64. Mentí

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Cuando Lexa Woodward salió del baño y apagó la luz se acercó a la cama donde Luna estaba tumbada de espaldas a ella acurrucada bajo las confortables sabanas y mantas con la mirada fija en el televisor que estaba encendido y que pasaba imágenes aleatorias del interior del hotel y las inmediaciones con una suave musiquilla de fondo.

La realidad era que no estaba prestando demasiada atención, en su mente se repetían las imágenes y las conversaciones de aquellas últimas horas con Lincoln. No podía creerse aún que él hubiese hecho algo así a sus espaldas y mucho menos que casi consiguiese arruinar su relación con Lexa.

¿Y Roan? ¿cómo coño no le había visto venir?

Ella era buena captando a la gente a la primera, así que no entendía como era que podía haberla engañado de aquella manera para que confiase en él para permitirle estar cerca de Lexa después de todo el daño que ya le habían hecho y la manera tan mezquina en la que la había traicionado a la primera de cambio.

Se sentía estúpida.

Torpe y tonta porque había creído que el amor de su vida jamás le fallaría y porque al ver como Roan había estado tratando a Lexa creyó que al fin su hermana había conseguido encontrar a la persona que representaría un cambio significativo en su vida.

Que ingenua.

Que idiota.

Lexa que se fijo en ella y en el suave movimiento de sus hombros supo que estaba llorando en silencio y tan solo se subió en la cama y se recostó a su lado alargando la mano para abrazarla y consolarla.

Se sentía tan culpable, tan mal de haber arruinado las cosas para Luna y para Lincoln, quizás hubiese sido mejor para Luna que siguiese creyendo que estaba muerta.

—¿Por qué no le llamas y habláis? —murmuro Lexa cerrando los ojos al sentir a su hermana tan cerca llevando la mano a su barriga mientras la abrazaba desde atrás colocándola sobre la suya—. Tú le quieres, y estoy segura de que él no... no pretendía hacerte ningún daño a ti.

Luna que se acurrucó aún más agradecida ante aquel gesto suyo sintió una de sus lágrimas bordear la curva de su nariz hasta alcanzar su mejilla y se la aparto con la mano sorbiendo un poco antes de cerrar sus ojos y colocar su otra húmeda mano sobre la de Lexa justo encima.

—Pero te lo ha hecho a ti, y eso no puedo perdonárselo. No después de haberle pedido que no lo hiciese.

Lexa que trago lentamente aparto la mirada con dolor y se fijo después en su espesa melena haciendo de tripas corazón.

—Él es tu familia Luna, vais a tener un bebé y no quiero que por mi culpa..

Luna se volvió tan torpemente a mirarla que la cama se movió bajo ellas.

—Tú no tienes ninguna culpa de lo que ha pasado, ¿vale? —quiso dejarle en claro ella clavando sus ojos en él—. Ninguna, así que no quiero oírte decir eso.

Lexa que no estaba tan segura de ello tan solo bajo sus ojos al colchón y quiso contarle la verdad por una vez en todo este tiempo.

—No estoy llevándolo tan bien como debería, y quizás Lincoln tenga razón y necesite mucha más ayuda.

Luna se la quedo mirando acomodándose de lado muy cerca de ella en el colchón y llevo la mano a su rostro acariciándole la mejilla en un dulce intento de consuelo.

—Es normal que te sientas así, ya oíste a la doctora Strausser, esto va a llevar su tiempo. Nadie sana un trauma así de la noche a la mañana pero estás haciendo bien al aceptar recibir su ayuda y dejando a un lado todo ese miedo al hacerlo —quiso alentarla y consolarla ella muy tiernamente.

La Fugitiva. Nuevos Comienzos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora