141. Buena Persona

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Lexa Woodward estaba de pie en el pasillo del hospital sirviéndose un vaso de agua de uno de los dispensadores. No solo se encontraba mucho más tranquila si no que se encontraba verdaderamente feliz, flotando en una nube de ilusión, de amor y de conmovedora alegría.

Que Luna se encontrase bien y que el bebé hubiese nacido y estuviese completamente sano era un regalo sin duda que la vida había logrado hacerle y estaba tan pero tan contenta por ello que ninguna de las circunstancias que las había llevado hasta allí parecía tener tanta importancia como hasta ahora.

Aún tenía la sensación de tenerle entre los brazos, ese característico olor, ese calorcito que desprendía tan tierno cuando le tenía contra su pecho había sido una de las mejores sensaciones que hubiese experimentado nunca, y eso que a ella los bebés jamás le habían llamado demasiado la atención pero el de Luna era algo fuera de lo común para ella.

Una cosita pequeña, tierna e indefensa por la que daría cada segundo de su vida con tal de que se encontrase a salvo y tuviese una vida mejor de la que ella y Luna jamás tuvieron.

De hecho uno de los sobres que le había entregado el gestor de la propiedad contenía la llave de una bonita casa que le había gustado a Luna al ir a acompañarla a ver casas junto a Costia y que con parte del dinero de la indemnización le había comprado para que Lincoln, ella y el bebé viviesen tranquilos y en paz sin tener que preocuparse por los problemas económicos que los gastos de una casa pudiese suponerles.

Ella había escogido para si una algo más pequeña pero lo cierto es que no sentía que necesitase mucho más. Incluso le había parecido algo egoísta por su parte el haber dispuesto de aquel dinero para si en lugar de solamente dárselo a Luna como en un primer momento quería pero Costia la había hecho entender que ella también debía empezar a mirar un poco por si misma y buscar una estabilidad que también merecía.

Ahora estaba feliz con aquella decisión y estaba deseando entregarle la llave a Luna como regalo pero quería hacer algo especial para ella cuando saliese del hospital con el bebé y que se enterase de una manera mucho más bonita.

Estaba enamorada de aquella pequeña criaturita que había superado sus más altas expectativas y sueños y estaba más que convencida de que pasase lo que pasase iba a asegurarse de que ese pequeño fuese muy feliz e iba a consentirle todo lo que pudiese encandilada con su pequeña presencia.

Era ese rayito de luz que les faltaba a su vida y que había llegado a ellas para mejorar sus vidas después de tanto y tanto sufrimiento.

Abigail que salía de la habitación de Clarke en aquellos momentos se cruzó con ella en el pasillo y se detuvo nada más verla.

—Lexa...

Lexa que se volvió nada más escucharla le sonrió un poco muchísimo más tranquila que la ultima vez que se vieron.

—Señora Griffin, hola.

—Llámame Abby por favor, puedes llamarme Abby si quieres —volvió a recordarle una vez más la buena doctora con cariño—. ¿Qué tal se encuentra Luna? ¿has podido pasar ya a verla?

—Si, acabo de dejarla en la habitación con Lincoln y el bebé, es precioso y tan blandito, es una verdadera preciosidad —le sonrió Lexa a Abby encandilada llevándose el vaso de agua a los labios para beber un poco—. Gracias por haberme llamado, no sabía que se había puesto de parto.

—Me alegro de que me cogieses el teléfono, no estaba segura de si lo harías —le respondió Abby dulcemente agradecida de verla tan feliz a pesar de todo lo ocurrido.

—¿Y por qué no iba a cogerlo? —preguntó Lexa sin entender ya que ella no tenía nada contra Abby.

Abby que se había hecho sus propias taras mentales no olvidando todo el daño que su hija había causado a aquella chica, pudo comprobar una vez más la calidad humana de Lexa y tan solo sonrió con cierta tristeza porque aún no formase parte de la vida de Clarke con lo mucho que ahora mismo lo necesitaba.

—No sé, tal vez... asumí que no querrías saber tampoco nada de mi después de aquella ultima conversación que tuvimos en aquel baño.

—Yo estaba muy afectada, siento si le di esa impresión pero yo no tengo nada contra usted, se lo prometo —le aclaró Lexa fijándose en como un guardia de prisión salía de la habitación de Clarke y en cuanto reconoció aquel uniforme se tensó irremediablemente.

Abby que volvió la cabeza hacia el pasillo viendo a Finn Collins sacar el móvil dirigiéndose al otro extremo del pasillo para buscar una mejor cobertura se dio cuenta de que por instinto Lexa había retrocedido y alargó la mano hacia ella para tranquilizarla.

—Tranquila solo...solo está aquí por Clarke.

Lexa que volvió la cabeza hacia ella nada más escucharla trago lentamente algo insegura y apenas pudo procesar la información.

—¿Ella... ella está aquí?

Abigail que intentó poner buena cara no queriendo preocuparla o que pudiese ponerse mal por ello tan solo desvío un poco la mirada a la máquina de pronto necesitando algo de agua ella también.

—Si, está justo en esa habitación de ahí.

Lexa que dirigió los ojos casi por inercia e instinto hacia la puerta de la habitación se la quedo mirando sintiendo un nudo en el estomago al saberla tan cerca.

—¿Sigue sin encontrarse bien? —se atrevió a preguntar Lexa con un hilillo de voz muy quedamente.

Abby no quería mentirle aunque sabía que tampoco podía ser demasiado sincera con ella por las circunstancias, y porque dudaba que emocionalmente Lexa aún estuviese del todo recuperada.

—Su salud ahora mismo es delicada pero... pero estamos haciendo todo cuanto está en nuestra mano para que se encuentre bien —respondió Abby mientras se servía algo de agua llevándosela a los labios mientras temblaba ligeramente consciente de que la situación era un poco peor y más complicada para su hija—. Se pondrá bien, tiene que ponerse bien, tiene que hacerlo.

—Seguro —intentó consolarla Lexa a pesar de lo difícil que era para ella plantearse siquiera la posibilidad de pensar en Clarke de algún modo.

Abby que la miro llena de ternura al escucharla conmovida por aquella generosidad suya inmerecida hacia su hija, intentó sentirse optimista y agradecida por aquella palabra suya.

Lexa que forzo una pequeña sonrisa por ella bebió un poco más mientras sus ojos volvían a dirigirse a lo lejos hacia la puerta sintiendo sentimientos muy encontrados dentro de si ahora mismo.

—Yo... eh... será mejor que vuelva con Luna.

—Si, claro cariño, ve.

—Nos vemos Abby —se despidió Lexa tirando el vaso en la papelera antes de separarse para alejarse de allí.

—Hasta luego, Lexa —se despidió la doctora con cariño viendola alejarse por el pasillo de allí.

Lexa era una buena persona.

A pesar de todo, al margen de las malas o buenas decisiones que hubiese podido tomar en el pasado, Lexa era una buena persona y nada en el mundo podría convencerla de lo contrario.

Continuara...

La Fugitiva. Nuevos Comienzos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora