Capitulo 55

289 46 1
                                    


Luego de bailar unas cuantas canciones la loca de mi cuñada pregunta:
-¿Quieres cantar? Niego con la cabeza.

El grupo es muy bueno y yo no sé si estaría a su altura. Faye me guiña un ojo y, llamando a uno de la orquesta, me señala y un par de minutos después ya estoy en el escenario.
Adrenalina de la buena toma mi cuerpo y sé que voy a disfrutar. Tras hablar con los músicos y decirles que he cantado en orquestas, me convencen para que cante salsa. Al fin y al cabo, el sitio lo pide y a mí siempre me divierte hacerlo. El cantante y yo nos lanzamos con Vivir lo nuestro, de Marc Anthony.

- Desde una montaña alta, alta como las estrellas, voy a gritar que te quiero para que el mundo lo sepa.

El ritmo entra en mí y de pronto comienzo a disfrutar de lo que hago como llevaba tiempo sin hacer. Cantar me relaja. Lo echaba de menos. Me hace olvidar las penas y, mirando a Faye, que nos escucha encantada desde la mesa, digo, señalándola mientras bailo:

Y volar... volar... tan lejos donde nadie nos obstruya el pensamiento.

Eso necesito yo, que nadie me obstruya el pensamiento. Disfruto mientras la canción dura, mientras bailo y canto en el escenario con esta orquesta desconocida para mí, pero a la que me acoplo como siempre con facilidad. Tras esta canción llegan unas cuantas más y el ritmo ya se ha apoderado de mí por completo. Cuando bajo del escenario exclamo:
-¡Es sensacional! Faye sonríe y, al sentarme, pido:
-Dos Ron, Yoko.
-No deberías beber más o mañana lo pagarás.
-Que sean cuatro Yoko. Grito. haciéndola reír.

Un par de horas más tarde, estoy ebria y, aunque todavía sé que me llamo Rebecca Armstrong, bailo con todo el que me lo propone y muevo las caderas y los pechos como nunca en mi vida. ¡Azúcarrrrrrrrrrr! Faye, que está más sobria que yo, en varias ocasiones intenta que nos vayamos, pero yo me niego.

¡Quiero seguir bailando y bebiendo y pasándolo bien! ¡Viva el ron! Pasa el tiempo. Bailo, bailo y bailo... hasta que, de pronto, unas fuertes manos me paran en medio de la pista de baile. Me arrancan de los brazos de un tipo, me dan la vuelta y me encuentro con los ojos y la cara enfadada de Freen.

-Yoko, pon tres ron más. Grito.

Con expresión de enfado total, Freen dice:

-¿No crees que ya has bebido suficiente por hoy?

Pero yo, soltándome de ella, prosigo mi baile. Me mira inmóvil. Yo paso de ella y sigo bailando mientras muevo las caderas y grito a lo Celia Cruz.

-¡Azúcarrrrrrrrrrrrr! Veo que Faye se levanta, se acerca a su hermana y la oigo decir:
-Necesitaba desahogarse. Pero ahora ya no sé qué hacer para sacarla de aquí y por eso te he llamado. Lo siento, hermana.

Yo miro a Faye y le espeto a voces:

-¡Serás chismosa!

Yo sigo bailando, mientras veo cómo ellas discuten. De pronto, mis pies se separan del suelo y Freen me carga sobre su hombro y me saca del local.

-Suéltame, idiota. Grito mientras le aporreo la espalda.

Estoy torpe. Noto que mis movimientos son lentos, a pesar de que yo intento acelerarlos. Cuando Freen me mete en el coche, yo intento salir. ¡Quiero bailar salsa! Pero ella me inmoviliza, me coge la barbilla y dice, mirándome a los ojos:
-Rebecca, estate quieta para que pueda ponerte el cinturón.

-¿Y Faye? Me preocupo.

Miro hacia la derecha y la veo a nuestro lado.

- Faye, deja tu coche aquí y siéntate atrás. le dice Freen
-No estás para conducir.
-No quiero regresar a Villa Monasterio. Protesto con énfasis. Faye se echa a reír y, divertida, yo grito al ver a mi morena con cara de enfado.

-Venga ya. ¡Menuda aguafiestas eres, Freen!

Una vez me pone el cinturón y su hermana se ha sentado, ella también se mete en el coche. Yo enciendo la radio y pongo el volumen al maximo. Freen la apaga. Yo la vuelvo a encender. Ella la vuelve a apagar. Así estamos un rato hasta que, mirándome, me amenaza:
-Estate quietecita si no quieres que te ate las manos.

Me vuelvo a reír por lo que dice y pregunto:
-¿Me das un besito? Freen se acerca a mí, pero yo, apartándome, grito:

-Te acabo de hacer la cobraaaaaaa.

Faye se ríe a carcajadas y, finalmente, a pesar de mi borrachera, veo que mi chica sonríe. Pone el coche en marcha y el rugido del motor me calma. Cierro los ojos y apoyo la cabeza en el asiento.
-Estoy mareada. Avisa si vas a vomitar. Me advierte.

El aire fresco me da en la cara mientras ella conduce. No veo por dónde vamos. Estoy tan cansada que apenas puedo abrir los ojos. La oscuridad de la noche nos envuelve y, cuando llegamos, veo que la casa está iluminada. No sé qué hora será y cuando Freen me baja del coche y me coge en brazos, oigo:

-Que se vayan a dormir. Ya hablaremos con ellas mañana. Reconozco la voz de la abuela de Freen y abro los ojos. La miro y, al pasar por su lado, le hago un gesto y murmuro con toda mi rabia:

-Que te den. ¡mojón! Eres una vieja amargada y una cabróna de mierda.

La risa de Faye llega a mis oídos y yo también me río. Me parto de risa. Freen no dice nada, sólo me lleva en brazos hasta la habitación. Una vez allí, a oscuras, me tumba en la cama y, cuando se va a marchar, le agarro de la camisa y murmuro:

- Te quiero morena.

Oigo que Freen ríe y ya no recuerdo más.

JUEGOS DE SEDUCCIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora