Pasamos los siguientes días como mejor podemos. Apenas nos vemos y, cuando lo hacemos, casi no hablamos. Entre nosotras se ha abierto un abismo tan grande que ninguna de las dos es capaz de saltarlo. La desconfianza, junto con la decepción y el dolor, nos está matando como pareja, y ninguna hace absolutamente nada por arreglarlo.Sigo sin dar una contestación a la discográfica respecto a la gira y me consta que están muy enfadados. Lingling, presionada por ellos, viene a verme a casa. La escucho con paciencia y sigo sorprendida al ver su cambio de actitud respecto a mí y mi carrera. Antes de marcharse, me dice que el lunes tengo que responder sin falta. Asiento, le doy un beso y se va.
Me vuelvo a sentar en el sofá mientras pienso en Freen. La echo de menos. Necesito tenerla a mi lado, necesito que me abrace, que sonría, que me diga cosas románticas y, sobre todo, necesito que me necesite.
De pronto las palabras de Richie me vienen a la mente.
El primero en pedir disculpas es el...
Sin duda alguna, tiene razón. Seguir con esta actitud fría y distante no nos beneficia a ninguna de las dos. Tomo el teléfono para llamarla, pero cuando voy a marcar, pienso que necesito mirarla a los ojos, por lo que decido ir a verla.
Me escondo el pelo bajo una gorra azul y, después de ponerme unas gafas de sol, me dirijo al hospital. Subo en el ascensor hasta su despacho.
Cuando nadie me ve, me meto dentro y cierro la puerta. Sin hacer ruido, me siento en una de las sillas, decidida a esperar el tiempo que haga falta. De pronto, oigo un murmullo que proviene del fondo, del cuarto donde Freen tiene aquella pequeña cama. Me levanto y me acerco con sigilo. Oigo la voz de Freen y de una mujer. Se me para la circulación. Por favor… por favor… que no sea lo que estoy imaginando. Respiro con dificultad y, al acercarme más, distingo la voz de Freen que dice:
—Sigue… no pares ahora. Aguanto.
Dios… Que me da algo…Oigo una risa femenina, mientras siento que el corazón me va a mil por hora. ¿Qué hace Freen con una mujer a solas en ese cuarto? Procurando no desmayarme, miro por la rendija de la puerta entreabierta y las veo a las dos sentadas en la cama. Freen está desnuda de cintura para arriba y ella está sentada frente a ella, demasiado cerca, tocándole la cara. La reconozco. Es Addison....
Mi cabeza, comienza a montar su propia película de infidelidades y, cuando ya no puedo más, abro la puerta de un manotazo. Ellas me miran y se levantan de la cama de un salto. Yo digo furiosa:
—Ahora no me digas eso de ¡Esto no es lo que parece!.Me doy la vuelta para irme, cuando siento que Freen me agarra de la mano, reteniéndome.
—Claro que te voy a decir que no es lo que parece.
—¡Suéltame! Forcejeo.
Pero, claro, medir mi fuerza con la de Freen es una tontería. Me acerca a su cuerpo y murmura en mi oído:
—Tranquilízate, Bec....
—¡¿Que me tranquilice?! ¡No puedo! Maldita mentirosa. Te la estás tirando, ¿verdad? Ella, con gesto asombrado, me mira y, dice:
—Oye, tranquila, que aquí no ha pasado nada.
—Ahora entiendo por qué trabajas tanto últimamente y no te acercas a mí ni con un palo.Al oír eso, Freen me mira de pronto, furiosa. Yo, perdiendo todo el enojo, pregunto, bajando la voz:
—¿Qué te ha pasado en la ceja? Su expresión dura me hace saber lo enfadada que está.
—Me di un golpe y…
—De eso nada. Lo interrumpe addison. Y, mirándome, dice:
—Cuando has entrado, le estaba cosiendo la ceja. Y no se ha dado un golpe, mejor dicho, se…
—¡Addison, cállate! Dice Freen. Ella sonríe y, mirándome, continúa:
—Debes saber que tu esposa ha tenido un encontronazo no muy suave con un doctor.Yo las miro boquiabierta. Dios mío, cuánto daño le estoy haciendo a Freen en su vida y su carrera.
Addison me mira a mí y añade:—Y no, yo no follo con tu esposa, porque tengo esposo. Simplemente somos compañeras y amigas.
Una vez nos quedamos solas, sobre la cama veo ropa de Freen manchada de sangre. Sin mirarme, ella abre un pequeño armarito, saca una camisa limpia, se la pone, y encima de ella una bata. Una vez acaba, le pregunto preocupada:
—¿Qué ha pasado? Freen resopla y contesta:
—Que he explotado, nada más.Nos miramos en silencio y Freen, con su franqueza de siempre, añade:
—Y si. Me he acostado con otra mujer.¡Tierra, trágame! Me dejo caer en la silla y siento que me falta el aire en los pulmones. No puedo creer lo que ha dicho. Mi Freen, ¿ha estado con otra? Me entra mucho calor y me abanico con la mano. La miro. Su frialdad me descoloca y lo que acabo de escuchar me hunde. ¿Cómo ha podido hacerlo? ¿Cómo ha podido entregarle a otra lo que es sólo mío?
—¿A qué has venido? Pregunta, sin importarle mis sentimientos. Aún descolocada por lo que me ha dicho, respondo:
—Quería verte y…
—Me puedes ver cuando llegue a casa.
Nuestras miradas se encuentran y no veo en la suya ni un poco de ternura, de necesidad. ¿Dónde está la Freen que me quería? Tras un incómodo silencio, dice:
—Vete a casa. Aquí no haces nada y yo tengo que trabajar. Pero yo sigo anonadada y pregunto con un hilo de voz:
—¿En serio te has acostado con otra mujer?
—Sí. Contesta furiosa
¡Se ha acostado con otra! Freen, el amor de mi vida, la mujer por la que habría puesto las manos en el fuego, me ha engañado con otra. Una y otra vez esas palabras dan vueltas en mi cabeza, haciendo que sea consciente de que mi cuento de hadas se ha acabado. La realidad me supera y, dispuesta a ser tan fuerte como siempre he sido, la miro y digo:—En este momento te diría los peores insultos que te puedas imaginar, cabrona de mierda. Estoy furiosa, rabiosa y muy muy cabreada contigo. He venido aquí para que hablásemos, para intentar solucionar lo nuestro, a contarte que el lunes tengo que dar una respuesta a la discográfica sobre lo de la gira, y…
—¿En serio todavía no tienes claro si irte o no de gira? No respondo y en tono cortante, dice:—Márchate.
Como no entiendo a qué se refiere exactamente, no me muevo, y Freen se levanta, cierra los ojos y, dice señalando la puerta:
—Márchate del hospital, márchate a esa jodida gira y márchate de mi vida.
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JUEGOS DE SEDUCCION
RomanceRebecca trabaja de cantante en los hoteles de inglaterra. Está soltera y vive rodeada de su familia. Su vida es plácida y, en cierto modo, acomodada. Pero a Rebecca le gusta experimentar cosas nuevas, y decide adentrarse en el mundo de los intercamb...