Faye atonita e incredula por lo que acabo de contarle me pregunta:
—¿Se lo has dicho a Freen?Niego con la cabeza y faye dice:
—Tienes que contárselo. Ella sólo ve que tú le contestas a nuestra abuela, pero si se entera de esto o de las otras cosas que me has contado, yo creo que…
—Le haré daño, Faye, y lo último que yo quiero es hacerle daño.
Durante unos segundos medita lo que le digo y, finalmente, con un gesto de tristeza, dice:—Mi hermana está loca por ti. No permitas que mi abuela estropee lo que tienen. Si te vas, le harás daño a Freen y esa vieja se habrá salido con la suya.
—Pero si me quedo también le haré daño. ¿No lo ves?
—No. Freen no es tonta, Becky, habla con ella.
—Hoy ha sido horrible. Nos hemos dicho de todo y…El teléfono de Faye empieza a sonar y reconozco la melodía de una canción de Ed sheeran. Me enseña la pantalla y veo que pone Freen , aunque sin verlo ya sabía que era ella.
Niego con la cabeza y me hace una seña con la mano para que me calle. Oigo a Freen gritar y Faye, tras decirle con tranquilidad que está conmigo, corta la llamada.
—Te busca y está histérica. La he oído. Pero no puedo enfrentarme ahora a ella. No tengo fuerzas.
El teléfono comienza a sonar de nuevo. Otra vez es Freen. Faye, al ver mi estado, propone:
—Vámonos de aquí. Te llevaré a un sitio para tomar algo. Asiento.
Necesito tranquilizarme. El telefono suena otra vez. Faye le quita el sonido. Se lo agradezco. Subimos a su coche, mete la llave en el contacto y sin decir nada más, ella pone en marcha el motor del coche y al hacerlo se enciende la radio. La música llena mis sentidos y sonrío. Me trago las lágrimas mientras enfila la carretera de la playa y miro el mar. Media hora después, aminora la marcha y veo que aparca en un bar con luces de colores. Suena música alegre y eso me encanta. Es lo que necesito, ¡divertirme! Su teléfono no para de vibrar. Ambas sabemos que es Freen, pero no contesta. Se lo agradezco. Al entrar, Faye me coge de la mano y vamos a una mesa.
Feliz, miro a la orquesta que toca salsa mientras la gente baila. Dos segundos después viene una camarera. Faye me la presenta. Se llama Yoko que es un encanto, y nos pregunta:—¿Que les traigo? Faye la mira y guiñandole un ojo dice:
—Ron con licor de anís. Es fuertecito. Asiento.Necesito algo así. Minutos después, la chica nos trae un par de vasos y Faye pregunta:
—¿Preparada, cuñada?
—Por supuesto. Cogemos nuestros vasos y, cuando le doy un trago al mío, siento que me quemo la garganta. ¡Dios santoooooooooooooooo!.Cuando dejo el vaso en la mesa, toso. Ella ríe y me aconseja:
—Despacito o mañana no te podrás levantar de la cama.
Digo que sí con la cabeza mientras los ojos me lloran por el ron.
—¿Cómo es Nita?. Faye me mira y al ver que no tiene escapatoria, contesta:
—Una buena chica, aunque algo rara.
—¡¿Rara?!Oír eso me hace gracia y, tras beberme de golpe la bebida, miro a Yoko y pido:
—Dos más.
Quince minutos después, me noto más relajada. El alcohol comienza a hacer su efecto y me olvido de mis problemas para disfrutar junto a Faye de la velada.
La orquesta es estupenda. Me encanta cómo tocan. Tienen un ritmo estupendo y un cantante de voz calentita. La gente baila y lo pasa bien.
—¿Bailamos?. Propone Faye.Animada, asiento. La sigo como puedo. Aquí todos bailan de escándalo y pronto ella me demuestra que es todo una experta.
- Eh… cuñada, ¡tú tampoco lo haces mal!
Dejándonos llevar por el ritmo, bailamos varias piezas y la alegría del ambiente se me contagia. Cuando nos sentamos, ambas estamos sudorosas, contentas y agotadas. El telefono sigue vibrando. Freen debe de estar desesperada, pero no quiero hablar.
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JUEGOS DE SEDUCCION
RomanceRebecca trabaja de cantante en los hoteles de inglaterra. Está soltera y vive rodeada de su familia. Su vida es plácida y, en cierto modo, acomodada. Pero a Rebecca le gusta experimentar cosas nuevas, y decide adentrarse en el mundo de los intercamb...