Tres Meses y Dieciséis Días Después...
La sensación que Lexa Woodward tenía al tiempo que pisaba descalza sobre el césped húmedo del jardín de la casa que Luna y Lincoln tenían a las afueras de la ciudad era genuinamente curiosa. No podría describirla de otra manera que no fuese esa.
Sentir la hierba fresca entre sus dedos, sentir como sus pies se hundían sobre la húmeda tierra y como la vitalidad afloraba en ella ante aquella sensación era la máxima expresión de la calma y la plenitud que podía sentir en aquellos momentos.
Eso fue hasta que piso un pequeño montículo que sobresalía entre la frondosidad y se le clavó la piedra que estaba justo bajo la tierra. Con un rápido gesto Lexa emitió un quejido, y tuvo que levantar el pie llevándolo a su mano para quitársela y comprobar que no se hubiese hecho daño escuchando a su hermana reírse sentada sobre el porche delantero.
—¿Lo ves? —volvió a advertirle Luna contemplándola divertida mientras se masajeaba los tobillos algo hinchados en sus zapatillas junto a los zapatos de Lexa—. Te dije que era mala idea hacer eso.
—No te rías —frunció el ceño Lexa mientras devolvía el pie al suelo antes de atravesar de nuevo el césped para ir hacia ella—. Ha dolido.
Luna que sonrió aún más al verla enfurruñada la siguió con la mirada hasta verla sentarse junto a ella disponiéndose a ponerse las zapatillas.
—Si me hicieses caso alguna vez, esas cosas no te pasarían —se regodeó ella de lo más divertida.
—Eso lo dices porque pises donde pises no vas a sentir una mierda con esas patitas de elefante que gastas —se picó Lexa del todo sonriéndole con ironía.
—Si, pero eso es porque estoy embarazada y enorme, ¿cuál es tu excusa? —le dio un empujoncito cariñoso ella mientras bajaba la mirada a su pronunciada barriga.
Luna cumpliría siete meses de embarazo en tan solo unos pocos días y estaba realmente enorme para lo que ella esperaba cosa que sería una absoluta sorpresa para todos ya que Lincoln y ella tras el mal trago que habían pasado tan solo habían querido saber en cada una de las revisiones si el bebé estaba bien o no. Nada más que eso, y aún no habían visto ninguna ecografía de él o de ella pero las habían guardado todas en una bonita cajita que habían comprado por su aniversario.
Lexa abrió la boca ofendida al oírla y se miro después los tobillos como comprobando que no los tuviese igual que ella.
—Los míos están geniales, no te vengas arriba.
Luna que tuvo que reírse al ver lo fácil que resultaba molestarla y picarla le alegraba de que la hubiese ido a visitar por primera vez desde que había abandonado el hospital hacía tan solo unos días.
—Ay, Lexa, Lexa pero que rápido te picas, hermanita —se echo a reír Luna rodeándola con el brazo antes de darle un beso en la cabeza.
Lexa que se llevó la mano a la cabeza llevaba puesto un bonito pañuelo del color de su blusa ya que aún debía crecerle el pelo de esa zona aunque Luna le hubiese arreglado un poco el largo cabello que asomaba justo por debajo y se froto ligeramente la piel enrojecida y ya cerrada del todo.
—Au, cuidado que aún duele —le recordó Lexa ya que seguía cicatrizando del todo y aún tenía algunos dolores de cabeza y la piel sensible.
Luna que se dio cuenta de que su expresión de dolor fue sutil pero real se la quedo viendo con preocupación.
—¿Se lo has comentado a Lincoln?
—¿El qué? ¿qué me duele un poco mucho si me toco en la zona que me abrió y taladró hace un par de meses para hurgar en mi cerebro? —preguntó Lexa con cierta ironía antes de bajar la mirada a su pie comenzando a ponerse la zapatilla—. ¿Cómo no se me debe haber ocurrido antes?
Luna que le dio una miradita sintió una punzada al recordar eso y Lexa pareció darse cuenta y tan solo dibujo una sonrisa de lo más desentendida.
—Luna, era una broma. Claro que se lo he comentado. Dice que es normal que duela hay mucho tejido cicatrizando al mismo tiempo y muchas terminaciones nerviosas en esa zona, solo he de ser paciente y tomar la medicación que me ha prescrito. No es nada.
Luna que se la quedo viendo tratando de descifrar si mentía o no optó simplemente por creerla y asintió acariciándose por instinto la barriga con una ligera sensación de vaivén repentina.
—Por favor, no me vomites los zapatos otra vez, no lo soportaría —dijo Lexa poniendo una cara al alejar su cuerpo un poco levantando la mano como si con eso pudiese pararla.
Luna que ya se estaba poniendo en pie en esos momentos agarrándose de la barandilla se llevo la mano a la barriga.
—¿Cómo sabes que voy a vomitar?
Lexa que se puso en pie rápidamente para cogerla por debajo del brazo y ayudarla a llegar a dentro tuvo que medio sonreír a escondida.
—Porque te conozco, hermanita —imitó Lexa su tono mientras ambas entraban en la casa y Luna se apresuraba a llegar al baño más próximo.
Cuando Lexa la vio entrar y vomitar nada más abrir la tapa de la taza, puso una mueca de asco necesitando mirar hacia el pasillo mientras Luna se doblaba sobre si misma echando buena parte del desayuno que acababan de tomar ambas.
—Oh tranquila no te cortes por mi, si yo estoy encantada de ver como echas hasta la primera papilla.
Luna que volvió a sentir otra tremenda arcada volvió a vomitar con fuerza pero alargó el brazo que no la mantenía sujeta a la taza y extendió el dedo corazón hacia Lexa que dejo escapar una risa divertida al verla hacer eso.
Volviendo a vomitar inevitablemente Luna se sujetó ahora con ambas manos de la taza separando las piernas de la base para no salpicarse con nada y tan solo escuchó como Lexa tiraba del papel higiénico sacando varios pedazos antes de tendérselos como había hecho ya otras veces.
—Por dios, si eso es lo que significa estar embarazada creo que lo pospondré para siempre.
Luna que tuvo que incorporarse y pegar la espalda de la pared para sostenerse mientras cogía todo el papel que le ofrecía y se limpiaba la boca por fuera antes de poder ir a enjuagarse al lavabo le dedicó una miradita.
—Gracias por los ánimos.
—¡A mandar, hermana! —le dio una palmadita Lexa en la espalda antes de salir del baño para que pudiese enjuagarse y recomponerse un poco.
—Si, sin duda estás mejorando por momentos —masculló Luna con una cara al verla alejarse riendo.
Continuara...
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La Fugitiva. Nuevos Comienzos.
Fiksi PenggemarII Parte de La Fugitiva. Cuando la vida te golpea tanto y tan fuerte ya solo queda una cosa por hacer, una única cosa. Levantarse. Y a veces por muy difícil que te parezca no te queda otra que poder. Sufrimos, reímos, lloramos y sentimos con ellos...