Roan se paso la mano con la que sujetaba el cuchillo por la cara dejando un pequeño rastro de sangre sobre su mejilla al rascarse un poco presa del nerviosismo y la inquietud del momento frente a Lexa que permanecía de pie con los ojos clavados en él y en el cuerpo ensangrentado de Ontari que permanecía tendido boca abajo sobre un charco cada vez más viscoso y grande.
Ontari con la mano aún extendida lograba apenas rozar con las yemas de sus dedos el suelo como si quisiese seguir arrastrándose para alejarse todo lo posible de Roan pero este no hacía más que mirarla con indiferencia escuchándola sollozar muy bajamente, extremadamente débil.
Lexa quiso acercarse en cuanto volvió a sentirla moverse agonizante, pero Roan levantó el cuchillo señalándola con él de forma amenazante.
—Te dije que no significaba nada para mi —le recordó Roan con dureza antes de mirar a Ontari y después a Lexa—. Te lo dije y no me creíste. Tenía que demostrártelo, solo así podría hallar la forma de que volvieses conmigo.
El llanto de Ontari se convirtió en un agudo lamento que se intensificó cuando Roan alargó la mano agarrándola por la blusa desde atrás para conseguir levantar su cuerpo de lado y que Lexa la viese.
A Lexa le horrorizó descubrir la blusa de Ontari completamente empapada en la zona del pecho, del estomago y muy cerca del cuello. Su rostro permanecía húmedo manchado de sangre y lágrimas, y sus ojos implorantes, suplicantes llenos de dolor mientras trataba de presionar con su mano la peor de las heridas, la del vientre.
—Roan... —fue todo cuanto pudo decir Lexa dando un paso angustiado hacia ellos—. Roan, solo déjame ayudarla. Permíteme llamar a una ambulancia y luego lo hablaremos.
—No —fue la sentencia firme de Roan al escuchar su preocupación por ella sacudiéndola bruscamente exasperado por la blusa—. Arruinó lo nuestro. No voy a dejarla ir sin más. Por su culpa tú ya no quieres estar conmigo.
El dolor fue tal para Ontari que Lexa tan solo tuvo tiempo de ver su cabeza caer como si estuviese a punto de desmayarse y la escuchó suplicar que parase, que la dejase, que alguien la ayudase con un hilillo de voz rota que se perdió en el aire.
—Por... por fa... vor...
Los ojos de Lexa se elevaron cuando los suyos se cerraron llenos de lágrimas que seguían deslizándose y goteando por su cara y buscaron los de Roan llenos de angustia.
—Roan, necesita un médico. Sé... sé que no querías hacerle daño, sé que no eres así y por eso vas a dejar que llame a una ambulancia, ¿cierto? —trató de insistir Lexa escuchando el bajo sollozo de Ontari al apoyar la cabeza contra el suelo sujetándose el vientre.
—¿Por qué tendría que hacer eso?
Lexa que trago al escucharle sin poder apartar sus ojos de Ontari mientras su mente trabajaba a marchas forzadas, tembló al recordar que tampoco era la primera vez que debía enfrentar una situación así y dirigió sus ojos a Roan poniendo la mejor de sus caras.
—Porque eres un buen hombre, Roan, yo sé que eres un buen hombre y si quieres que estemos juntos, sé que harás lo correcto y no la dejarás morir —intentó Lexa acercándose lentamente a ellos.
—No te acerques.
Lexa que ignoro aquellas palabras intensificó su prudencia y dio unos pocos pasos más bajando la mano temblorosa hacia Ontari para buscarle el pulso en el cuello y comprobar así cuanto tiempo podría quedarle.
—¡Que no te acerques! —le gritó Roan reaccionando al ver como la mano de Lexa se perdía a través del hombro y el enmarañado pelo de Ontari.
Lexa que logró colocar sus dedos sobre su cuello sintiendo apenas su pulso se sobresaltó al oírle pero se enfureció en el mismo momento en que Roan le gritó.
—¡No me grites!
Roan que no esperaba aquella reacción suya se envaró algo sobresaltado en el suelo viendola acercarse a él señalándole.
—¡No se te ocurra volver a gritarme! —le gritó Lexa señalándole con el dedo ensangrentado.
—Solo... solo quiero... —intento aclararle Roan nerviosamente al verla así.
—¡Me da igual lo que tú quieras! ¡Me da igual! —le gritó ahora Lexa perdiendo los nervios ante su actuación—. ¡Mira lo que has hecho! ¡Mírala!
Roan fue a decir algo de lo más furioso pero Lexa le dio tan tremendo bofetón con la mano abierta que el cuchillo que tenía Roan en la mano se le zafó y acabó a pocos centímetros de otro de los asientos de cuero a lo lejos.
Él pareció sorprendido. Casi en shock por su inesperada reacción.
No esperaba a esta clase de Lexa tras el espanto inicial de su reacción.
—¿Crees que mereces que me plantee siquiera estar contigo después de lo que has hecho? ¿de verás lo crees? —le gritó Lexa de lo más furiosa yendo a por el teléfono al mostrador.
Roan alargó la mano al verla pasar intentando detenerla, intentando incorporarlo sin poder conseguirlo del todo y entonces Lexa vio la mancha de sangre tras él.
Él había herido a Ontari de aquella horrible manera pero ella había logrado herirle para defenderse también, y al parecer las piernas a Roan apenas le respondían porque su columna era la que se encontraba apuñalada.
—¡No les llames! ¡Creerán que has sido tú! ¡Les diré que has sido tú! ¡Volverán a encerrarte!
Lexa que descolgaba el teléfono en aquellos instante se tensó nada más escucharle sintiendo el corazón darle un vuelco pero tan solo negó con la cabeza. Esta vez nadie la iba a asustar, nadie la iba a amedrentar. Esta vez haría lo que debía hacer y que ocurriese lo que tuviese que suceder.
—¡Me das asco!
Roan que trato de separarse de la pared para arrastrarse ligeramente hacia el mostrador sintió el lacerante dolor en su apuñalada espalda y gritó al alargar la mano hacia ella con la intención de alcanzarla.
Lexa que marcó el numero de emergencias sin siquiera pensarlo una vez más espero a que el operador o la operadora contestase y en cuanto descolgaron, dio la voz de alarma sin pensarlo.
Esta vez Roan no se saldría con la suya. No utilizaría el cariño que ella pudiese tener por él para manipular la realidad a su favor. Esta vez había ido demasiado lejos y esta vez pagaría por lo que había hecho.
Esta vez la culpa recaería sobre el verdadero culpable y no en ella y esta vez Lexa era bien consciente de quien tenía la responsabilidad de todo aquello.
Él.
Continuara...

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La Fugitiva. Nuevos Comienzos.
FanfictionII Parte de La Fugitiva. Cuando la vida te golpea tanto y tan fuerte ya solo queda una cosa por hacer, una única cosa. Levantarse. Y a veces por muy difícil que te parezca no te queda otra que poder. Sufrimos, reímos, lloramos y sentimos con ellos...