Pasan cuatro días y no recibo ninguna noticia de ella. Ni siquiera un mensaje. No me Extrañara. Está claro que la despedida fue lo que fue y la rabia me consume por dentro. Estoy pasando de la pena a la rabia. Mientras me ducho, suena la radio y lloriqueo mientras canto:Te besaré, como nadie en este mundo te besó. Te amaré con el cuerpo y con la mente, con la piel y el corazón. Vuelve pronto, te esperamos mi soledad y yo…
Lágrimas como puños resbalan por mis mejillas me desgarran el alma, mientras canto esta canción de Alejandro Sanz.
Por fin me permito llorar como deseo. Me permito llorar en soledad. Recuerdo lo que Freen comentó que decía su abuela. Aquello de que uno cuando está feliz escucha música y cuando está dolido o desesperado entiende la letra. ¡Cuánta razón tenía! Yo, hasta el momento, siempre he escuchado música, la he cantado, bailado. La he disfrutado y la he sentido. Pero ahora que tengo el corazón destrozado, la entiendo, y cada canción que escucho parece escrita para mí. El desamor es una mierda. Te hace débil, te nubla la razón y te deja sin fuerzas. Nunca debí enamorarme. Nunca debí dejarme llevar por la pasión. Decididamente, tenía que haberle hecho caso a Nam y haber reblindado mi corazón.
Tras pasar una semana en Japón, decidimos regresar a Tailandia. En ese tiempo, Nam ha llamado a varios amigos y éstos ya le han concertado una entrevista para un trabajo en un hotel. Tiene claro que no quiere regresar a Inglaterra. Según ella, ¡se le queda pequeño! Cuando llegamos al aeropuerto, se niega a dejarme y me acompaña hasta donde tengo que coger el vuelo a Inglaterra. Una vez allí, ya nos tenemos que separar. Nos abrazamos y Nam, consciente de cómo me siento, me dice:
—Quiero verte bien, Becca. Por favor, dime que vas a estar bien. Soltando un suspiro, respondo:
—¿Acaso lo dudas? E intentando disimular miro a un moreno que pasa por nuestro lado y murmuro:—¿Tú has visto qué culito tiene este bombón?
—Ésta es mi chica.Ambas reímos y, tras darle un gran beso, me despido de la loca de mi amiga y ella se va. Una vez quedo sola en la sala de embarque, me pongo los auriculares y escucho música de mi teléfono. Eso es lo único que últimamente consigue tranquilizarme. Me pongo también las gafas de sol, para que nadie vea mis ojos.
Mi llegada a Inglaterra es un asombro para toda mi familia. No sabían que volvía y, cuando me ven aparecer, gritan contentos. No les explico que me han echado del crucero. Simplemente, les digo que el contrato se acabó en Japón y que, como no me gustó la experiencia de trabajar en un barco, decidí no renovar.
Mis padres estan encantados. Su niña, su Rebecca, está de nuevo en casa.
—Me alegra tenerte de nuevo aquí, mi niña. ¡Ay, que lloro!
Noto que me tiembla la barbilla y sé que me voy a echar a llorar como una Magdalena ante mi familia. Richie, al ver mi expresión, cuando me suelta mi madre, me abraza y murmura:
—Sea lo que sea, lo superaremos juntos.
Al día siguiente, tras una noche en la que he dormido como llevaba días sin hacerlo, Richie me despierta a cojinazos y yo me río a carcajadas. Cómo lo echaba de menos… Luego, me visto y, poco después, salimos los dos de casa de mis padres y subimos a su coche en dirección a la cancha dispuestos a jugar tennis. Durante el trayecto, hablamos de mil cosas mientras escuchamos música. Cuando llegamos, aparcamos. Por primera vez en muchos días, por fin sonrío de verdad y me siento feliz. He vuelto a mi mundo, con mi gente, y eso me hace tener de nuevo los pies en la Tierra.
Durante horas, jugamos con mi hermano y sus amigos y cuando estoy cansada salgo y me siento en una banca. Minutos después, mi hermano se sienta junto a mi y mirándome a los ojos, dice:
—Muy bien. ¿Qué ha ocurrido?
Me desahogo con él. Le cuento cómo conocí a Freen y todo lo que ocurrió entre nosotras, exceptuando el tema del sexo, aunque sé que se lo imagina. Mientras se lo cuento busco información sobre Freen en mi Telefono para enseñarle quién es. Mi hermano la mira con curiosidad y, una vez termino mi relato, murmura:
—¿Cómo has podido ser tan tonta?
—¿Tonta?
—¡Sí, Becky, tonta!Molesta por su comentario lo miro a los ojos y protesto:
—¡Yo no quise enamorarme, ni siquiera sabía quién era ella, Richie! Cuando la conocí simplemente era Freen, una de los de mantenimiento. Nunca imaginé que fuera una famosa cirujana de Tailandia. Y menos aún que me engañaría y me utilizaría para pasarlo bien.
Mi voz debe de sonar desesperada. ¡Estoy desesperada! Al ver mi estado, Richie me pasa un brazo por los hombros con complicidad. Yo apoyo la cabeza y murmuro con un hilo de voz:
—Aunque me duela decirlo, he pasado unos días increíbles a su lado. Por primera vez he sentido que una mujer me llenaba por completo. Richie, si la hubieras conocido, Freen te hubiera caído muy bien, porque es… muy especial.
—¿Tú crees? Sonrío.
Pienso en mi morena y, mientras la canción Nada es para siempre, de Luis Fonsi, suena por los altavoces del campus, y contesto:
—Estoy totalmente convencida de que sí.
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JUEGOS DE SEDUCCION
RomansRebecca trabaja de cantante en los hoteles de inglaterra. Está soltera y vive rodeada de su familia. Su vida es plácida y, en cierto modo, acomodada. Pero a Rebecca le gusta experimentar cosas nuevas, y decide adentrarse en el mundo de los intercamb...