Capitulo 21

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Una vez en tierra, Freen me guiña un ojo y la sigo hasta que nos perdemos por las calles de Filipinas. Cuando llegamos a una muy transitada, me coge la mano con fuerza y, mirándome, pregunta:

—¿Puedo?

Asiento divertida y entonces ella, llevándose mi mano a la boca, me la besa. Uf… qué romántica es. Le suena el telefono. Lo mira y corta la llamada. No pregunto. Intuyo que no he de hacerlo. Paseamos por la ciudad y me sorprendo al ver lo bien que la conoce. Cuando le pregunto, me dice que ha estado más veces allí con otros barcos. El telefono le vuelve a sonar. Me hace un gesto con la mano de que no me mueva y, apartándose un par de pasos, contesta. Yo observo el lugar. Es una calle encantadora, con varios restaurantes. Cuando regresa, me vuelve a coger de la mano y, al ver su expresión, pregunto:

—¿Todo bien? Asiente, me besa y dice:

—Cuando estemos en el hotel, tú y yo solas, todo será mejor.

Caminamos unos metros más y me quedo sin palabras al ver que entramos en un edificio. Uno de esos hoteles en los que sabes que hasta respirar cuesta dinero. Eso me asusta. Ninguna de las dos tiene un sueldazo impresionante y cuchicheo:

— Freen, te vas a dejar medio sueldo en este sitio, ¿te has vuelto loca? Pero mi morena sonríe y contesta:

—Tranquila. Tengo un amigo, Garson, que trabaja aquí, y siempre que vengo a Filipinas me consigue una habitación a un precio maravilloso. No te preocupes. Puedo pagarlo. Ahora solamente quiero que tú lo disfrutes.

Asombrada, ahora soy yo quien le coge la mano para entrar en el impresionante hotel. Caminamos hacia la recepción y, al pasar por un sofá redondo y rodeado de flores, Freen, besándome la mano de nuevo, me dice:

—Espérame aquí.

Algo cohibida por el lujo que nos rodea, hago lo que me pide. Me siento en el aterciopelado sofá, mientras la miro ir hasta el mostrador. Una vez allí, veo que un joven se le acerca y la saluda con familiaridad. Supongo que debe de ser su amigo Garson. Tras charlar unos minutos, se despiden con un choque de manos y, enseñándome una tarjeta dorada que éste le ha proporcionado, mi morena se acerca y me dice:

—¿Estás preparada para pasarlo bien?

Salimos del ascensor en el último piso y recorremos un lujoso pasillo hasta llegar frente a una habitación.

—Oye…, ¿no nos meteremos en un lío por estar aquí? Pregunto. Freen sonríe y murmura:

—Tranquila. Está todo controlado.

Luego abre las puertas y entramos en un lugar increíble. Modernismo y minimalismo en estado puro. Veo una cama redonda con sábanas negras y un jacuzzi también redondo. Sorprendida, me acerco al enorme jacuzzi y me sorprendo al ver unos pétalos de rosa rojos y blancos flotando en el agua y, al lado, una cubeta con hielo y vino blanco.

—Mi amigo nos lo ha preparado.

Sonrío encantada y acepto la copa de vino que me ofrece. Tras beber un sorbo, me acerco a ella y la beso. Adoro besarla. Su boca es suave, dulce, maravillosa. Degusto sus labios y permito que ella muerda los míos, mientras nuestra respiración se acelera. Ambas sabemos por qué estamos ahí y lo que deseamos.

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