Llaman a la puerta y reconozco la voz de Irin. Abro y, mirándome, pregunta:—Pero ¿qué te pasa, cariño? Peor que la llorona. Así me siento. Desconsolada en sus brazos, dejo que mi nueva amiga me abrace y me dé cariño. Ella que ha necesitado tanto me lo da sin conocerme, sin pedir nada a cambio, y aguanta mis llantos, mientras yo le cuento todo lo ocurrido.
—Debes hablar con ella. Me aconseja.
—Respondele el teléfono. Seguro que está tan destrozada como tú.
—Pues que no. Ella se lo ha buscado. Irin sonríe y, retirándome el pelo de la cara, contesta:
—Pero ¿no ves que te quiere, que la quieres y que están perdiendo el tiempo? Debén verse y darse la oportunidad de explicarse.
—No, no quiero. Finalmente, desiste y me pregunta:
—¿Has comido algo? Asiento con la cabeza, señalándole los envases de plástico de los sándwiches.
—Eso no es comida. Dice ella.
—Vamos. Empiezo en el bar en menos de una hora. Te vienes conmigo y allí te daré algo decente.
—No… no quiero. No tengo hambre, de verdad.
—De acuerdo. Ahora tengo que irme a trabajar. Cuando regrese esta noche pasaré a verte. Si no abres cuando llame, entenderé que estás durmiendo. Asiento.Estoy sorprendida de lo buena persona que es y de cómo se preocupa por mí. Finalmente, cuando se va y me quedo sola, me tumbo en la cama. Necesito dormir. Quiero dormir. A las diez y doce de la noche me despierto de pronto. Tengo los ojos hinchados y sé que mi aspecto no debe de ser muy bueno. La habitación está oscura y en silencio. Eso me gusta. Pienso en Freen, en su desesperación por encontrarme, y siento que la necesito. La echo tanto de menos… Me levanto, tomo el teléfono y leo los últimos mensajes.
- Me estoy volviendo loca.
¿Dónde estás, cariño?De nuevo vuelvo a llorar.
- Tengo la culpa de todo… de todo. Por favor, deja que me explique. Te quiero.
Sigo llorando durante las siguientes dos horas y cuando miro el móvil, está apagado. Intento encenderlo, pero la batería se ha agotado. No me extraña. Freen y las demás Chankimha no han parado de llamar.
A las doce de la noche, decido pedir en recepción un cargador de móvil. Por suerte tienen para mi modelo de teléfono y me lo suben junto con una botella de agua. Lo enchufo a la corriente y, nada más hacerlo, recibo una llamada de ella, de mi amor. A la una de la madrugada, más serena y necesitada de escuchar su voz, lo tomo y oigo:—Cariño, escúchame y no cuelgues.
Hago lo que me pide por pura necesidad de oír su voz.
—Siento todo lo que dije y en especial mi absurdo comportamiento. Perdóname y dime dónde estás. Por favor, necesito saber dónde estás.
—¿Por qué te encerraste en el despacho y me echaste?
—Porque soy una idiota.
—Me dolió que no me abrieras y que, en cambio, subieras la música.
—Lo sé, cariño, nunca me lo perdonaré.Resoplo, cierro los ojos y apoyo la cabeza en la almohada.
—¿Dónde estás, Rebecca? Pregunta.
—Lejos.
—¡¿Lejos, dónde?! Sube la voz.
—No te lo voy a decir y si empiezas a gritar, te colgaré.Oigo que maldice, pero bajando el tono de voz, dice:
—Sé que sacaste dinero del cajero en Santa Mónica anoche. Dime, por favor, por favor, dónde estás. Tenemos que hablar.
—Te he dicho que estoy lejos, Freen. La oigo resoplar.
—Te necesito, cariño… necesito verte o me volveré loca.
—Yo no quiero verte a ti.
—Pero necesito tenerte conmigo. ¿Es que no lo entiendes?Con toda la tranquilidad que puedo, murmuro mientras siento unas terribles náuseas:
—Me tuviste y me echaste de tu lado.
—Lo sé, cariño… Lo sé y nunca me lo perdonaré.
—Voy a cortar la llamada.
—No se te ocurra colgar. Dice molesta. Su molestia y mi chulería son una mala combinación y grito:
—¡¿Quién me lo va a impedir? ¿Tú?!
—Rebecca…
Pero se contiene. Tras un angustioso silencio por parte de las dos, insiste:
—Dime dónde estás. Iré a buscarte y lo resolveremos todo. Te prometo que…
—No. No quiero verte y, por favor, déjame descansar.
—¡Me volveré loca si no me dices dónde estás! Grita
—Pudiste haberlo pensado antes de juzgarme y tratarme como me has tratado.Dicho esto, vuelvo a colgar y corro al baño. El teléfono sigue sonando y yo me encuentro fatal. ¡Vaya mal momento para encontrarme asi!
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JUEGOS DE SEDUCCION
RomanceRebecca trabaja de cantante en los hoteles de inglaterra. Está soltera y vive rodeada de su familia. Su vida es plácida y, en cierto modo, acomodada. Pero a Rebecca le gusta experimentar cosas nuevas, y decide adentrarse en el mundo de los intercamb...