Capitulo 81

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-Becky, hermana. ¿Como etas? me ha llamado Freen. ¿Qué ocurre? Maldigo interiormente y respondo:
-Nada. Sólo que he discutido con ella. No se lo habrás dicho a mis padres, ¿verdad? Lo oigo reír.
-No, tranquila. Suspiro. Sólo me faltaría que mis padres se vieran metidos en mis problemas. Richie continúa:
-Freen me llamo para preguntarme si sé dónde estás. Al oírla tan preocupada, he preguntado y me ha comentado lo ocurrido.
-Vaya, siento a verte metido en ento, Richie.
-Más siento yo que no acudieras a mí, soy tu hermano y siempre estare para ti.
-Sinceramente, no lo pensé. Pero veo que hice bien al no hacerlo. Freen te ha llamado y yo no quiero que sepa dónde estoy.
Lo oigo reír de nuevo y luego dice:
- El primero en pedir perdon es el mas valiente.

Eso me hace sonreír y, tras hablar un rato con él y prometerle que lo llamaré si necesito algo, cuelgo.
Richie me ha arrancado una sonrisa. Me tumbo en la cama dispuesta a descansar, cuando el teléfono suena de nuevo. Miro la pantalla y veo el nombre de mi amor.
Sin pensarlo contesto a su llamado..

-Cariño... Su voz suena cansada, atormentada. Yo cierro los ojos mientras respondo.
-¿Qué?
-Te quiero...
-Qué bien. Me alegra saberlo. Mi frialdad sé que le oprime el corazón y, cambiando de táctica, vuelve con las preguntas:
-¿Dónde estás?
-No insistas, no te lo voy a decir.
-¿Por qué?
-Porque no te quiero ver.

Vaya pedazo de mentira que le acabo de soltar. ¡No me la creo ni yo! Tras un silencio cargado de emociones, suspira y murmura:

-Me muero por verte. Daría lo que fuera por...
-Odio esa casa, odio esa cocina y la maldita encimera donde sé que hiciste el amor con Nita. No quiero volver porque no la siento como mi hogar y...
-Compraremos otra. Me interrumpe.
-La que quieras. Tú la elegirás y te juro que no pondré ni un solo impedimento a lo que quieras. Pero, por favor, dime dónde estás o regresa.
-No.

Oigo su desesperación, pero sin cambiar el tono de voz, me suplica:
-Al menos no me cuelgues. Déjame sentirte a mi lado aunque no me hables.

Sentada en la cama con la bata puesta, no me muevo, no hablo... no le cuelgo. Sentir su respiración al otro lado me tranquiliza. Así estamos diez minutos. Ninguna de las dos dice nada, hasta que ella rompe el silencio:

-Te quiero, cariño. Necesito que lo sepas.

Y sin poder soportarlo, cuelgo mientras lagrimas caen por mis mejillas y espero que el teléfono vuelva a sonar otra vez. Pero no lo hace. No suena y yo me hago un ovillo sobre la cama y me quedo dormida.

Me despierto congelada. He dormido sólo con la bata y con el pelo mojado. Miro el reloj y veo que son las tres y trece de la madrugada. Me levanto y me miro al espejo. Me quito la bata húmeda, me visto, me recojo el pelo en una cola y me siento en un sillón.

- El primero en pedir perdón es el mas valiente.

Recuerdo las palabras de mi hermano Richie. Y en ese momento, son sus palabras las que hacen darme cuenta de que esto no puede continuar así, y, sobre todo, que no estoy dispuesta a vivir sin mi amor.
Miro el reloj, las cinco menos veintitrés. Escribo una nota para Irin, que le paso por debajo de la puerta, y, una vez he cogido mis pocas pertenencias, pago en recepción y, tras pedir un taxi, le doy la dirección del que es ahora mi nuevo hogar.

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