Capitulo 99

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Un rato después, Freen insiste en que me marche del hospital. Dice que en mi estado he de descansar, pero yo me niego. Me preocupa Orm y no quiero dejarla sola.

—Ve a descansar Rebecca, seguro está, esta finjiendo.
—¡¿Cómo?! Exclama Orm.
—Me has oído muy bien, rubia. Responde Song en tono desagradable.
—Abuela, por el amor de Dios, ¿qué estás diciendo? Dice Freen.

Pero Song continúa:
—Qué curioso que se ponga enferma cuando esta sola, ¿no crees?
—Abuela, pero ¿qué estás diciendo? Dice Faye.

¡La mato! Juro que me cargo a esta vieja, aunque sea la abuela de Freen. Pero ¿cómo es capaz de ser tan cruel?

—¡Es usted el ser más desagradable que he conocido en toda mi vida! Grita Orm, descompuesta.
—Mejor me callo lo que yo pienso. Responde song.
—Abeula, por favor. Vuelve a decir Faye.
—Vaya familia que tengo. Una abuela que no facilita las cosas y le reprocha a una buena mujer, y luego una hermana gilipollas que sólo hace y dice tonterías. ¡Estoy más que harta!

—Faye, por favor. Intenta tranquilizarla P'susie. Pero Faye, que siempre escucha, observa y se mantiene al margen, grita:

—¡¿Por una puta vez no podemos ser una familia normal y unida? ¿Acaso lo que pido es imposible?!

Le aprieto el hombro con cariño y le pido calma. Pero Song, sin importarle nada, insiste:

—Todas piensan lo mismo que yo. Se hace el silencio, pero entonces, Lingling, con voz dura dice:

—No, abuela, en absoluto. Yo no pienso igual que tú y te aseguro que tampoco ninguna de las que estamos aquí.

—Creo que ella no…
—¡Maldita sea, cállese de una vez, y váyase de aqui! Grita Orm.

Song y ella se miran una a la otra. Es un duelo de titanes.

¡Por fin Orm le ha perdido el miedo!
Al final, Song asiente y, dándose la vuelta, se marcha. Faye nos guiña un ojo, agarra a P'Susie y se va tras su abuela.

Cuando nos quedamos solas, Lingling se acerca a su mujer, pero ella se aparta y le dice:

—Vete con tu secretaria o con la que quieras. Yo no te necesito.
Yo miro a mi cuñada y le digo:

—Vas a perderla por idiota y te aseguro que luego lo vas a lamentar.
Tras mirar a Freen y ver que está de acuerdo con mi crítica, me quedo con mi cuñada en la  habitación. Seguramente ella me necesita más que a la tonta de su esposa.

Sobre las cuatro y media de la madrugada, sentada en uno de los cómodos butacones de la habitación, miro a Orm qué se quedo dormida. Cuando se despierta, son las siete y media. Me ve que  siguo sentada con la espalda tiesa, mirandola y, al verla digo:
—Mira quién se ha despertado. Orm me mira; yo me acerco y le doy un beso en la mejilla.
—Hola, ¿cómo estás?

Asustada al verse en aquella cama, murmura:
—Quiero ir a casa. La puerta se abre y entran Lingling y freen, sonrientes.
—¿Cómo está mi chica preferida?
Pregunta Lingling y mirándome dice:

—¿Puedo quedarme un rato con Orm? Al oírla, mi cuñada se va a negar, pero Freen interviene:
—Quedate con ella. Rebecca y yo nos vamos mientras tu hablas con Orm.

Mi chica me mira y me guiña un ojo. Sin preguntarle, intuyo que ha hablado con su hermana y le ha dicho lo que yo no le he podido decir.

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