45. Pura Ironía

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Octavia Blake se había duchado, preparado algo de comer y se había ido directamente al Nightbloods antes de que la tarde finalizase. El club en si no abriría hasta dentro de un par de horas pero cuando las cosas se ponían feas para ella y su mente no dejaba de darle vueltas a algo lo mejor que sabía hacer era enfocarse en trabajar.

Había pasado por el Primes para recoger algunos protocolos de seguridad antiguos y mucha de la documentación referida al sistema anterior y después de acceder al vacío edificio se había encerrado en su oficina donde llevaba buena parte de la tarde actualizándolos.

Concentrar todas sus fuerzas y sus energías en algo tan medianamente productivo sabía que le sentaría bien.

La verdad es que ahora que la tenía delante, debía reconocer que la gestión anterior tal como Sonya le había dicho, había sido una autentica chapuza.

Había verdaderos agujeros negros en las cuentas, la seguridad había sido más que deficiente, y el sistema había dejado de funcionar convenientemente sobre la caja fuerte y sobre las cajas principales de todas las plantas evitando así posibles desenlaces fatales y perdidas de dinero tal y como había venido ocurriendo.

Sonya tenía auténticos motivos para preocuparse.

Por suerte para Octavia aquello le llevaría semanas y semanas de intensa ocupación, cosa que la llenaba de ganas porque eso la haría no detenerse a pensar en demasiadas cosas de las que de por si ya estaban ocurriendo.

Estaba agachada tras su mesa ordenando algunos de los cajones cuando le pareció escuchar un ruido y se detuvo en seco.

Se suponía que el personal no tendría que llegar hasta las ocho dos horas antes de abrir el club para poner todo a punto para la apertura, preparar las barras, contar los fondos de las cajas del día anterior, reponer las bebidas y el hielo que faltase, limpiar y adecentar las pistas, probar la música y poner a prueba el cloro de los jacuzzis, trabajar en los circuitos y la sala de seguridad instalando el cableado y los monitores pero ella había oído algo.

Estaba más que segura de ello.

Octavia se puso en pie lentamente y salió de detrás de su mesa para dirigirse a la puerta cuando de pronto esta se abrió hacia dentro y vio a la última persona a la que desearía volver a encontrarse en su vida de pie justo allí con un negro maletín.

En cuanto Ilian o el "Discípulo" tal y como era conocido allí levantó la mirada y se la encontró de frente, él también se quedo parado por un momento pero una pequeña sonrisa en su cara no tardó en aparecer.

—Vaya, vaya pero mira que sirenita nos ha arrastrado la marea hasta aquí —siseó él no pudiendo evitar ladear la cabeza y fijarse de arriba a abajo en Octavia—. Te veo bien, Octavia.

No, no, no.

Aquello no podía estar pasando, aquello no podía ser real. Tenía que ser todo una jodida broma, una cámara oculta o... a saber qué pero no podía estarle ocurriendo todo aquello a ella.

Y no, de ningún modo iba a permitir que nadie la jodiese de aquella forma de nuevo.

—¿Qué coño haces tú aquí, Ilian? —fue todo lo que respondió ella a modo de saludo.

Ilian sonrió aún más ante aquel tonito suyo y siguió contemplándola con aquel genuino descaro que siempre le había caracterizado tanto.

—Con cuanto desprecio mencionas ahora mi nombre, antes lo repetías de un modo muy distinto y horizontal —quiso recordarle él de lo más meloso y divertido.

La mano de Octavia salió tan disparada de ella que incluso ella misma se sorprendió en cuanto le cruzó la cara a Ilian con fuerza como hacía tiempo que no tenía verdaderas ganas de hacer algo.

Ilian que tampoco lo esperaba quedo con la cara mirando hacia la pared del fondo, y sintió ligeramente el sabor de la sangre en su boca ya que le había cortado con el anillo que Octavia llevaba pero aún así tan solo sonrió saboreándola mientras se llevaba los dedos a los labios acariciándoselos.

—Cuando Sonya me dijo que teníamos una nueva jefa de seguridad, jamás imagine ni por asomo que podrías ser tú, pero ahora que lo sé estoy verdaderamente encantado de ello.

Octavia que supo de inmediato ahora que cuando Sonya se había referido al "Discípulo", el proveedor de drogas y de otros placeres mucho más oscuros de confianza en el club, se había estado refiriendo a Ilian, sintió una tensión naciente en el estomago y cada puta pieza de aquel puzzle le encajó a la perfección en su cabeza haciendo un click.

—No te confundas, Ilian —le replicó Octavia dando un paso a él de lo más amenazante—. Tú y yo no somos compañeros, no somos absolutamente nada, ¿me oyes? Y si me das un solo motivo, uno solo no tardaré en ir a por ti y joderte sin reparos.

—Si, recuerdo que eso se te daba muy bien.

Octavia levantó la mano de nuevo pero esta vez Ilian fue más rápido y le paro la muñeca con fuerza, cerrando lentamente los dedos sobre ella como solía gustarle hacerle sin dejar de clavar aquellos oscuros ojos suyos en Octavia y deleitándose en el momento con aquella cínica y maliciosa sonrisa suya.

Sus ojos vagaron de ella a la muñeca que aún mantenía sostenida y la sintió contenida tirar con fuerza de ella para apartarse de su agarre.

—Calma, gatita, calma. No he venido más que a traerte esto —dijo Ilian dejando escapar una ronca risilla burlona mientras se dirigía a la caja fuerte situada en la parte baja de la mesa de Octavia introduciendo la clave justo antes de dejar dentro el maletín y coger un sobre con una gran cantidad de dinero en su interior a su nombre—. Es fin de semana así que estoy más que seguro de que nos veremos mucho por aquí.

Octavia que tan solo endureció aún más su mirada se frotó ligeramente la muñeca queriendo deshacerse de aquella desagradable y nada desconocida sensación y clavo sus ojos en él con desprecio.

—Me importa una mierda que estés por aquí o no mientras no te me acerques y tengas claro cual es tu lugar frente a mi, ¿estoy siendo clara al respecto?

Ilian que abrió el sobre frente a su cara agachado frente a la caja contando que estuviese toda la cantidad estipulada se encogió de un hombro sin dejar de medio sonreírse pareciéndole muy entretenida toda aquella situación.

—Por supuesto que si, gatita, como olvidar que estoy por debajo de ti —le sugirió él en tono malicioso solo para conseguir recordarle alguna que otra situación del pasado—. Aunque he de decirte que tampoco me importaría nada el volver a estar muy por encima, si es lo que tú prefieres.

Octavia se dijo a si misma que debía controlarse porque era muy consciente de la situación del club y de lo que la presencia de Ilian suponía entre tantos ingresos de Sonya, prácticamente buena parte de los sueldos allí dependían de él y de que surtiese suficientemente bien con sus negocios tanto al hotel como al club, así que solo por eso no había apartado la mesa de un manotazo y se había lanzado a su cuello con la intención de estrangularle, por eso y porque sabía que de intentarlo al desgraciado incluso le excitaría y mucho.

—Termina con lo que sea que estás haciendo ahí y sal de mi vista. Tengo trabajo que hacer.

Ilian que disfrutaba de todas aquellas pequeñas muestras de "afecto y amor" platónico que ella parecía tenerle terminó de cerrar el sobre, y de cerrar la caja fuerte haciendo girar de nuevo la ruedita para bloquearlo antes de guardar el sobre en el bolsillo interior de su chaqueta y salir de detrás de la mesa para irse.

—Nos vemos pronto, gatita —se despidió él abriendo la puerta para salir de allí con una provocadora sonrisa sabiéndola tan crispada, y decidió jugar más pícaramente solo para molestarla—. Mantente así calentita solo para mi.

Octavia que se volvió hacia la mesa cogiendo el primer pisapapeles que vio en forma de rombo y esfera, se lo lanzó con fuerza a dar pero Ilian cerro la puerta a tiempo y la figura impacto contra la superficie estallándose completamente y esparciéndose por todo el lugar.

Oh joder, joder.

De haberle dado estaba segura de que habría conseguido matarle con esas ganas que le tenía desde hacía tanto tiempo ya. La vida a veces resultaba ser jodidamente irónica, y una autentica asquerosidad.

Continuara...

La Fugitiva. Nuevos Comienzos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora