Capítulo 5

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—Deja de verlo tanto, Zayn —dijo Louis, sacándome de mi ensimismamiento—. Se va a derretir.

Rodé los ojos y continué comiendo. Escuché a Harry reír un poco y volteé a mirarlos; hacía tiempo que no los veía tan felices a ambos.

—Es que me preocupa que siempre se sienta solo —confesé, señalando con mi tenedor hacia la mesa en la que únicamente se encontraba Niall—. ¿Y si le hacen algo?

—Entonces saldrás tú a defenderlo, Zayn, como el superhéroe que no eres pero que quieres ser porque cuando se trata de Niall siempre quieres ser un superhéroe o, mejor aún, su superhéroe —completó mi mejor amigo encogiéndose de hombros. Harry rio un poco más y gruñí, fastidiado—.Oh, vamos, sabes que mueres por ir a hacerle compañía. O por hablarle. O por lo más mínimo que incluya tener un poco de contacto con él.

Abrí la boca para hablar y defenderme, pero el ojiverde se me adelantó.

—Deberías ir y hablarle —afirmó señalando la mesa del cachorro—. Quizá sólo es tímido y espera que los demás se le acerquen.

Negué con la cabeza, frunciendo el ceño, y centré mi mirada en mi plato.

—Parece molesto —admití—. Creo que tuvo un mal día.

Louis rodó los ojos y me palmeó la espalda un poco demasiado duro, haciendo que pasara a mirarlo de soslayo con enojo.

—Mal día mi culo, Zayn —anunció con convicción, como si lo que hubiera dicho fuera tan importante o significativo en sí mismo—. El chico bonito de aquí —Señaló a Harry, quien sonrió con las comisuras de los labios— tiene razón. Deberías ir y hablarle.

Me revolví incómodo en mi silla, sintiéndome acusado.

—Yo no creo que...

Pero Harry volvió a interrumpirme.

—Las cosas buenas no van a caerte del cielo. Tienes que ir a buscarlas.

Suspiré y abrí la boca para dar uno de mis sermones de es mi vida, son mis decisiones pero, antes de siquiera poder pronunciar la primera palabra, Louis se había levantado de la mesa, saludando a Niall y llamando su atención.

—¡Oye, Zayn quiere decirte algo! —Me señaló y yo sólo lo miré con incredulidad y la mandíbula caída—. ¡Deberías venir, está emocionado!

Y lo siguiente pasó en un abrir y cerrar de ojos. Mis amigos me dejaron solo, huyendo de la mesa —y de mí, porque sabían que los iba a matar—, Niall asintió con la cabeza y se levantó, llegando a donde yo estaba —que ahora era solo, porque mis amigos me querían demasiado como para acompañarme— y me miró con expectación

—Yo, eh —tartamudeé, desconcertado—. Que-quería sa-saber si que-querías se-sentarte conmi-migo a co-co-comer.

Suprimió los labios haciendo que parecieran una sola línea y asintió con la cabeza. Se sentó a mi lado y continuó comiendo, y yo hice lo mismo. Todo el rato, estuvimos en silencio y, confieso, me sentía nervioso. Yo solía ser una persona muy confiada y segura de sí misma, pero él siempre era tan distante y callado que me hacía dudar de estar haciendo lo correcto, lo que se esperaba de mí o siquiera lo lógico.

Quizá no se daba cuenta, pero su inseguridad —que más bien parecía indiferencia— no hacía más que aumentar mi propia inseguridad —la cual, si bien antes no existía, ahora sí lo hacía. Y de forma pronunciada —aunque sólo cuando él estaba cerca.

Cuando terminó con su comida, sacó un libro de sopas de letras y me di cuenta de que esa no era la misma que había tenido hacía dos días, el martes; era una nueva. Me pregunté cuántas gastaría al mes y con cuánta frecuencia las cambiaría y, cuando me di cuenta, ya había terminado mi comida. Tomé su bandeja y la mía y las llevé al sitio correspondiente y, al regresar, Niall —por suerte— seguía sentado en la mesa.

El chico de las sopas de letras #JustWriteItLGBTQ+ Ziall AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora