Capítulo 27

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[N/A: Dedicación a ilysmnh porque me encantó su comentario de ayer c: Gracias por comentar y por leer y me alegra que te guste la historia :')]


Llegué el lunes al colegio cabizbajo. Louis estaba molestándome con que lo olvidara, que no era la gran cosa, pero claro que lo era y en serio me sentía herido. No hablé mucho, tampoco presté mucha atención a las clases y, cuando salí al receso para ir a comer, me encontré con que el cachorro estaba esperándome. Me mordí el labio, sin saber qué hacer, y por puro impulso caminé de largo y no lo saludé.

Pero ese no era mi día.

—Zayn —ese era el cachorro llamándome. Bufé, incapaz de ser tan cruel, y disminuí el ritmo—. Zayn, por favor. Necesito, eh, hablar contigo.

Me detuve en el pasillo y volteé a verlo.

—¿Necesitas hablar sobre por qué no te apareciste el sábado y me dejaste esperándote por una hora entera sin siquiera avisar que no irías?

Se mordió el labio y bajó la vista.

—Lo... siento —Tragó saliva—. Yo sólo... —Su voz sonaba a punto de quebrarse—. Yo sólo no... no pude...

Y entonces lo entendí. No había ido porque no había podido, porque su condición —o más específicamente su trauma— se lo había impedido y, si bien para mí había sido hiriente porque, bueno, ¿a quién no le duele cuando lo dejan plantado? para él había sido peor. Es que en realidad, el viernes de había visto bastante alegre y entusiasmado. Si no hubiera querido ir, lo habría dicho desde el principio, ¿cierto?

Si hubiera planeado no ir, no habría dicho que iría frente a todos. Sí, es verdad, él parecía un poco ido a veces, pero sabía que todos en la mesa se emocionarían mucho porque saliera con nosotros y, más que eso, cuánto habíamos esperado a que dijera que sí. Y el viernes nadie lo había obligado; había dicho que sí por cuenta propia. Porque quería. Porque estaba entusiasmado con respecto a salir con nosotros.

Me imaginé al pobre rubio en su casa, a punto de salir por la puerta y luego negando con la cabeza mil veces dándose cuenta de que no podía, retrocediendo y sentándose en el sofá a calmarse. Llorando, convenciéndose de que estaba bien, de que no importaba, pero sintiéndose mal consigo mismo por no poder hacerlo y yendo a su habitación a llorar aún más por no haber sido tan valiente como había querido.

—Oye, Niall —dije intentando llamar su atención y lo vi morderse aún más el labio y arrugar sus manos en puños—. Está bien —Intenté que mi voz ya no sonara herida y, por el contrario, se oyera despreocupada—. Lo digo en serio, Niall. Está bien. No importa.

Duramos unos segundos en silencio y luego habló con voz quebrada.

—Lo siento por haberte... decepcionado.

Sentí que el corazón se me partía.

—No, por favor —Negué con la cabeza pero él seguía sin mirarme—. No me decepcionaste. Nunca me decepcionarías, ¿entiendes? Nunca. Yo sólo... habría preferido que al menos me avisaras, ¿sí? Pero no me decepcionaste. No estoy decepcionado de ti, Niall. Nunca podría estarlo.

Parecía ajeno a mis palabras. Como si estuviera debatiendo consigo mismo en su interior y lo demás simplemente hubiera dejado de existir.

—No llamé porque no... no pude —Tragó saliva y sus ojos se cristalizaron—. No quería que pensaras que... que era un... —Suspiró— un cobarde.

Sentí que mi corazón se partió aún más y lo vi subir sus manos hasta su rostro. Estaba limpiándose las lágrimas. Porque estaba llorando. Frente a mí. Justo frente a mí. Moví mi brazo para al menos colocarlo en su hombro y de alguna manera darle consuelo, pero se alejó, como aquella vez en el baño, y cerré mi mano y la coloqué de nuevo a mi costado.

El chico de las sopas de letras #JustWriteItLGBTQ+ Ziall AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora