Cuando Ontari arqueó ligeramente la espalda en la silla de tatuar cansada de estar sentada en la misma posición sintiendo como las agujas trabajaban sobre la piel de su hombro se fijo a través del espejo en la expresión cansada y torturada de Roan que parecía estar haciendo su mejor esfuerzo por hacer bien el trabajo.
Nunca antes le había visto tan mal pero lucía como la mierda y parecía haberse estado revolcado en su propia miseria mucho más rato del que se precisaba.
Apenas le había oído decir dos o tres palabras desde que llegó para su cita aquella mañana en el estudio, pero parecía de mucho peor humor del que lo había encontrado el día anterior.
Ontari escuchaba la pistola de tinta oscilar sobre su piel acelerando y aflojando en los lugares precisos y mientras observaba su expresión absolutamente concentrada se preguntó en qué estaría pasándole a él por la cabeza en aquellos momentos.
Si fuese cosa del estudio probablemente no estaría así, y sabía que no estaba metido en nada turbio o ella ya estaría más que enterada como siempre así que debía tratarse de otra cosa seria.
Tal vez una que implicase a cierta morena, ex prófuga.
Ontari que se movió ligeramente al tomar aire sintió el roce de la aguja ligeramente al resbalar y dio un pequeño respingo antes de volverse viendo a Roan tratar de sostener la pistola a tiempo de que se deslizase aún más y cayese.
—Perdona, se me ha ido un poco. Lo siento.
Ontari que intentó alcanzar aquel tatuaje en la parte trasera del hombro se levantó ligeramente de la silla volviéndose hacia el espejo para poder ver lo que le había hecho y gracias a dios se dio cuenta de que no se había trastocado el delineado por su torpeza.
—¿Prefieres que lo dejemos para otro día? —le preguntó Ontari al volverse volviendo a tomar asiento—. Porque visto lo visto, yo si.
Roan que escuchó aquello último tan solo bajo la mirada a la pistola deteniéndola un poco sobrepasado por la situación, deslizando la mano por su cara.
—Si, mejor. Perdona. Esta... esta mañana no es la mejor para hacer esto, te daré otra cita para finales de semana, y no te cobraré nada, lo prometo —dijo él dejando la pistola sobre el carro de tatuar antes de dirigirse al mostrador comenzando a quitarse los manchados guantes para poder coger la agenda y darle esa nueva cita para acabarle el tatuaje—. Lo siento.
—Eso ya lo has dicho —observó Ontari a medida que se levantaba del asiento colocándose bien las tiras del top que llevaba fijándose en la expresión de él mientras rebuscaba en el mostrador donde estaba la agenda.
—Pero es la verdad, lo siento —volvió a disculparse Roan sintiéndose tremendamente mal por haber fallado de aquella manera mientras daba con la agenda debajo de unas carpetas de diseños que había ordenado Lexa.
Ontari que se aproximo al mostrador sin quitarle los ojos de encima se apoyó sobre este fijándose en como se le resbalaban las carpetas al sacar la agenda y como hacía malabares con las manos para poder abrirla, buscando ahora un bolígrafo con el que apuntarla.
Ontari que vio como encontraba uno en un cubilete le vio temblar ligeramente al abrir la agenda y alargó la mano parando la suya de golpe, ahora si que verdaderamente preocupada por él.
—Roan, ¿estás bien?
Roan que tan solo asintió sin mirarla tembló todavía más al sentir la mano de Ontari sobre la de él pero Ontari no la apartó e insistió para nada creyéndole.
—¿Qué ha pasado? —preguntó ella de nuevo intentando encontrar sus ojos a través del mostrador.
Roan tan solo sacudió imperceptiblemente la cabeza cerrando sus ojos al recordar el incidente de la noche anterior con Lexa, y los ojos se le humedecieron bajo los parpados cerrados.
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La Fugitiva. Nuevos Comienzos.
FanfictionII Parte de La Fugitiva. Cuando la vida te golpea tanto y tan fuerte ya solo queda una cosa por hacer, una única cosa. Levantarse. Y a veces por muy difícil que te parezca no te queda otra que poder. Sufrimos, reímos, lloramos y sentimos con ellos...