110. Intima Ilusión

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Cuando la alarma del móvil de Raven Reyes sonó, Raven alargó la mano tanteando el colchón en su busca y lo apagó al tercer intento, notando moverse a Octavia Blake aún adormilada a su lado.

Antes de que pudiese volver la cabeza ligeramente para ver si la había despertado, sintió como Octavia deslizaba la mano por su cintura y se abrazaba a ella pegando la cabeza de su espalda mientras su respiración se volvía más profunda, y ese confort regresaba a Raven haciéndola sentir querida y necesitada.

Jamás imaginó alguna vez que se vería de aquella manera con ella y mucho menos bajo ninguna de las circunstancias que las había acontecido anteriormente a alguna de las dos.

No recordaba haber pasado una noche tan buena y apacible como aquella desde hacía años pero el caso es que se había quedado dormida contemplando a Octavia dormir y por primera vez en todo ese tiempo había dormido del tirón.

Sin pesadillas, sin malos sueños, sin llantos, sin sobresaltos, sin temblor.

Solamente dormir, ausentarse de la vida un par de horas en compañía de alguien capaz de hacerla sentir bien con su sola presencia.

Tolerar quizás el contacto repentino de alguna otra persona puede que hubiese sido demasiado para ella pero con Raven se sentía tan reconfortante, tan inocente y natural que no le había resultado ningún shock desagradable, tan solo agridulce excepción porque ella hubiese querido poder ofrecerle algo más de lo que ahora mismo podía aunque estaba convencida de que Octavia estaría conforme con lo que fuese que tuviese para darle.

Eso la hacía sentir bien y al mismo tiempo algo mal, Octavia no tendría porque conformarse y ella querría poder ser diferente para ella aunque no se lo exigiese.

Temía que las posibilidades con Octavia se redujesen a la nada por su inseguridad, por su cobardía.

Hablar de esa clase de sentimientos que tenía por ella no era el problema, Raven siempre había comulgado con la sinceridad a la hora de mostrarse tal y como era, el problema era que lo físico entrase de algún modo en juego.

La explicación a ello era algo más que evidente, y contaba con la ventaja de que Octavia conocía la verdad sobre toda su situación, y ella también conocía la suya.

Viendola así, apaciblemente dormida, relajada y tranquila le costaba mucho imaginarla de algún modo inmiscuida en una situación tan intima con alguien como Ilian.

En su mente era como si Octavia hubiese sido capaz de desdoblarse de un modo que ella era no podía comprender para convertirse en una persona totalmente diferente.

La persona que se había encontrado en su casa el día que Octavia le dijo que debía abandonar su caso. Todo aquel maquillaje suyo, aquellas marcas que había intuido en sus muñecas, en su cuello, en cada pequeña parte de su piel a la vista que la habían estremecido y que sabía que le había provocado él, hacía que recordarlo le encogiese el estomago.

Temía que ese lado oscuro de Octavia, ese lado que la había hecho caer en brazos de alguien tan cruel y dominante como Ilian la echase para atrás. Pero es que Octavia parecía otra persona cuando se encontraba con ella por mucho que supiese ahora de lo que era capaz.

Entendía las razones de sobra por las que Octavia había escogido esa clase de salida para liberar aquel dolor que sentía, pero era incapaz de compartirlas. Solo imaginarla en esa clase de situación con él le rompía el corazón sabiendo por todo cuanto había vivido.

Volviéndose ligeramente hacia ella con cuidado de no despertarla la observo en silencio durante largo rato, su bello rostro, con aquellas facciones suyas tan decididas siempre, tan determinantes parecían ahora pacificas, sosegadas, dulces y tranquilas.

Extremadamente suave.

Miro sus ojos cerrados bajo aquellas largas y espesas pestañas que reposaban bajo la fina piel de su rostro, sus ojos descendieron por la suave curvatura de su nariz llegando a sus labios que permanecían ligeramente abiertos dejando escapar el ligero sonido de su respiración y la mano que no la abrazaba descansaba bajo su cara entre ella y la almohada.

Quería besarla, fue todo lo que Raven pensó.

Se moría porque sus labios entrasen en contacto con los suyos aunque solo fuese por una vez.

Imaginaba como sería inclinarse ligeramente y capturar aquellos labios suyos muy dulce y lentamente. Como el corazón le latería con fuerza en el pecho, y como sonreirían después viéndose cómplice e íntimamente a los ojos ante un emocionante comienzo de algo.

Aunque no se atrevió.

Sus ojos descendieron más abajo de sus labios y se desviaron después a su oscuro pelo tendido sobre el colchón en el pequeño espacio entre ellas. Puede que solo se estuviese haciendo ilusiones raras, puede que Octavia en lo último que pensase es en alguien como ella para vivir esa clase de relación.

Puede que... puede que se estuviese precipitando en su mente, imaginando algo totalmente bonito y fuera de toda concesión.

¿Pero y si no? ¿y si Octavia también se sentía atraída por ella? ¿y si sentía que estaba surgiendo algo entre las dos? ¿cómo detener tanta ternura? ¿cómo ignorar tanto amor?

Una complicada, y muy difícil decisión.

Continuara...

La Fugitiva. Nuevos Comienzos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora