Capitulo 13

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Diez minutos después, decido salir un momento a cubierta para tomar un poco de aire.
Me quito los zapatos, camino descalza por la cubierta y me paro donde unas noches antes estuve hablando con Freen. De pronto, oigo de tras de mi:

—¿Tienes sed?

Al volverme, veo a la morena de mis más oscuros deseos aparecer con dos copas en una mano y una cubeta con una botella dentro.  Ojalá quisiera regar mi cuerpo con champán, pienso.
Con una sonrisa que me deja atontada, se acerca a mí. Sin tacones, le llego por la barbilla. Deja la cubeta en una mesita y, sin preguntar, me quita los zapatos de la mano, los deja en el suelo, me hace sentar, enciende su iPod y suena una música maravillosa. La miro encantada, mientras ella sentándose en una hamaca, dice:

— Ed Sheeran es uno de mis cantantes favoritos. Sonrío a mi vez y ella sigue.

— Mi hermana mayor me regaló su primer disco Y a partir de ahí no he dejado de escucharlo. Su música es sensual y su voz, una maravilla.

De pronto siento celos de ese sheeran. ¿Yo celosa?  Freen habla durante un buen rato de ese músico. hasta que me mira y dice:

— Escucharte cantar a ti me ha producido el mismo efecto que él. Me relaja.

Yo no quiero relajarla… ¡quiero excitarla! Me entrega una de las copas de cristal y, al cogerla, pregunto:

—¿Quieres emborracharme?

Me mira y niega con la cabeza:
—No.

Y, sin más, saca una botella de la cubeta.

—Agua sin gas. Baja en sodio, rica en calcio y hierro. Eso me hace reír. La miro con la copa en la mano y pregunto:

—¿De dónde has sacado esta botella?
—Del almacén. Suelto una carcajada y murmuro:

—¡Como nos pille Saint!. Freen sonríe. Tiene una sonrisa increíble.

—¿Brindamos?
—¿Con agua?
—Sí.
—Somos pobres hasta para brindar con agua. afirmo, y antes de que responda, agrego:

- ¿Tú no sabes que eso trae mala suerte? Y divertida y añado:

—Te agradezco el agua, pero no brindaré. Soy muy supersticiosa y hay cosas que, en mi opinión, nunca hay que hacer y que yo no hago. Freen sonríe, y bebe de su agua.

— En ese caso estoy maldita. He brindado con agua con mi abuela en más de una ocasión.
Sonrió y ella asiente, y se levanta. Me tiende una mano y pregunta:

—¿Bailas? Yo la miro atónita y ella insiste:

—Vamos, baila conmigo esta canción. Le doy la mano como una tonta y ella tira de mí, me acerca hasta su cuerpo y murmura pausadamente ante mi boca:

— Perfect.  es mi canción preferida.

Dios… esta mujer me va a volver loca. Sin decir nada, me acerco a ella y comienzo a moverme al compás de la lenta y sensual canción, mientras su olor me impregna por completo y mi excitación sube y sube a unos límites que me dejan sin fuerzas. Me gusta, me excita ser más baja que ella. me calienta y no puedo remediar sentir lo que siento.

—¿Te gusta la canción?. pregunta.
—Sí. respondo, con un hilo de voz.

Freen me aprieta más contra ella y añade:

—Mi abuela siempre dice que cuando uno está feliz, escucha música, pero que cuando está triste o desesperado, entiende la letra de la canción.

No me atrevo a apartar la barbilla de su hombro. Sé que si lo hago voy a querer besarla y no quiero que me rechace. Pero Freen me tienta. Me provoca. Pasea su nariz por mi pelo, su boca y eso me hace temblar. No sé cuál es su juego, pero sí sé que al mío no va a querer jugar. Su mano baja lentamente por mi espalda, pero se para al final de la misma. No se propasa, no hace nada indecoroso, sólo baila conmigo y yo siento el poder que tiene sobre mí. Cuando la canción acaba, con galantería me invita de nuevo a sentarme.

Durante unos segundos nos miramos a los ojos. ¡Qué ojazos tiene! Pero su boca es lo que me vuelve loca. Lo que daría yo por poder morder con deleite esos maravillosos y tentadores labios. No sé lo que pasa por su cabeza, pero sí sé lo que pasa por la mía: ¡sexo!

Hechizada por su mirada, por su cercanía y por su aroma, acerca con peligro su boca a la mía y, sin dudarlo, me da un beso rápido. Yo abro la boca.

—¿Qué haces? Pregunto.

Freen pone con delicadeza las manos en mi cintura y responde contra mi boca:

—Pruebo tu sabor y te pruebo a ti.

Todavía sujetándome por la cintura, me aprieta contra ella y sin dejarme hablar, ni preguntar nada, se acerca de nuevo a mis labios y me los mordisquea con auténtica desesperación. Yo no desaprovecho la ocasión y abro la boca para recibirla. En este instante no me importa nada. Sólo me importa el momento. Disfrutarlo. Vivirlo. Sentirlo.

JUEGOS DE SEDUCCIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora