Capitulo 72

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Al día siguiente, cuando Freen se marcha, regreso a la tienda de pintura. ¡He dicho que pintaré la habitación y la pintaré! Pero de pronto mi entusiasmo desaparece al encontrarme con Nita. Ella se sorprende tanto como yo y, tras mirarnos unos segundos, murmura:
—Lo siento. Yo… yo…
—Aléjate de mí, ¿entendido?

Cuando voy a irme, Nita me sujeta del brazo y, al volverme, dice:
—Me volví loca. Dejé de tomar la medicación y…
—Mira, guapa. Digo, acercándome a ella
—Da gracias de que no me pasara nada, porque, si no llega a ser así, te aseguro que estarías en un buen lío con Freen y toda la familia Chankimha; lo sabes, ¿verdad? Se le llenan los ojos de lágrimas y contesta:
—Supe que Freen regresaba  comprometida y el destino, o lo que sea, hizo que nos encontráramos en aquel restaurante y…
—Y decidiste hacer la mayor tontería del mundo a la salida del pub, ¿no es así? Asiente.

¿Por qué me da pena? ¿Cómo es que soy tan rematadamente idiota? ¿Qué hago hablando con ella si intentó matarme?
—Creo que lo más aconsejable será que tú continúes tu camino y nosotras el nuestro. Será lo mejor para todos, ¿no crees? Nita asiente, me mira y dice:
—No os volveré a molestar. Aunque no me creas, no soy una mala persona. Cuida a Freen, es una mujer increíble y se merece a alguien muy especial a su lado.
Se da la vuelta y se marcha. Lo crea o no Nita, cada día entiendo más su reacción. Perder a una mujer como Freen no ha debido de ser fácil para ella. No quiero ni imaginarme qué haría yo si me pasara.  Pasados unos minutos y repuesta de mi encontron, prosigo mi camino y me acerco a donde están las pinturas. Compro varias latas del color que hemos elegido y después entro en una tienda de muebles, donde encargo una enorme cama de hierro forjado blanco y estoy convencida de que a Freen le va a gustar. Tras escoger varios muebles más para la habitación, me subo al coche y emprendo el camino de vuelta. No quiero pensar en Nita. Cuando llego a casa, me dispongo a borrar las huellas del pasado. Lo necesito. Pinto durante horas y la habitación ya va pareciendo otra. Mientras lo hago, canto, bailo y me divierto sola.
Con la brocha en la mano, disfruto de la música y, cuando termino, agotada, oigo unos aplausos. Al darme la vuelta, me encuentro a Freen en el umbral de la puerta. Cuando me acerco a ella, me para y dice:
—Deja la brocha en el suelo lentamente. Me gusta mucho este traje. Lo hago divertida y cuando me acerco, dice sin tocarme:
—Eres un espectáculo, cariño. Me río y, señalando a mi alrededor, pregunto:
—¿Qué te parece? Freen se quita la chaqueta y, estrechándome entre sus brazos sin importarle si la mancho, murmura sonriente:

—Vamos, quiero ducharme contigo.

Esa noche, tras la cena, mientras vemos una película tiradas en el sofá, de pronto me da un sobre.
—Lingling me dio esto para este viernes; ¿te apetece ir? Abro el sobre y leo.
Gala: Cena música y más.
—¿Qué es esto?
—Es una cena de gala por el decimoquinto aniversario de la discográfica. Has visto quiénes asistirán a la cena? Yo leo entonces los nombres y exclamo:
—Ay, Dios mío, cariño, voy a conocer a Beyoncé, a Justin Timberland, a Kiran Mc, a Alejandro Fernández, a Adele, a Shakira. ¡Oh, Dios! ¡Oh, Diossssssssssss míooooo!

Freen se parte de risa. Sigue mirando mi manera de sorprenderme y dice:
—Podrás conocer a todo el que quieras. Lingling, Faye o yo te los presentaremos encantadas.
Me lanzo a su cuello y la beso. Mientras, mi chica ríe y murmura:
—Mañana, yo que tú me iba a comprar un precioso vestido y me dejaba de pintar habitaciones.
Pienso en el vestido negro que me compré, pero tiene razón. Necesito un vestido mejor y, sin dudarlo, asiento, mientras pienso que no puedo ser más feliz.

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