83. Secretos

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De ningún modo Monty Green quería que las cosas entre él y Niylah acabasen así, lo que sentía por ella era más que una simple atracción y hasta que no se vio perdiéndola no se dio cuenta de cuanto significaba en su vida el tenerla.

No, no era amor.

No que él supiese al menos aunque no es que nunca antes lo hubiese experimentado realmente pero si sabía que sentía algo cuando se encontraba con ella y no, no se refería a lo sexual solamente.

Tal vez estar con Niylah le hubiese transicionado a algo mejor, a alguien mucho mejor, más adulto, más maduro, menos sensato y más extrovertido.

Niylah le había hecho espabilar en todos los sentidos y el cambio había sido más que evidente para todos excepto para ella que en algunas ocasiones seguía metiéndose con él y tratándole como a un crio.

Joder, él no era ningún puto crío.

Era un hombre y se merecía que ella le viese como tal en todos los sentidos no solo cuando le convenía que lo fuese.

Ni siquiera era consciente de lo que Harper le estaba contando ahora mismo, había desconectado el cerebro cuando las palabras rosas y vino habían aparecido en su vocabulario pero juraría que le estaba hablando algo sobre el ultimo tío con el que salió y lo extraño que había sido.

Mientras miraba por la ventanilla con Harper conduciendo al volante se fijo en el sol que hacía, en la gente que caminaba bajo este dirigiéndose a la compra, a sus trabajos, al colegio, al instituto o simplemente paseando y pensó en qué le gustaría hacer a Niylah los días en que hacía ese sol y lo tenía libre.

¿Le gustaría ir a correr? ¿ir a la playa a nadar? ¿tal vez ir de tiendas o pasear?

No es que sus horarios fuesen los mejores del mundo, a veces pasaban semanas inmersos en alguna investigación y se olvidaban incluso de tomar un descanso pero todos eran conscientes de que este tipo de trabajo tenía un precio.

No todo el mundo sería capaz de entender esa clase de vida, ni tampoco de formar parte de ella.

Era la clase de trabajo que acababa dejándote sin familia, sin amigos y sin vida social en unos años y la paga tampoco era lo bastante buena pero te quedabas porque se suponía que eso era lo que tenías que hacer.

Penso también en como serían los padres de Niylah, no los imaginaba nada absorbentes como su madre, dudaba que de haberlo sido Niylah hubiese salido así. Pensó también en si tendría hermanos o no y si serían menores o mayores que ella.

Quería saber más de su vida, averiguar que razones la motivaban para no seguir manteniendo esa clase de relación con él ya que hasta ahora les había ido bien y volvió la cabeza de pronto mirando a Harper, interrumpiéndola en su divertido y dicharachero monologo.

—Harper.

Ella se vio interrumpida mientras finalizaba la mejor parte y movió la cabeza fugazmente hacia él mirándole.

—¿Si?

—Tú eres amiga de Niylah, ¿verdad? —ya que siempre que estaban juntas se veían muy cómplices como esa mañana mientras intercambiaban impresiones sobre tiendas.

—Bueno, amiga, amiga... creo que si... —dijo Harper algo insegura sonriéndose un poco—. ¿Por qué?

—¿Qué sabes sobre ella? —le preguntó él con fingido desinterés mirando ahora por la ventanilla—. Sobre su vida privada, me refiero.

Harper que se dispuso a contestarle se sonrió ahora algo confusa y contrariada pensando bien en que contestarle.

—Pues la verdad es que no sé mucho sobre ese tema. Ya sabes como es Niylah, nunca habla demasiado de ella.

—Ya, ¿pero qué sabes? —insistió Monty nuevamente volviendo a la carga esta vez si mirándola.

—Sé que la trasladaron aquí hace un par de años y que lleva desde hace siete siendo policía. En realidad sé lo mismo que todos, que antes que aquí estuvo en otras dos comisarias y en varios departamentos distintos aunque no sé el motivo por el que la trasladaron, supongo conociéndola que habrá cabreado a alguien, algún superior y por eso se la habrán quitado del medio —se encogió Harper de hombros recordando el incidente con Kane esa mañana—. ¿Por qué lo preguntas?

—Por nada —dijo Monty volviendo a mirar hacia fuera—. Simple curiosidad.

—Oh vale, creí que lo preguntabas porque estábamos en su barrio —añadió ella volviendo a ojear la carretera disminuyendo la velocidad para detenerse bajo un semáforo.

Aquello que captó de inmediato la atención de Monty hizo que volviese la cabeza clavando sus ojos en ella. ¿Ese era su barrio y a Harper no le había parecido un dato personal y relevante que decirle?

Entendía porque Kane la prefería en comisaria.

—¿Niylah vive por aquí? ¿cómo lo sabes?

—Una vez se le estropeo el coche en comisaria y tenía prisa por llegar a casa así que me pidió que la dejase cerca de aquí —recordó Harper—. Era tarde y pretendía que la dejase a dos calles de distancia pero insistí porque estaba lloviendo mucho y finalmente me dejo llevarla hasta casa. Es por allí —le señalo Harper con el dedo por delante de su cara para que mirase la calle más alejada por la ventanilla—. Creo recordar que era la 108 o 110, no lo sé. Fue hace como dos años y estaba oscuro. Pero el buzón me resultó muy gracioso, muy Niylah, ¿sabes? —sonrió ella al recordarlo esperando a que el semáforo cambiase de color—. Era rojo y había un Snoopy blanco recostado encima como si mirase el cielo con sus gafas de aviador y y su gorrito, incluso el pajaro amarillo estaba allí, fue super gracioso comparado con los buzones tan aburridos de las otras casas. Recuerdo que me llamó muchísimo la atención porque no consideraba a Niylah una fan de los dibujos animados precisamente —medio bromeó ella viendo el semáforo cambiar justo antes de ponerse en marcha—. Supongo que todo el mundo tiene sus secretos.

Si, Monty no podría estar más de acuerdo con ello mientras miraba con ojos fijos la calle por la que Harper le había dicho que vivía mientras los dos se alejaban para seguir con la patrulla.

Él por ejemplo tenía uno muy bueno y era que se estaba enamorando de Niylah sin remedio

Continuara...

La Fugitiva. Nuevos Comienzos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora