Capitulo 108

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Sus ojos están llenos de rabia, de furia y de dolor.
—Estoy harta de rumores, de habladurías. Empachada de titulares indignantes. Agotada de que la prensa me persiga con preguntas impertinentes. ¿Y sabes lo peor?, he dejado de confiar en ti. Tú ya no me ofreces esa seguridad y me estás destrozando, Rebecca. Me estás destrozando porque te quiero tener y te he perdido.

Esas duras palabras me pillan tan desprevenida que no puedo reaccionar. Freen me acaba de decir cosas terribles. ¡Esto tiene que ser un mal sueño!
—¡Márchate! ¡Vete! Pide, acercando la cara a la mía en actitud intimidante.
—Te he engañado con otra mujer mejor que tú, que me ha dado todo lo que tú no me das. ¡Márchate!

No me muevo. No puedo. Estoy enfadada, indignada, alterada pero, al mirarla, de pronto, me doy cuenta de que miente. No ha estado con ninguna otra. Freen nunca me compararía con nadie y menos con la relación sexual tan apasionada que teníamos. Ella no me haría algo así. Me lo dicen sus ojos.

—No me has engañado con otra, ¿verdad? Mis palabras la sorprenden.
—No quiero estar contigo, Rebecca. Vete, aléjate de mí. Sin mirar atrás, sale de la pequeña habitación y yo me quedo aterrorizada. No me puedo mover. Casi ni respiro.
No puedo creer lo que acaba de pasar.

La oigo moverse por su despacho y, de pronto, entra de nuevo en el cuartito.

Me toma del brazo con fuerza y, mirándome con rabia,dice:

—Vete, no eres buena para mí. Sus duras palabras me destrozan, me rompen el corazón. Cierra los ojos para no ver mis lágrimas y cuando los abre, dice:
—Hablaré con mi abuela para que nos prepare los papeles del divorcio.
—No… No lo hagas. Yo te quiero. Suplico. No me escucha. Freen no me escucha y sigue:
—Quédate con la casa. Yo volveré a la que tenía antes, es lo mejor.
—No digas eso, por favor… No… Y a punto de que me dé un infarto, murmuro, intentando abrazarla:
—No haré esa gira. No iré. La anularé. Desasiéndose de mis manos, contesta con voz rota:
—Eso ya no me sirve. Ya no tiene valor para mí.
—Freen…
—Márchate, Rebecca… Fuera de mi vida.

Su voz suena tan rotunda que pienso que nada de lo que diga o haga la va a hacer cambiar de opinión. Quiero gritarle que la quiero, que sé que me quiere.
Sale de nuevo del cuartito y esta vez oigo que se marcha de su despacho dejándome sola y desconsolada. El corazón se me va a salir del pecho. ¿Cómo hemos podido llegar a esa situación?
Diez minutos después, cuando consigo dejar de temblar, salgo del despacho, del hospital y, cuando llego a nuestro hogar, definitivamente sé que me acaba de echar de su vida. Freen ya no regresa a nuestra casa, ni esa noche, ni al día siguiente. No llamo a nadie. No aviso a nadie. Quiero estar sola.

El lunes, tras un fin de semana de soledad, llamo a la discográfica. Haré la gira europea y latinoamericana. Necesito marcharme y olvidar.

JUEGOS DE SEDUCCIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora