Capitulo 32

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Cuando saca sus dedos de mi, quiero más. Ella gritando para que la oiga, dice:

—Ahora, enséñame con dulzura tu intimidad. Sedúceme.

Sé a lo que se refiere con Sedúceme. Veo la tarta que llevaba en las manos y, con el dedo, cojo un poco de crema. Me unto con ella el pezón derecho y después el izquierdo. Luego cojo más crema, llevo mi mano entre mis piernas y me masturbo con ella. Me masturbo para ella, para mí, para las dos, mientras jadeo y veo su excitación.

Freen retira mi mano de entre mis piernas y posa su boca en mi humedad con rudeza. Es lo que quiero. Lo que sin hablar le exijo y le entrego. Me chupa sin mimos ni delicadeza. Me muerde el clítoris. Me devora con violencia y me hace llegar al séptimo cielo, mientras me estruja los pechos provocándome una mezcla de dolor y placer. No quiero que pare. Quiero que continúe, mientras me arqueo en esa improvisada mesa apoyándome en la coronilla y los talones.
Hundo los dedos en su oscuro pelo, la aprieto con ansia contra mí y me abandono a su boca. Su caliente y húmeda lengua traza círculos lentos y rápidos alrededor de mi ya inflamado clítoris y, cuando me estremezco y jadeo sin descanso, la hunde dentro de mi sexo. Me derrito. Creo que voy a estallar en mil pedazos si sigue haciéndome eso. No para. Mis jadeos se vuelven gritos y me revuelvo sobre la plataforma mientras ella continúa su maravilloso y devastador ataque y me inmoviliza para que no cierre las piernas. Me tiene a su merced para lo que quiera y, sofocada por la sensación, grito y respiro entrecortadamente.

Todo lo ocurrido ha sido puro morbo.
Todo lo ocurrido ha sido puro juego.
Todo lo ocurrido ha sido pura fantasía.

Freen separa sus labios. Con cuidado de no hacerme daño, se levanta y, cuando su cuerpo libera el mío, exhalo una gran bocanada de aire. Me da la mano y me levanto con cuidado, pero ella no me suelta. Cuando ve que me sostengo en pie, me abraza y murmura en mi oído:

—Me importas mucho, Rebecca. Demasiado.
—Tú también me importas y me preocupo por ti.

Freen asiente y se aparta de mí.

—Te quiero.

Ay, Dios… ¡me acaba de decir que me quiere!

Apoyo la frente en su pecho con el corazón acelerado. Cierro los ojos y, cuando los abro, me aparto, la miro y afirmo convencida:

—Te quiero. Te quiero tanto que no sé qué más decir.

Dios, ¡lo que he dicho! ¡Acabo de reconocer que la quiero!. Estoy totalmente perdida. Ella sonríe. Me acaricia la mejilla y me da un dulce beso. Cuando se separa de mí, el corazón me va a mil por lo que nos hemos confesado y ella susurra:

—Adoro cuando me dices algo cariñoso. Yo sonrío.

—Te debo muchas explicaciones por lo de mi familia. Mañana, cuando lleguemos al puerto de Japón, prometo responder a todo lo que quieras preguntarme. ¿De acuerdo, cielo? La miro enamorada y respondo:

—De acuerdo, cariño. Que yo también la llame cariño sé que le ha gustado. Nos besamos. Nos devoramos mutuamente la boca con amor y, cuando me separo de ella  murmuro:

—Quiero que sepas que lo que acaba de ocurrir antes de ese maravilloso  Te quiero me ha encantado. Su expresión me hace saber que a ella también le ha gustado y murmura:

—Creo que tú y yo nos complementamos muy bien.

Nos miramos divertidas y luego empezamos a vestirnos. Recojo los restos de mi ropa desgarrada, me pongo el vestido y salimos de la sala de máquinas. Freen me coge de la mano con gesto protector. Dejo que lo haga. Me gusta la sensación. Nos dirigimos hacia mi cuarto, donde, después de cerrar la puerta, volvemos a hacer el amor, de nuevo con pasión.

JUEGOS DE SEDUCCIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora