34. Malestar

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A la mañana siguiente, Clarke Griffin había despertado con dolor de espalda y un malestar indescriptible. No sabía si era que había dormido solamente mal o si algo de la cena de la pasada noche le había sentado mal pero el caso es que se sentía desanimada y algo nauseabunda.

Les habían hecho ponerse en pie para el recuento como cada mañana y como cada mañana después les habían hecho bajar a desayunar antes de ir al patio. No importaba que no tuvieses apetito, no importaba lo que hicieses con aquella comida siempre que la bandeja quedase limpia así que como no tenía demasiadas ganas de comer nada había decidido dar su bandeja a otra de las chicas.

Quizás estuviese incubando algo.

Puede que todo ese run run en su cabeza le estuviese haciendo alguna clase de mella, la cosa es que hoy no se sentía verdaderamente catolica.

Le habían quitado la escayola del brazo el día anterior así que suponía que al ser la primera noche en mucho tiempo en dormir sin ella también había influido.

Fuese como fuese un sudor frío le bañaba todo el cuerpo y tenía una expresión en su cara como si estuviese a punto a punto de vomitar.

Hayden ya llevaba un rato viendola así mientras degustaba la ultima cucharadita de yogurt, frunció el ceño.

—¿Por qué parece que estás a punto de vomitar, Clarke? —pregunto ella haciendo que Roma y Fox se volviesen a mirarla en la mesa—. ¿Acaso has visto a Roma desnuda o qué pasa? —le vaciló Hayden un tanto divertida.

Fox sonrió y Roma puso de inmediato una cara al oírla extendiendo el dedo corazón mientras disfrutaba de una manzana.

—Que te follen, Hayden.

—Dios te oiga, Roma, Dios te oiga —le replicó Hayden con exageración consiguiendo que Fox riese y que una pequeña risilla escapase de si misma fijándose en la expresión de Clarke—. No, ahora en serio, ¿te encuentras mal o qué, Griffin?

—Hayden lleva razón tienes mala cara —señalo Fox justo antes de alargar la mano y colocarla sobre la frente de la rubia—. Estás caliente.

Clarke que no estaba de humor tan solo le apartó la mano de mala gana para que la dejase en paz.

—Ay, quita.

—¿Por qué no vas a la enfermería? —le preguntó Fox jugando con una de sus ultimas patatas en la bandeja—. Seguro que pueden darte algo para la fiebre.

—No tengo ninguna fiebre —se quejó Clarke a la defensiva.

—Claro que la tienes, he tenido un bebé hace solo dos años, sé cuando alguien tiene fiebre —contesto Fox algo ofendida por ponerla en duda.

Hayden que la miro puso una cara al oírla.

—Vete a la enfermería, Clarke a ver si has traído algo desde Debnam Bay y nos jodes a todas.

Clarke que cambio la expresión de su cara horrorizada de que pudiesen pensar eso, las miro a todas de mala gana.

—Me estáis jodiendo ya y mucho. No he traído nada, solo es un poco de fiebre, estoy bien.

—Eh, no la tomes con nosotras —dijo Roma a la defensiva algo enfadada—. Encima de que nos preocupamos por ti.

—No hace ninguna falta, yo estoy bien.

—No, no lo estás, ve a la puta enfermería Clarke, no quiero ponerme enferma por tu culpa —le reprochó Fox que compartía la litera con ella.

Finn Collins, uno de los guardias que vigilaba el comedor escuchó la discusión y se detuvo tras ellas.

—¿Te encuentras mal, Griffin?

—No —mintió Clarke.

—Si —dijeron las otras tres casi al mismo tiempo ofuscadas, irritadas y algo preocupadas.

Una mala salud en prisión era cosa mala, no solo porque no se disponían de las mismas atenciones que en la calle y tampoco de los mismos recursos, si no porque podían extenderse rápidamente y afectar a otras personas.

—Griffin, levanta —dijo el guardia haciéndole un gesto con la cabeza para que se levantase y le siguiese.

—Pero que solo es algo de fiebre, no es el fin del mundo —replicó Clarke a la defensiva muy irritada.

—Pues si solo es algo de fiebre no te importará que te examinen, andando —se apartó el guardia Collins hacia atrás para permitirle levantarse del banco y que le siguiese.

—Joder, pero que pesados sois —protestó Clarke sabiendo que no podría rehusarse con él al igual que con ellas levantándose de mala gana. Realmente no le apetecía nada salvo poder volverá su cama quedarse allí, estaba cansada y hastiada por aquel malestar que la invadía.

Esperaba al menos que le diesen algo en la enfermería que se lo quitase ya que la obligaban al menos a ir.

Menudo asco sentirse así.

Continuara...

La Fugitiva. Nuevos Comienzos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora