño bolso abierto sobre el capo y con algunas de las cosas que este contenía totalmente esparcidas por encima de la roja superficie.
Monty que aún estaba algo acalorado sintió la fría brisa sobre ellos y la piel de Niylah erizársele cuando una pequeña ráfaga se coló a través del estacionamiento y acercándose a ella deslizó la mano desde la parte baja de su muslo en una caricia hasta su trasero inclinándose tras ella para poder besar su cuello.
Niylah que se tensó ligeramente al sentirlo sonrió pero al mismo tiempo hizo un gesto hacia atrás con la mano para pararlo.
—Intento encontrar algo, no me desconcentres.
—Si son las llaves las tengo yo —murmuró Monty medio suspicaz en su oído apartándole la larga melena rubia de la desnuda espalda mientras su mano la acariciaba por encima del vestido.
Niylah que se volvió al oírle puso una cara porque él sabía que llevaba al menos diez o doce minutos buscándolas y aún así no le había dicho nada.
—¿Va en serio? —preguntó ella fijándose en aquella aniñada sonrisa suya—. Venga, Monty dámelas.
Monty que sonrió al verla extender la mano hacia él para que le devolviese las llaves elevó sus cejas un tanto entretenido.
—Déjame llevarte a casa.
Niylah que se le quedo mirando sacudió la cabeza prácticamente de inmediato.
—No, de eso nada.
—Vamos, solo esta vez —suplicó él con una sonrisita queriendo ser todo un caballero y tener la posibilidad de demostrarle que no era ningún niñito justo antes de dar un paso hacia ella deslizando las manos por su cintura mientras atrapaba muy lentamente sus labios hasta hacerla acalorar—. Si me dejas haremos todo lo que tú quieras durante una semana. Absolutamente todo, lo prometo.
Niylah que tembló al sentirle sintiendo como las manos de Monty subían por su vestido y como su mejilla se deslizaba por su cara hundiendo la cara en su cuello hasta besarla muy suave y húmedamente, cerro sus ojos totalmente encandilada mientras trataba de centrar su atención en algo que no fuesen aquellas ardientes caricias suyas.
—Es tarde, y... y mañana... hay...
La mano de Monty se deslizó abierta por debajo de su vestido y en cuanto la acarició ligeramente hacia arriba arrancándole un sofocado jadeó, Niylah tembló contra el coche descentrada completamente.
Jesús.
Dios.
Monty la hacía estremecer como hacia tiempo que nadie hacía ya y solo imaginar aquel cuerpo suyo de nuevo sobre el de ella hacía que se humedeciese sobre su mano fervientemente.
Monty que sintió aquella cálida humedad acogerle curvó sus dedos consiguiendo deslizarse dentro de ella mientras la cubría con su cuerpo en el estacionamiento escuchando voces y gente riendo y despidiéndose a lo lejos, acabando la noche y deslizó la lengua por la curva de su cuello sintiendo como los dedos de Niylah se cerraban en torno a sus brazos necesitando sostenerse de algo para no gemir allí mismo delatándose.
—Monty...
Monty estrechó aún más el espacio entre ellos apoyándola contra la puerta del coche mientras sus dedos se movían en su interior y tuvo el impulso de succionar la piel de su cuello como si necesitase marcarla de alguna extraña manera haciéndola temblar y gemir más contra él con los ojos completamente cerrados.
Niylah sabía que si seguían así acabaría dándoles igual quien les viese y no acabarían la noche sin acostarse otra vez así que haciendo acopio de todas sus fuerzas de voluntad llevo las manos a los brazos de Monty y le paro.
—En... en serio, tengo que... tengo que irme.
Monty que estaba al límite de su aguante se refreno teniendo que sonreírse aún de lo más excitado pero lo aceptó y se apartó llevando la mano al bolsillo interior de su chaqueta antes de sacar las llaves de su coche pulsando el mando y abriéndolo.
Niylah que sonrió al verle inclinarse a abrirle la puerta, paso por su lado deslizándose contra él justo antes de sentarse dentro y vio a Monty inclinarse hacia el interior del coche sobre ella metiendo la llave en el contacto antes de atrapar sus labios en un ultimo y necesitado beso para aguantar el resto de la noche.
—Nos vemos mañana entonces.
—Si, tú sé un niño bueno y ve directo a la cama o querrás dormirte a media mañana —le vaciló ligeramente ella con una sonrisita—. Y no querrás que me chive al teniente Kane, ¿verdad que no?
Monty que se la quedo viendo mientras cerraba la puerta del coche elevó las cejas un tanto divertido antes de apartarse ligeramente para ir en busca de su coche.
—No te atreverías.
—Anda que no, tú solo ponme a prueba —le advirtió ella cómplice reprimiendo la sonrisa mientras se colocaba el cinturón de seguridad.
Monty que tuvo que echarse a reír tan solo sacudió la cabeza alejándose entre los coches y Niylah sonrió hasta que le perdió de vista. Poco después se miro en el espejo retrovisor y se atuso el pelo con las manos deslizando sus pulgares por debajo de sus ojos allá donde se le había corrido un poco el rímel, y deslizó las manos por sus hinchados labios de tanto besar viéndolos ligeramente enrojecidos y húmedos inclinándose ligeramente hacia la guantera para abrirla en busca de algo.
En cuanto encontró la dorada alianza entre los papeles la llevó al dedo anular de su mano izquierda y cerro el puño observando la pequeña hilera de piedritas blancas y brillantes alineadas en ella. Y después miro hacia el exterior viendo su bolso apoyado en el capo y las cosas aún fuera.
Niylah deslizó la mano por su cara antes de volver a abrir su coche saliendo de este y en cuanto recogió las pocas cosas con la mano y las metió en el bolso regreso al interior del coche dejando caer el bolso sobre el asiento del copiloto a su lado.
Llevando las manos al volante se la quedo mirando puesta en su dedo y tras medio segundo tan solo se inclinó ligeramente colocando su mano en la llave de contacto antes de hacerla girar y escuchar al motor rugir.
Si, era hora de volver a casa.
Ya se había entretenido demasiado por esa noche.
Continuara...
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La Fugitiva. Nuevos Comienzos.
FanfictionII Parte de La Fugitiva. Cuando la vida te golpea tanto y tan fuerte ya solo queda una cosa por hacer, una única cosa. Levantarse. Y a veces por muy difícil que te parezca no te queda otra que poder. Sufrimos, reímos, lloramos y sentimos con ellos...