Capitulo 102

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A media mañana, me escapo a la cafetería, aunque antes paso por el quiosco del hospital. Me quedo helada al ver una foto mía en una revista. En ella estoy con una copa en la mano, riendo junto a un cantante australiano, y los muy desgraciados han cortado a Freen, que estaba a mi lado. El titular es:

Louis y Becky, ¿nueva pareja no sólo musical?

Molesta salgo de alli. Necesito respirar.
Minutos después, cuando entro en la habitación, miro a Freen. Parece tranquila. Sin duda, que Orm sea diabética le preocupa más que lo que la prensa dice de mí. Pero yo me angustio al saber que no me ha contado nada y que no lo está pasando bien. De pronto, la puerta de la habitación se abre y aparecen Irin y Nam.

Durante un par de horas, la habitación se llena de júbilo y alegria y Orm sonríe como no lo había hecho en todo el día.

Irin y Nam se marchan. Y detrás de ellas las cuatro Chankimha. ¿Adónde van? Angustiada, pienso que van a hablar sobre lo que ha salido en la revista. Pero ¡es mentira! Freen estaba conmigo esa noche y lo sabe. Eso es lo único que me tranquiliza. Con el corazón encogido, me quedo con P'Susie y con Orm y esta me cuchichea que luego le cuente lo que ha dicho el médico.

Un par de horas más tarde, regresan las demás, el médico le está dando el alta a Orm. Las Chankimha vienen con semblante serio, pero parecen tranquilas. Miro a Freen cohibida. Ella se acerca a mí y pregunto:
—¿Todo bien? Mi amor asiente.

Está muy seria, pero me besa en la frente. Quiero preguntarle, pero no me atrevo. Sé que no es el momento. Todos están delante y no quiero dejar a Orm sola con Song ni con Lingling.

Por la noche. Orm decide marcharse. Lingling no se ha acercado a ella en todo el día y todos se lo agradecemos. Veo que mi cuñada coge el bolso para irse y yo también cojo el mío: me la llevaré a casa. Después de despedirse de Faye y de P'Susie, sin mirar a Lingling ni a Song, salimos de la habitación.
Yo estoy sorprendida con su seguridad. Freen sale de la habitación con nosotras y le dice a Orm que vayamos a su despacho y le explicará lo que le pasa. Ella no lo duda ni un segundo.

Una vez allí, mi esposa cierra la puerta y le explica lo que ha dicho el medico. A diferencia de los demás, Orm no se derrumba, se interesa por lo que hay que hacer para estar bien.

De pronto, la puerta del despacho se abre y entran Song, Lingling y Faye y Song dice:

—Necesitamos una reunión familiar. Freen mira a su abuela y, ofreciéndole su silla, dice:

—Siéntate, abuela.

Yo las miro sin dar crédito. ¿Van a ponerse a discutir aquí? Orm coge su bolso para irse, pero Lingling la para.

—No me toques. Dice ella.
—Orm, tenemos que hablar.
—Yo no tengo nada que hablar contigo. Ya lo harán nuestros abogados.
Responde molesta, dándole un empujón. Lingling se aparta, pero el Song, que aún está en la puerta, no se mueve y pide:

—Por favor, Orm, siéntate.
—No. Y mirándola a los ojos, le reprocha:
—Según usted, nunca he sido una Chankimha; ¿para qué quiere que me quede?

Sin moverse, Song la mira y responde:
—Mi hija, la madre de estas tres muchachas, decía que la medida del amor era el amor sin medida, y eso es lo que tú me has demostrado que sientes por la imbécil de mi nieta. Por favor, muchacha, siéntate.
Orm me mira y, señalando la silla que hay al lado de la mía, va hacia ella y se sienta.

Todas lo hacemos alrededor de la mesa y Song dice:

—El primer punto es la prensa y Rebecca.
—Abuela.. ya te he dicho que de eso me encargo yo.

Se me encoge el corazón.  ¿Qué habrán hablado?
—Rubita. Me dice Song con cariño, pasando de su nieta
—Está claro que han visto en ti a alguien con quien llenar las revistas, pero, tranquila, las Chankimha estamos contigo, ¿entendido? Asiento.

No puedo hablar. Miro a Freen y, cuando ella también me mira a mí, su gesto se suaviza y murmura:

—No te preocupes por nada, cariño… por nada. Sonríe y sé que todo está bien. Me tranquilizo. Song prosigue:
—El segundo punto es Orm. Sin dudas esta muñequita no va a parar de sorprendernos y ahora lo hace con su enfermedad. Por ello, todas las que estamos aquí, incluida P'Susie debemos aprender a cuidarla para garantizarle una buena calidad de vida. Freen nos puede decir qué hemos de hacer.

—Habrá que inyectarle insulina varias veces al día para regular los valores de glucosa de su cuerpo, además de controlar la alimentación y el ejercicio.
Una cosa que debemos tener todas desde ahora en nuestras cocinas es una tabla de hidratos de carbono y una báscula para pesar los alimentos. Sin duda, el medico nos dirá cómo utilizarla.

—¿Puedo comer de todo? Pregunta Orm.
Freen niega con la cabeza.

—Hay alimentos prohibidos. Chocolate, helados, tartas, Coca-Cola, vamos, cualquier cosa dulce. Pero, tranquila, alguna que otra vez, te podrás dar algún capricho. No te preocupes. Todas asienten y Freen continúa:

—El tema pinchazos al principio será complicado. Pero pasado un tiempo te acostumbrarás y lo verás como algo normal en tu vida. Pero será vital que sepamos cómo está tu glucosa. Y para ello te tendrás que pinchar en varias ocasiones. Existen dos tipos de insulina, la rápida y la lenta. La rápida se inyecta antes de cada comida. Y la lenta se pone una o dos veces al día, su efecto dura veinticuatro horas y mantiene los valores durante la noche y antes de las comidas. Otra cosa importante. El aparato de medir la glucemia siempre con ustedes. A donde vaya Orm, va él. Es con lo que le puedes medir el azúcar antes de las comidas y dos horas después y así calcular la cantidad de insulina que se le debe inyectar.
—Dios mío. Murmura Lingling.
—Todo lo que dice es angustioso. Pinchazos, controles…
—Al principio lo puede parecer. Pero por muy difícil que te resulte de creer, te aseguro que Orm aprenderá y será ella misma la que se ocupe de todo antes de lo que te imaginas. Digo mientras tomo la mano de Orm para que sienta mi apoyo.

JUEGOS DE SEDUCCIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora