12. Solo

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La cena en la prisión de Bradford Creek había terminado hacía ya casi tres horas, aún así Clarke Griffin no podía conciliar el sueño en su litera. Cada poco tiempo refunfuñaba y se movía buscando una posición cómoda en ella ya que la pesada escayola de su brazo le impedía sentirse del todo a gusto.

Le habían confirmado al fin que mañana se la quitarían cosa que estaba deseando que sucediese desde hacía ya días. Odiaba sentirse tan torpe, y el dolor había disminuido lo bastante como para que el yeso se convirtiese en un inconveniente sin sentido.

Fox su compañera de litera llevaba ya un buen rato durmiendo y de cuando en cuando la escuchaba murmurar algo. Roma, la reclusa que ocupaba la litera superior frente a ella roncaba con un libro abierto sobre el pecho y Hayden, quien ocupaba la litera inferior ojeaba una revista en la penumbra.

—¿Qué pasa, Clarke? —preguntó fijándose de reojo en que no paraba de moverse—. ¿La cena te ha sentado mal o es que el brazo te está dando la lata esta noche?

Clarke que suspiro algo malhumorada mirando al techo, finalmente se colocó de lado para poder verla desde lo alto de la litera y se tocó el brazo escayolado para poder colocarlo en mejor posición.

—Es esta mierda de escayola, apenas puedo moverme con ella. Esta cama es tan estrecha.

Hayden que paso la página de la revista sin más hizo un gesto restándole importancia.

—Bueno, piensa que ya mañana te la quitaran y ya no te dará tanto el coñazo.

Clarke que se alegró de aquello, se la quedo mirando en silencio unos segundos.

—¿Qué lees?

—Es un articulo sobre almas gemelas y todas esas chorradas, me hace gracia la forma en la que está escrito —medio sonrió Hayden con un gesto cómplice sin mirarla—. El amor no existe, es puro cuento que inventaron los fabricantes de bombones y lubricantes para ganar pasta.

Clarke que tuvo que sonreírse al oírla sacudió la cabeza acomodándose mejor en la almohada para poder seguir mirándola.

—A lo mejor si que existe, solo que aún no lo has encontrado.

Hayden que releyó por encima algunas líneas que caían justo bajo la tenue luz del pasillo la escuchó y levantó la vista volviendo la cabeza para mirarla.

—¿En serio te crees todas estas tonterías?

Clarke se encogió de hombros sin más menos escéptica que ella.

—Porque tengo un par de años más que tú y desde ya te digo que el amor existe los cuatro minutos y medio que consigues llevar a esa persona a la cama, después si el sexo no es malo puede incluso que le llames para repetir pero nada más, ese es el amor. El periodo de conquista previa, después pierde todo el sentido y es una atadura.

—También existen otros tipos de amores —le dijo Clarke fijándose en la forma en la que opinaba ella—. Ya sabes, de esos que te llenan de atenciones y de detalles, que consiguen que te ilusiones y quieras estar con esa persona todo el tiempo, ¿no te ha pasado nunca?

—Pues no, nunca —sentenció en firme Hayden pasando la pagina antes de acomodarse de lado en la cama dejando la revista sobre el colchón antes de levantar la vista para verla—. ¿Ahora vas a decirme qué a ti si?

La imagen de Lexa tumbada en la cama junto a ella, con aquella genuina sonrisa suya que llenaba inmensamente toda la habitación y aquella risa cómplice y traviesa que recordaba la hicieron bajar la mirada a la cama acariciando con la yema del dedo una de las hendiduras del colchón.

La Fugitiva. Nuevos Comienzos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora